La Orden de las Sombras: Mentiras

CUARENTA Y NUEVE

 

Emily

Me removí incómoda cuando la mano de Alice se estrelló directamente en mi cara. En ese momento fui consciente del ronquido de Iris. Abrí mis ojos, estaba incómoda y no fui consciente de nada hasta que, unos segundos después, recordé donde estaba y lo que había pasado.

Me levanté tratando de no molestar a las demás y caminé hasta el ventanal, quería asegurarme que fuera de día y un poco de melancolía golpeó mi pecho. La primera nevada del año estaba cayendo, el paisaje era hermoso, casi mágico, pero mi mente solo pudo viajar a Raven ¿Estaría pasando frío? ¿Habría comido? No podía seguir encerrada esperando.

Busqué la habitación de Wagner y le pedí algo de ropa, necesitaba darme un baño. Por suerte su ropa deportiva me quedaba, aunque era un poco más baja que yo hice funcionar los leggins negros con mis conversé rojas, una camiseta con cuello y una enorme sudadera negra con letras blancas.

—¿Mejor? —preguntó Wagner aun sentada en su cama y envuelta en una bata de seda blanca.

—Lamento haberte molestado tan temprano, yo...

—Tranquila. —Me interrumpió. —Estoy despierta hace mucho.

La mirada de la mujer se desvió al enorme ventanal de su habitación y caminó hasta él.

—La primera nevada del año en el pueblo siempre fue mi día favorito. Hace que todo se vea...

—¿Mágico? —la interrumpí deteniéndome a su lado.

—Si —susurró cuando su teléfono vibró sobre la mesa de noche.

No fue a buscarlo, aunque lo miró por encima de su hombro. Segundos después Clark arremetió en la habitación sin siquiera anunciarse. Estaba agitado y con el rostro completamente desencajado.

—¿Qué pasó? —preguntó ella cerrando la bata a la altura de su cuello.

—Raven.

Clark dio vuelta su teléfono y rápidamente me acerqué a él. Era una secuencia de imágenes espantosas. Raven atada a una silla, amordazada, con una herida sangrante en su precioso rostro y su cabello se veía sucio y enredado. El pánico en sus ojos traspasaba la pantalla y fue aún peor cuando en otra foto una mano que reconocí como la de Maxim, por los tatuajes, sostenía un enorme cuchillo en su garganta.

—¿Qué quiere? —pregunté mirando a Clark.

—No sabemos, solo enviaron estas imágenes a todos los miembros de La Orden.

Wagner corrió a su teléfono y cuando me miró, supe que eso era lo que había recibido minutos antes.

Ronan estaba inquieto, parecía un animal enjaulado. Quería salir, pero ¿A dónde? Silas y Nikolái mantenían la compostura, tal vez por eso eran buenos líderes de grupos. Cameron estaba encerrado en la cocina, como si ese fuera el único lugar que le daba paz.

Holden y Colby, cuidaban de sus parejas. Los envidiaba un poco, me di cuenta que me hubiera gustado que Silas fuera así conmigo, pero él no era como los chicos. Su forma de ser tan calculadora lo hacía alejarse en momentos como esos. No podía contenerme solo a mi cuando tenía todo un grupo al que cuidar, lo entendía tanto como lo extrañaba y necesitaba.

Alice se había sentado junto a Wagner que se dedicaba a pasar una mano por el dorado cabello de mi amiga, una y otra vez.

¿Yo? Pasaba las fotos de adelante hacia atrás en el teléfono de Wagner, como si de pronto Raven fuera a gritar por la pantalla algo que me ayudara a encontrarla. Una vez a la izquierda, dos a la derecha y vuelta a empezar, una y otra vez. Solo podía concentrarme en la palidez de su piel y las marcas de dientes en su hombro, no las habían notado, pero tampoco se lo dije a nadie más ¿Qué sentido tenía? ¿Qué le habían hecho? En ese momento la chica que colocaron para fingir la muerte de Beatriz vino a mi mente, los detalles de su muerte: Maxim era capaz de hacer las peores cosas. Con dos dedos agrandé la imagen de Raven, me moví por las pocas partes en la que su piel estaba desnuda buscando algo, entonces algo familiar me llamó la atención: en el fondo de la imagen, no era mucho, pero reconocí el detalle de esa ventana que se veía en el espacio que quedaba entre el brazo de Raven y el final de la foto. Era el ático... No era la habitación que usábamos, pero estaba segura que ese lugar era el ático.

El teléfono vibró en mis manos y sentí como si me quemara. Wagner se acercó rápidamente para tomarlo y reprodujo el video que acababa de llegarle, a ella y a Clark.

—Un intercambio —la voz de Maxim se escuchó salir del aparato.

Raven seguía atada, con la cabeza caída sobre su torso y no se movía. Intenté concentrarme en el fondo, pero esta vez era completamente negro. Beatriz apareció en escena, con los ojos hinchados y una sonrisa dulce en sus labios, como si fuera simplemente ella en un día de los más normal. Levantó la cabeza de mi amiga de forma brusca, tirando de su cabello. Raven miró la cámara y su rostro estaba aún más lastimado que en las fotos recibidas antes.

—Un intercambio sería interesante... —Continuó Maxim marcando mucho la R —Pero no sé qué puedo pedir por ella, no vale demasiado. —Sonrió sosteniendo el mentón de Raven y moviendo su cabeza como si fuera un títere. —Debo admitir que es muy divertida, aunque grita demasiado. Por eso tuvimos que amordazarla, una pena, queríamos ser más amables. En fin... —Suspiró y miró a Beatriz —Emily, tu amiga te extraña, quiere verte ¿Qué te parece si a cambio de está chiquita, vienes con nosotros? Sería un buen intercambio ¿Qué tal? No digas que no soy generoso. Volveremos a contactarnos para el intercambio y...

Deje la sala incapaz de seguir mirando y escuchando esa voz. En la cocina Cameron, que no sabía nada, me miró preocupado y su rostro palideció cuando escucho lo que le había dicho. Aunque evité decirle que creía saber dónde estaba retenida. Si ellos estaban en la escuela, eso significaba que Hao Sun estaba con Maxim y eso era terrible, aún había chicos en Golden Hill. Deberían quedar al menos unos siete alumnos.

Me moví de un lado al otro de la cocina mientras escuchaba los gritos desaforados de Ronan exigiendo a Clark que hiciera algo, él respondía con un poco más de calma que La Orden estaba buscándolos y que él tenía órdenes específicas de proteger al grupo que estaba en la casa segura. Todo era un caos y mi cabeza estaba a punto de estallar, tenía que hacer algo y no podía hacerlo encerrada en esta fortaleza.




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