La Orden de las Sombras: Mentiras

CUARENTA Y TRES

 

Emily

Convencer a Victoria de quedarse quieta fue difícil. Inclusive pensé que iba a necesitar atarla a la cama, por suerte no fue necesario, aunque no pude convencerla de que me contara que era lo qué estaba pasando. Insistió en que necesitaba contárnoslo a todos al mismo tiempo, decidí no insistir, no tenía sentido hacerlo.

Durante el desayuno Hao Sun se presentó a los alumnos que estaban presentes, además aclaró que hasta nuevo aviso las clases estaban suspendidas, al parecer la mayoría de los profesores habían renunciado, aunque no me quedó claro si era eso o que habían sido despedidos, lo peor llegó minutos después de dar por terminado el desayuno, cuando Clark nos hizo llamar fuera del edificio: los pocos alumnos de la academia que permanecíamos en el edificio nos miramos sorprendidos.

—La academia queda suspendida hasta nuevo aviso.

Por la forma en la que Clark anunció la noticia sabía que él no estaba de acuerdo con eso.

—¿Por qué? —preguntó Nikolái. —No pueden hacerlo…

—Está decidido chicos —dijo Clark resignado. — Vamos a seguir entrenando, pero en el gimnasio.

—Es una estupidez, casi nos asesinan y lo que se les ocurre es cerrar la academia.

—No está cerrada. —La voz de Hao Sun llegó desde nuestras espaldas.

El hombre bajaba los peldaños de acceso rápidamente y llevaba un traje diferente, pero igual de impecable que la noche anterior.

» Vamos a utilizarlo momentáneamente como un centro de vigilancia, mi principal prioridad es que los padres recuperen la confianza, que sientan que sus hijos estarán a salvo. Luego, les doy mi palabra, todo volverá a ser lo de antes.

Nadie dijo nada y él nos observó preocupado.

—Chicos… —Continuó. —Me crié en esta escuela, la academia me formó con rigurosidad y La Orden es el legado de mis antepasados, odio tener que cerrar la academia tanto como ustedes me odian a mí por hacerlo, pero sé que Clark los mantendrá en forma… —dirigió una mirada al profesor que asintió con seguridad. —Solo necesitamos tener un poco de paciencia. No pido más.

Todos asentimos en silencio, lo que dejó al tipo bastante conforme y volvió al interior del edificio.

—Los buscaré más tarde para comenzar los entrenamientos.

Clark también se alejó y todos nos quedamos en un incómodo e inseguro silencio.

—No importa… —Victoria interrumpió la situación, volviendo a sacar el libro de su pequeño morral —Tenemos que hablar de esto... —golpeó con su dedo índice él libro.

 

Nos reunimos todos, en la capilla. Me traía malos recuerdos, pero era uno de los pocos lugares que no tenía seguridad en su interior, al parecer respetaban el artículo de los Derechos Humanos que nos permite tener nuestras propias creencias.

—¿Qué es lo que te tiene tan alterada? —preguntó Holden acercándose a su novia.  

Victoria no respondió, solo abrió el libro y lo volvió para que todos veamos el plano que ocupaba ambas planas. Se veía antiguo y era una especie de laberinto. Había pocas referencias y no estaban escritas en un idioma que pudiera comprender.

—Es un sistema de túneles — aclaró. —Antes de las carreteras y de las máquinas que quitan la nieve que las bloquean, la escuela usaba un sistema de túneles que conectaban directamente al pueblo. De esa manera podían sobrevivir durante el invierno cuando todo quedaba bloqueado. Al parecer, desembocaban a lugares estratégicos que dudo en la actualidad sigan funcionando como tales, no sé dónde desembocaran ahora.

—Es perfecto… —Sonrió Alice irónica. —¿Cómo desaparecer por arte de magia sin usar los accesos vigilados?

—No puede ser…—Nikolái negó acercándose al libro —¿Por qué Wagner no revisaría esto?

—Puede ser porque, según este libro, hace cien años están clausuradas todas las entradas a esos túneles.

—¿Entonces? —preguntó Colby confundido.

—Si esos túneles están cerrados y quieres acceder a la escuela, pudieron reabrir una de esas entradas.

—Hay que hablar con Clark… —intervino Ronan.

Asentí, en ese momento era la única persona en la que me sentía segura de confiar.

—Aunque no creo que no lo hayan tenido en cuenta —agregué. —Clark no es idiota.

—Saquémonos la duda. —Nikolái se puso de pie. —Iré por él, no se muevan.

 

No pasó mucho tiempo hasta que las puertas de la iglesia volvieron a abrirse. Habíamos escondido el libro, en caso que algo pasará, para nuestra fortuna quienes llegaron eran Clark y Niko. Clark nos observó con un gesto entre curioso y enojado, finalmente cuando estuvo cerca negó con la cabeza.

—Debí suponer que no se quedarían quietos. — Suspiró y se acercó al libro que tenía Victoria en sus manos. —Tranquilos hay cinco entradas, todas estaban tapiadas con ladrillos y fue de lo primero que revisamos y…

—Puede que haya otras…—Ronan lo interrumpió pensativo.




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