La Orden de las Sombras: Mentiras

CINCUENTA Y NUEVE

 

México

—¿Qué hace aquí? —preguntó Beatriz aturdida por la presencia de Emily.

—Perla es mi compañera —dijo Iván orgulloso y se sorprendió cuando dejando la timidez a un lado, ella tomó su mano y, como la reina que esperaba que fuera, se puso de pie acercándose sensualmente a su lado.

El gesto soberbio que puso, en su dulce rostro, lo excitó aún más y se replanteó suspender la cena para encerrarse con ella en la habitación. Emily, por su parte, clavó sus ojos en los de Beatriz, no se lo esperaba, pero saber que Iván pensaba matarla fue un bálsamo para su sensación de culpa y, entonces, lo conecto todo: ella estaba dispuesta a venderle el alma al diablo e Iván lo era. Entonces se acercó pegando sus pechos al torso del hombre que sujetaba su cintura y llevó sus labios hasta su oído, susurró algo que nadie más escuchó, pero que provocó que él la mirara sorprendido. La comprendía y eso era todo lo que necesitaba para confirmar que ella era su reina, solo faltaba el último paso. Él la besó y luego le pidió que tomara asiento a su lado mientras los otros dos seguían de pie observando todo perplejos.

—Este no era el plan...

—¿Y cuál era? —preguntó Emily acariciando la mano de Iván que se había colocado sobre su muslo.

Él odiaba que las mujeres hablaran por encima de él, pero entendió que era capaz de permitirle todo a ella, estaba seguro que podía sacar el demonio que contenía en su interior.

Beatriz levantó los hombros en respuesta y colocó una servilleta en su regazo. Como si conversar con ella le diera igual.

—Supongo que ahora eres una zorra más. Perla...— Soltó el nombre que le habían dado como si eso la divirtiera.

Emily observó cómo un hombre alto y de piel morena se acercaba por detrás de la pareja. Sacó un arma y el clic del seguro sonó mientras apuntaba la cabeza de Maxim. Esté se limitó a observar por encima de su hombro y sonrió cuando pareció conocer al hombre, que en segundos tomó asiento a su lado, sin dejar de apuntarlo con el arma.

—Buenas noches Emily...— el hombre se presentó amablemente, mientras con su mano libre sacaba de su bolsillo un cigarro y lo encendía.

—¿Qué hacen? —Beatriz susurró viendo el arma en la cabeza de su novio.

Iván golpeó la mesa haciendo que la chica se sobresaltara, de pronto toda la superioridad que creía tener se había esfumado.

—Ninguna mujer habla en mi mesa sin permiso...—dijo con una voz tétricamente calmada. —A excepción de Emily.

Era la primera vez que Iván la llamaba así y se sintió asqueroso ser nombrada. Prefería que él la llamara Perla, no quería que Iván ensuciara su nombre.

—Emily está muerta... —susurró mirando fijamente a Beatriz y luego sonrió con ternura viendo a Iván. —Si te parece bien, prefiero Perla.

—¿Qué pasa hermano? —Intervino Maxim, él no se inmutaba. No era la primera vez que su hermano le apuntaba con un arma en la cabeza y no le preocupaba en lo absoluto.

—Primero déjame hacer unas presentaciones —dijo Iván viendo a Perla completamente fascinado. —Isaac, mi hombre de confianza.

Iván señaló al hombre que fumaba un cigarro mientras su arma apuntaba a la cabeza de Maxim, ella no lo conocía de nada, pero si apretaba el gatillo ese hombre sería su maldito héroe.

—Pronto conocerás a su esposa Valeria y sus hijos.

Ella se sorprendió ¿Tenía hijos? ¿Qué clase de padres y esposos podían ser hombres que se dedicaban a estos negocios? No podía terminar de entenderlo. Intentó disimular el asombro en su rostro, pero falló estrepitosamente Isaac casi pudo leer su mente, pero prefirió no comentar nada al respecto. La entendía.

»Esté es mi hermanito menor, un verdadero grano en el culo —continuó sirviendo un poco de vino en la copa que su preciosa chica había vaciado antes.

Maxim tensó su mandíbula y cambió la mirada a la estúpida niña que sentada junto a él intentaba mantener la calma, pero no podía disimular el odio en su mirada. Sobre todo cuando miraba a Perla... Con una mirada rápida a su chica, supo que ella lo estaba disfrutando muchísimo.

—No tengo que presentarte a Beatriz Polé ¿Verdad?

—Para nada —Respondió ella sin sacar los ojos de la que fue su mejor amiga.

—La cosa hermanito... —Ivan bebió lentamente su copa y saboreó el vino. —me estás haciendo perder demasiado dinero.

Emily pudo ver como el miedo cruzó, por un segundo, en la mirada de Maxim, como si temiera que Ivan le hiciera algo ¿sería posible?

—Se que ella tuvo bastante que ver en eso... —Sonrió mirando a Beatriz. La chica estaba aterrada, pero se obligaba a no dejarse llevar por el pánico. Si Iván era la mitad de impredecible que Maxim, sabía que eso no la ayudaría.

—Lo siento... Esas últimas dos chicas, yo simplemente no pude controlarme —dijo ella con la voz entrecortada.

—Fue mi culpa... —intervino Maxim. —Yo me las tiré y ella se puso celosa y...

Emily no podía creer lo que oía. ¿Qué tan bajo había caído Beatriz? ¿Por qué? ¿Siempre habría sido así?

—¿Se puso celosa? — Iván soltó una carcajada escandalosa.

Isaac cerró los labios en una línea delgada e intentó no reírse tanto.

Emily observó todo con surrealismo, se estaba perdiendo de algo pero no entendía qué.

—Si tu novio necesita acostarse con otras mujeres... —dijo Ivan mirando a Isaac para que terminara la frase.

—... tal vez es porque no tienes todo lo que él necesita. ¿Acaso tu madre no te enseñó amor propio, niña?

Em intentó contener una risa, pero el aire que escapó de su nariz la delató. Beatriz la fulminó con la mirada, apretando su mandíbula pero sin decir una sola palabra. Realmente respetaba a Iván.

—Pero hice todo lo que me pidieron... —dijo sacando su mirada de Emily para fijarla en el hermano de su novio. —Yo solo pedí dos cosas, quería a Emily y a Samuel muertos.

Esa confesión hizo que la sangre de Emily entrara en ebullición, estaba lista para saltar sobre la mesa y golpearla con tanta fuerza que su rostro fuera irreconocible. Pero Ivan colocó una mano en su muslo haciendo que ella lo mirara. Él sonrió, casi como si le comunicara que tuviera paciencia y confiara en él y, sin saber muy bien por qué, ella confió.




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