La Orden de las Sombras: Mentiras

CUARENTA Y CINCO

 

El despido de Wagner fue una bofetada para todos, pero la llegada de Hao Sun con su séquito de hombres armados fue aún peor. Los alumnos no estaban acostumbrados y era imposible no sentirse vigilado las veinticuatro horas del día.

—Odio esto...

Raven, se removió incomoda sentándose frente a la mesa que compartía con Ronan, sin sacar la mirada del hombre que, armado, caminaba de un lado a otro.

—Tenemos que movernos rápido —susurró Ron, mientras mantenía la vista clavada en el tipo que no dejaba de echarles miradas de vez en cuando.

No lo culpaba, ellos eran los únicos dos en el lugar, al quedar suspendidas las clases ¿por qué alguien iría allí? Solo dos tontos nerds, Raven y Ronan.

—¿Ahora? —preguntó nerviosa al no poder ver al guardia.

Él negó en respuesta y entrelazó sus dedos con los de la chica.

—¡Ahora! —susurró poniéndose de pie y tirando de ella para esconderse entre las estanterías.

Se detuvieron en el pasillo de historia del arte y aguardaron a escuchar los pasos del hombre de seguridad acercarse a la mesa donde habían estado sentados. Caminaron alejándose de él cuando notaron que había comenzado a buscarlos.

—Busco a dos alumnos que estaban en la biblioteca —habló por radio.

—Los vi salir recién, besándose...—respondieron entre risas. —Malditos críos, tienen más acción que yo.

Ronan sonrió, agradeciendo internamente a Victoria y Holden por el espectáculo erótico gratuito y tiró de Raven para que avanzaran por el pasillo de aritmética antigua. Moviéndose lentamente llegaron al pasillo de las salas de estudio, sacó lentamente las llaves de su bolsillo y abrió la primera encerrándose dentro.

—¿Me dirás cómo consigues las cosas Ronan? —preguntó ella comenzando a revisar las estanterías con libros.

—Nunca.

Lo miró indignada por sobre su hombro y sonrió poniendo los ojos en blanco. Ronan pensaba que ella era la chica más hermosa que conocía y lamento que estuviera interesada en él. La gente creía que ser un príncipe era fácil, él sabía que no era así... aunque siempre se mostraba relajado y divertido, la realidad era que el peso del título nobiliario lo agotaba. Quería a Raven, le gustaba demasiado, pero su familia es lo que se consideran "nuevos ricos" y jamás sería bien vista en su entorno.

Por el contrario, Raven creía que él era el chico más interesante que había conocido. Era de las pocas personas que siempre había sido amable con ella, junto con Cameron a ellos dos nunca les importó que ella fuera una especie de bicho raro amante de las computadoras, al contrario, parecían encontrarlo genial y siempre la habían tratado bien. Con Ronan, particularmente, compartían la pasión por la programación y podían pasarse horas hablando de lo que fuera. Le gustaba demasiado y se sentía en las nubes después de haberlo besado en el baile, tal vez solo era una niña, pero sus sentimientos eran muy reales. De eso no tenía dudas.

»Entonces deberías pensar como un contrabandista de hace doscientos años —dijo comenzando a tocar las paredes.

Habían decidido comenzar a revisar la biblioteca, uno de los lugares que menos habían cambiado en cuatrocientos años. Las primeras cuatro salas de estudio no tenían nada de interés, por lo que se metieron rápidamente a la número cinco.

—Estas habitaciones...—habló Ron mientras revisaba las paredes y pisos del lado contrario al de Raven. —¿Sabes para qué servían?

—No.

—Eran calabozos de primera instancia.

Sonrió cuándo ella le dedicó una tierna mirada sorprendida. No tenía dudas, ella era la definición de perfección e inocencia.

—¿Primera instancia?

Él continuó con la revisión como con las demás salas, golpeó el piso de piedra con el talón y notó el sonido de la madera. Corrió la mesa y la alfombra bajo esta.

—¡Bingo!

Raven se volvió sorprendida y observó lo que había encontrado. Una puerta subterránea en el piso, pero al no estar demasiado oculta dudaban que fuera un acceso a los túneles.

—Primera instancia, en estos cuartos retenían prisioneros sospechosos de traición, si confesaban eran enviados a otro sitio por su castigo. —Continuó con la explicación.

—No sé si quiero saber cómo es que conseguían la confesión.

—Tortura mi querida Raven, estas habitaciones eran un baño de sangre.

—¿Por eso nunca quieres estudiar aquí? —preguntó. —Sabemos que Nina siempre le permitía a Silas usarlas, pero tú no necesitabas una llave para entrar ¿Te da miedo? —preguntó divertida.

Ronan la miró divertido y luego volvió a centrar sus ojos en la argolla de metal de la puerta, tiró de ella intentando levantarla, pero fue imposible.

—Mira...—Raven de rodillas observaba los bordes — están soldados. Nadie pudo haber entrado, o salido, por aquí.

—Supongo que eso es bueno —respondió Ron limpiando sus manos en el pantalón.

No tenía sentido intentar abrir la trampilla, por lo que los chicos volvieron a poner las cosas en su lugar y salieron de la biblioteca sin ser vistos por la seguridad. En ese momento, ambos soltaron una enorme bocanada de aire que contenían en sus pulmones, seguido de una risa nerviosa.

—Tengo que ir a trabajar con el Sr Jones, le prometí ayudarlo con las orquídeas —dijo Raven después de un momento incómodo en el que ninguno de los dos supo muy bien qué hacer.

—No entiendo como aguantas trabajar con él.

—Me tolera —respondió ella levantando sus hombros. —No hablo mucho y no preguntó... —En ese momento Emily bajaba por las escaleras. —No soy Em, creo que él no la aguantaría.

—Definitivamente.

Ambos se rieron con complicidad.

—Estoy segura que no está llevando nada bien todo esto... —Comentó Raven viéndola moverse como un pez fuera del agua. — Lo de su padre —aclaró.

—Hablaré con ella —dijo Ron.

Cuando Raven corrió escaleras arriba, él se acercó a su amiga, que estaba de pie frente a la secretaria, como si estuviera a punto de entrar.




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