La Orden de las Sombras: Mentiras

CUARENTA Y OCHO

 

Emily

Aunque no sabíamos muy bien qué era lo que íbamos a encontrarnos en esos fríos y húmedos pasillos, sabíamos que teníamos que ir a un lugar seguro.

—¿Y si nos perdemos? —preguntó Iris.

—No hay muchas opciones nena...—Colby la acercó a su cuerpo para hacerla caminar más rápido.

Iris estaba entrando en pánico y eso no era bueno. Me detuve después de caminar varios metros en línea recta como si una sirena se hubiera encendido en mi mente. Todo era tan confuso y estábamos actuando cegados por el miedo, no estábamos pensando con claridad.

—¿Em? —La voz de Silas, me arrastró a la realidad nuevamente.

—¿Y si Clark nos está traicionando? —solté la pregunta en voz alta. —¿Y si nos está llevando a la boca del lobo?

—¿Por qué haría eso Emily? —Carter preguntó nervioso, como si la idea de que pudiera tener razón lo preocupara.

—Confió en él Em... —intervino Silas parándose justo frente a mi buscando un poco de intimidad. —Es un buen hombre.

Asentí intentando convencerme de eso, no confiaba en Clark, pero si en Silas.

—Hay que moverse... —Nikolái intervino nervioso como todos, sosteniendo su arma lista para disparar al primer acercamiento.

—¿Por dónde? —preguntó Ronan varios pasos delante nuestros, donde el túnel se dividía en dos.

—Vi ¿recuerdas algo? —pregunté teniendo en cuenta que Victoria era la que más contacto había tenido con los túneles.

Mi amiga no respondió con palabras, negó lentamente con la cabeza.

—Alguien tiene que tomar una decisión...—Cameron tomó la iniciativa tomando el camino de la izquierda y corriendo rápidamente.

No lo dudamos, lo seguimos. No era momento para separarnos. Me adelante hasta alcanzarlo él me miró de costado y sonrió.

—¿Cómo en los viejos tiempos? —preguntó.

Sonreí y asentí.

—¿Sabes llegar a la casa del abuelo? —pregunté yo.

—Si.

Asentí y dejé que él se adelantara unos cuantos pasos más. En pocos segundos lo acompañaron Nikolái y Silas, dejando a Cameron en el medio.

—Estoy preocupada por Raven. —Alice se acercó para caminar a mi lado y hablar en voz baja. Llevaba un arma pequeña como la mía, aunque ella la llevaba con una seguridad muy diferente.

—Supongo que nuestra mejor oportunidad de saber algo es llegar con Wagner.

—¿Confías en Hao Sun?

—La verdad no lo sé. No confió en nadie Alice, solo en nosotros.

Ella asintió.

»Tengo miedo Alice, solo espero que Raven esté bien... porque Beatriz no necesita un clavo más en su ataúd.

—No bromeabas aquella vez que dijiste que querías verla muerta ¿Verdad?

—No quiero verla muerta...—dije mirando el piso húmedo. —Quiero ser yo quien lo haga.

Mi amiga se detuvo y me miro sorprendida o aterrada, no sabría decir. Finalmente asintió, como si comprendiera los motivos y volvió a caminar a mi lado. Esta vez en silencio.

—¿Dónde mierda estamos? —preguntó Nikolái frustrado mirando hacia atrás una y otra vez.

—Ahí hay luz...—Dijo Cameron señalando donde el camino volví a bifurcarse.

Caminamos en esa dirección y poco a poco comenzó a verse todo con un poco de claridad, entonces algunas ventilaciones dejaban filtrar las luces de la calle. Llegamos a una especie de pulmón, un espacio más amplio repleto de maderas y basura, era el final del túnel.

—Tiene que haber una salida por algún lado. —Cameron comenzó a caminar de un lado a otro demostrando su desesperación.

—Movamos esto...—Ronan se acomodó para mover un pesado tablón de madera y los chicos se apresuraron a ayudarlo.

Efectivamente, el viento gélido que ingreso por ese lugar nos indicó que estábamos aún más cerca de una salida. Un pasillo angosto desembocó directamente en una reja un poco desvencijada y oxidada. Emergimos en las ruinas de la capilla que Clark había mencionado con anterioridad. Tenía razón.

—Vamos...

Cameron y Silas ayudaron a salir a casi todos y minutos después corríamos por las heladas calles del pueblo siguiendo a Cameron que no parecía dudar del camino que teníamos que seguir. Se detuvo en un enorme parque quedando un poco ocultos por unos arbustos que bordeaban un área de juegos.

—Allí. —Señaló una gran edificación con portones de hierro.

Un enorme caserón se levantaba al otro lado. Corrimos sin perder tiempo hasta frenarnos en la entrada.

—No sé la clave de acceso —dijo Cameron señalando el portero con teclado junto a la entrada. —Tal vez si llamamos Wagner.

—La sé... —dije acercándome y tecleando la fecha de mi nacimiento.

Automáticamente, y a una velocidad impresionante, las puertas se abrieron y cerraron detrás de nuestras espaldas. En el interior del jardín delantero me di cuenta que casi no había respirado, realmente, en todo el camino. Apoyé mi trasero en el piso y noté que todos estaban como yo. Agitados, ansiosos y asustados.

Las puertas de la mansión se abrieron, algo que nos puso en alerta y automáticamente aquellos que estábamos armados apuntamos nuestras armas en esa dirección. De la puerta emergió una pequeña Cleopatra con ropa deportiva.

—¡Adentro! —ordenó apretando sobre su pecho un enorme abrigo de lana verde.

Fui la última en entrar. Nos miramos fijamente cuando estuvimos frente a frente y no dudé en aferrarme a ella cuando me ofreció sus brazos como contención.

—Lamento no haberte protegido mejor...—susurró angustiada.

—¿Raven? —pregunté alejándome.

Ella negó con tristeza en los ojos.

—No tenemos novedades aún.

—El accidente, tiene que haber noticias... —Ronan tenía la voz temblorosa, nunca lo había escuchado así.

—Intenté comunicarme con Daniel, pero no responde. —Noté el nerviosismo en Cleopatra, ella también temía por alguien. —Deberían descansar un poco.

—¿Esas luces? —La voz de Silas me hizo volverme hacía donde estaba, mirando por las ventanas traseras.




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