La oscuridad de la Corona

Capitulo 1: Dolor en el Corazon

 

​​​​​​—Es lo que esperaban, sus majestades?.

En silencio mi vista volvió a la joven diseñadora que me hablaba. Asentí forzando una sonrisa en mi rostro y fije mi vista en el vestido que se encontraba frente a mí, no se podía negar que era precioso y sin dudas aquella muchacha hacía bien su trabajo.

—Palabras Sophia, usa tus palabras

Una voz cortó el silencio que se había formado, la joven agachó aún más su cabeza al escuchar el tono cargado de advertencias de mi madre. Sentía lástima por ella, por presenciar tan incómodo encuentro.

—Por supuesto Madre… Es un vestido encantador, perfecto para la ocasión

Claro que era encantador… Si tan solo me gustara todo lo que aquella prenda desprendía, aquella elegancia digna de la realeza junto a la deslumbrante cantidad de joyas y accesorios que llevaba consigo. Mis pensamientos se fugaron del lugar cuando mi madre, con una sonrisa victoriosa, llevó su atención a la joven que nos atendía. En otro momento me preocuparía por ella y la incómoda situación, más ahora mi atención la tenía una chica por fuera de la tienda.

No era parte de los periodistas, ni fotógrafos… Mucho menos parte de la seguridad que mantenían a todas las personas de antes fuera de nuestro alcance. No, ella resaltaba.

Como si fuera algo hipnótico me quede mirando como su cabello se movía por la brisa y pequeños destellos verdes aparecían entre el manto negro que los ocultaba.

Si tuviera que describirla en una palabra, sería misteriosa… Porque se movía entre la multitud con gracia, burlando a todo aquel a su alrededor que trataba de detenerla en su camino. Tal vez sintió mi mirada en ella, o tal vez ya sabía que tenía toda mi atención, no estaba segura.

Pero podía apostar que la sonrisa que me dedico cuando vio mi dirección y antes de desaparecer no prometía nada bueno… Y por alguna razón eso me gustó.

—Sophia por favor, ¿Puedes centrarte?

Si en algún momento de los segundos (o minutos) anteriores me había relajado y entusiasmado, esos sentimientos ya se habían esfumado. En mi mente

Recordé las palabras básicas de mi madre para cuando estuviéramos en público “espalda recta y sonrisa amable” por lo que cumpliendo con aquel mandato volví a mirar en su dirección, con una sonrisa tan fingida que hacía doler mis mejillas.

—Por supuesto Madre, pero debo recordarte que es la hora del té

Si había algo bueno, era que mi progenitora lo consideraba su momento favorito (Por no decir sagrado) del día, por lo que cuando medito mis palabras no le tomo mucho asentir al estar de acuerdo.

—Tienes razón querida, debemos irnos… La señorita Thorne se comunicara con usted para determinar los detalles faltantes

La joven de la tienda no tuvo mucho tiempo para formular palabra cuando ya nos estábamos marchando de aquel lugar. Y por alguna razón, busqué a la misteriosa chica de cabello verde por allí, mas era inútil. No estaba por ningún lugar.

 

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Las puertas de cristal se cerraron a mis espaldas y un suspiro se escapó de mis labios. Era el primer momento a solas que tenía en el día, aunque sabía que no duraría mucho, no podía evitar disfrutarlo.

Desde el balcón del palacio los rayos dorados del sol filtraban a través de las hojas de los árboles, la fragancia de las flores en macetas llenaba el aire, embriagándome con su dulzura. En el centro, la mesa de té, parecía sacada de un típico cuento con su vajilla de porcelana finamente decorada y sus tazas de plata brillando bajo la luz del sol. Y los cojines de terciopelo en las sillas invitaban a sumergirse en la comodidad que aparentaban.

Tome asiento en una de las sillas permitiéndome ese  pequeño momento para mí, dejando que mi mente se deje llevar por lo que me rodea y dejando salir a flote aquel sentimiento de libertad que guardaba en lo más profundo de mi ser.

Disfrutaba de esos momentos a solas, dónde no tenía reglas que seguir, a nadie que obedecer… Ni demostrar ser perfecta ante los demás. Eran esos momentos en lo que podía ser yo misma. Para mí mala suerte, mi momento de libertad no duró mucho ya que poco después mi madre apareció por aquellas puertas en las que segundos antes me encontraba. Tomo asiento sin dirigirme la mirada, preparo su taza ya lista para tomar y tras dar el primer sorbo simplemente hablo.

—Te encuentras muy callada hoy… ¿Estás bien?

—¿Ahora te preocupa? Parecías muy cómoda con mi silencio más temprano

Mis palabras eran cortantes y muy probablemente no debería responderle de esa forma a mi madre, no en público al menos. Pero aquí estamos lejos del mundo, encerradas en un palacio con grandes murallas y guardias por doquier.

Mientras suspiraba, le di un sorbo a  la taza de té que se encontraba en mis manos, con una mirada expectante hacia ella, quería ver qué me diría esta vez. Si un regaño por mi mal comportamiento en la mesa o uno de sus discursos sobre deberes y obligaciones.

—Mira Sophia, sabes cómo es esto, debes mantener tus modales cuando estamos fuera…

—... Eres una princesa y debes comportarte como tal. Si madre, lo sé

—A tu habitación

—Pero…

—¡Ahora Sophia! ¡No quiero verte!

La mire por unos segundos, atónita de su respuesta. La taza de té tembló en mis manos y lentamente la baje hasta dejarla sobre su platillo correspondiente. Tome aire antes de simplemente levantarme de mi asiento y emprender camino en dirección a la puerta, pero cuando hice ese pequeño recorrido y mi mano estaba a punto de abrir, volteó a verla por unos segundos. Sintiendo como mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas y mi mente de pensamientos intrusivos.

—¿Esto es porque no logro ser lo suficientemente complaciente como Adrián? ¿Es eso?




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