Capitulo 3

— ¿Quién eres tú?
La misma sensación que recorrió mi cuerpo aquel día en la biblioteca volvió con toda su fuerza esta vez.

— No deberías estar aquí.
La presencia era aterradora —y la voz, aún peor—. Sentí un leve toque en mi hombro, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
— Ha sido difícil cuidar de ti... ¿por qué has vuelto?

DEBEMOS ACABAR CON ESTO, DOM.
TODOS HAN PERDIDO EL CONTROL.
TOMA, ¡HUYE!
ELLA ES NUESTRA ÚLTIMA ESPERANZA.
¡NO VAYAS!
ERES UN CHICO MUY FUERTE.
ELLA TE ELIGIÓ DESDE EL DÍA EN QUE NACIÓ.
USTEDES DOS DEBEN SOBREVIVIR PARA DEVOLVER LO QUE LES QUITÉ.
CUÍDALA POR MÍ.

— ¡AHHH!

— ¡Angeline!
Un dolor agudo atravesó mi hombro.
— Angeline, ¿qué ha pasado?

Con mucho esfuerzo recobré la conciencia y vi la mirada preocupada de Agatha fija en mí.

— Estoy bien... ¿qué haces aquí?
Agatha me conoce bien, y mentirle nunca ha sido fácil. El problema es que ni siquiera yo sabía lo que había pasado. ¿Quién era él? ¿Y qué fue eso?

— Alguien arrojó esta piedra dentro de la casa, y salí a ver quién lo había hecho.
Sostenía una piedra con algo escrito en ella.
— ¡Encontraste el libro, perfecto! —dije, confundida, mirando el ejemplar en sus manos.

— Pero... ¿cómo? No recordaba haber encontrado el libro. ¿Cómo estaba aquí ahora?

— ¿Cómo que cómo?
Sacudí la cabeza, me levanté del suelo y le dije que debíamos irnos de ese lugar.

— ¿Entonces vamos? —preguntó Agatha, una vez que llegamos a casa. Me di cuenta de que se refería a la dirección grabada en la piedra.

— Hace mucho que no vamos a ese lugar. —Me dejé caer sobre la cama.— No tiene sentido que ese sitio tenga algo que ver con todo esto.

— Las cosas están demasiado confusas, Angeline. No podemos descartar ninguna hipótesis.
Suspiré profundamente.

— Tienes razón. Pero, ¿quién nos está enviando estas cosas? Quienquiera que sea... sabe lo que está ocurriendo.

— O —dijo Agatha— puede ser la persona que está matando a todos, y todo esto es una trampa para matarnos a nosotras.

— Nadie quiere matarnos. —Suspiré otra vez.— Al menos... eso creo.
Tomé el libro que estaba sobre la cama y lo abrí, pero seguía escrito en ese idioma extraño.

— ¿No lograste traducirlo anoche?
Negué con la cabeza. No podía decirle que el libro había entrado en mi mente, mostrándome personas que nunca había visto... y casi me había matado en el proceso.

— Estoy lista. ¡Vamos!
Miré a Agatha, que una vez más cargaba su mochila llena de objetos afilados. Salimos de casa tratando de entender el libro, pero todos nuestros intentos fueron inútiles. Finalmente, llegamos al lugar donde habíamos crecido.

— ¿Qué ha pasado aquí...?
Hacía ya cuatro años que habíamos dejado el orfanato, pero no era tiempo suficiente para que toda la estructura estuviera en ruinas, con un cartel que decía: Área Restringida.

— Entremos. —Pasé por debajo del cartel, recibiendo una mirada fulminante de Agatha.

— Aquí dice “Área Restringida”, Angeline. No deberíamos estar aquí.
Puse los ojos en blanco y continuamos buscando algo.

CUIDADO.
Me detuve de inmediato, observando el lugar con atención, pero no vi nada que indicara peligro.

CUIDADO.

— Agatha, será mejor que nos vayamos.
Ella me miró confundida.

¡HUID!

— ¡AGATHA!
Intenté correr hacia ella cuando vi aquello detrás de su cabeza. Antes de poder hacer nada, sentí un fuerte golpe... y todo se volvió negro.

¡NO DEBERÍAS CASTIGAR AL RESTO DE NOSOTROS POR UN ERROR TAN ESTÚPIDO!
— ¿Error estúpido? ¡Nos estamos convirtiendo en animales!
— ¡Moriremos si haces eso!
— Pongo toda mi esperanza en ella... en ustedes dos.
— ¡NO!

Desperté sudando frío, con un dolor punzante en la cabeza. Miré alrededor y me di cuenta de que no estaba en mi casa.

— Angeline.
Giré el rostro y vi a Agatha a mi lado.

— ¿Agatha, estás bien?
Ella asintió.

— ¿Dónde estamos?

— No tengo idea.
Agatha caminaba de un lado a otro en lo que parecía ser una habitación, repitiendo una y otra vez que seríamos la cena del monstruo.

— ¡Lo sabía! Era una trampa. Ahora moriremos aquí y nadie lo sabrá. ¿De quién fue la idea de venir?

Nuestra atención se dirigió hacia la puerta... que se estaba abriendo.

— ¡Despertaron!