México – La subasta
Iván acompañó a Emily a su habitación y eligió un vestido nuevo para ella. Odiaba que la vistiera como si fuera una muñeca, pero mantenía una pequeña esperanza de que tal vez esa fuera la última vez. Si su cuidador no la había engañado eso sería todo.
—Cámbiate aquí... —dijo él tomándola por sorpresa.
Se asustó, en cuanto se quitará el vestido era probable que los protectores auditivos se cayeran y...
—Necesitó limpiarme en el baño Iván... —dijo con voz tímida, enseñándole la pierna, que quedaba al descubierto por el tajo del vestido, llena de sangre.
Él asintió y ella suspiró aliviada, disimulando con una sonrisa. Se acercó a donde él estaba y con cuidado de no ensuciarlo susurró sobre sus labios:
»No veo la hora de que está noche se termine.
Tomándolo por sorpresa, lo besó. Nunca había tomado la iniciativa, pero le gusto. Tal vez, finalmente, estaba dejándose llevar por la mejor opción que tenía. Ambos ganaban, ella no sería vendida a cualquier hijo de puta dispuesta a usarla y descartarla cuando se aburriera y el poseería como su esposa a la nieta de un líder de La Orden. Era perfecto.
—Vas a matarme...—dijo conteniendo sus ganas de desnudarla ahí mismo y hacerle el amor. Pero los negocios eran primero.
Ella sonrió pensando que nada le gustaría más que asesinarlo, tomó el vestido y corrió al baño aliviada.
Frente al espejo se quedó atónita. Iván había elegido un vestido de gala blanco que la hacía parecer una novia. Se sentía incómoda, extraña con la imagen que el espejo le devolvía. Un vestido con escote recto y sumamente ajustado a la cintura. Un tajo en la pierna tan profundo que hasta la hacía sentir insegura. Se movió con rapidez cuando Iván golpeó la puerta preguntando si estaba lista, guardar los protectores en su escote, que por suerte no era tan expuesto como el anterior y salió del baño.
Iván la observó fascinado, había elegido ese vestido con toda la intención del mundo. Era la novia perfecta, aunque cuando fuera su esposa no luciría un vestido tan simple. Pensaba que Emily tenía que ser una reina, él tenía que hacer que todos vieran quien era su esposa y que tanto podía conseguir con su poder.
Una vez en la fiesta, Emily reconoció algunos rostros de la fiesta anterior, pero esa noche eran muchísimas menos personas. Vio a quienes habían sido sus compañeras de cautiverio, ellas estaban de pie en una especie de tarima donde todos los asistentes al evento podían verlas, como si fueran ganado.
—Tengo que ir a hablar con alguien... —susurró Iván. —Tu cuidador estará contigo.
Alejandro apareció a su izquierda, ni siquiera la miró.
—Iván tiene que confiar mucho en ti para que te permita cuidarme...
—Lo hace, mi madre fue la segunda esposa de su padre. —respondió él sin mirarla.
—¿Eres su hermano?
—No —aclaró. —Mi padre murió un año antes de que se casará con su padre.
—Lo siento.
—Está por volver. Recuerda la seña...
Iván volvió con una enorme sonrisa en los labios, sujetó sus mejillas y la besó.
—Estamos listos para irnos...
—¿Qué? —Emily comenzó a ponerse nerviosa, no podían irse todavía. Tenía que pensar.
—Tengo cosas más interesantes que hacer contigo arriba.
Iván tiró de su mano pero ella no se movió, se volvió con el ceño fruncido y ella fingió algo de timidez.
—Es que...
—¿Qué pasa? —preguntó serió y nervioso, no le gustaba que la gente no hiciera lo que él quería y eso la incluía a ella.
Emily se acercó a su oído, fingiendo vergüenza. —Quiero ver.
Él se alejó sorprendido, posando una mano en su espalda baja —¿Quieres ver?
Ella asintió tímidamente. —Me siento mal por ellas, pero... quiero ver como es.
Iván no pudo evitar sonreír gratamente sorprendido. —¿Estás buscando que me enamore?
Emily no respondió y siguió a Iván mientras este la llevaba a un lugar donde podrían tomar asiento. Pero se paralizó cuando el hombre en la mesa era el mismísimo Hao Sun.
El hombre la miró de pies a cabeza y sonrió con soberbia mientras bebía su copa de vino. A su lado había una joven al borde de la inconsciencia, cuando Emily miró el brazo de la chica lo entendió, estaba drogada.
—¿Te gustó mi adquisición? —le pregunto divertido notando como Emily la observaba. —Tendremos que desintoxicarla, pero de eso se encarga mi amigo. —Señaló a Iván.
Los hombres se saludaron con animosidad, estaba claro que se conocían mucho y que entre ambos había un buen entendimiento.
—Hay rumores sobre Maxim... —Comentó mirando a Emily.
—Mi chica se encargo de la mocosa, tenía cuentas pendientes.
—¿Tu hermano?
—Muerto.
Hao Sun asintió, como si estuviera de acuerdo o esperara que Iván hiciera eso.
—Hao Sun es mi socio en los negocios. Es el encargado de mover las drogas que necesitamos para que la mercancía coopere.
Emily asintió en silencio, sin dejar de mover su dedo índice contra el muslo, contando cada movimiento. Sentía tanto asco de tener que estar escuchando a esos dos cerdos, que lo único que pasaba por su mente era tomar el arma que Iván cargaba en su cintura y meterle un tiro a ambos. Pero tenía que confiar en Alejandro, si es que él también le decía la verdad ¿Y si era una trampa?
En ese momento, mientras Hao Sun e Iván hablaban de negocios, su mente comenzó a jugarle en contra. El miedo y la idea de que todo sea un engaño, tal vez Iván poniéndola a prueba, su respiración comenzó a acelerarse e Iván fue consciente de ello.
—¿Todo bien? —Preguntó.
Ella miró a Hao Sun, el maldito la veía con diversión como si ella estuviera exactamente en el rol que él la quería, sumisa y acabada. Emily no pensaba darle el gusto, entonces la chica sonrió y colocó su mano en el muslo de Iván.
—Si, lo siento. A veces las multitudes me aturden y disocio...