La otra cara del príncipe

Capítulo 5

Tuva Eke pasaba la mayoría del tiempo pendiente a la actividad que ocurría fuera de su torre. La forma en que lo hacía era muy simple: miraba a través del ventanal.

 

Los movimientos cerca de la torre se habían hecho cada vez más recurrentes, pues desde su regreso a la herencia familiar y el establecimiento como tegim, mucha gente lo había ido a visitar, sus dos hermanas menores, su padre, el señor Urdus y muchos otros funcionarios que ni siquiera él conocía. Sin embargo, en ninguna ocasión sus hermanos habían acudido a él, Tuva Eke pensaba que ellos todavía estaban debatiendo la elección de la máscara a llevar en la inminente visita que le debían hacer.

 

No solo ellos estaban ocupados escogiendo su antifaz, también lo hizo Tuva Eke. Aunque con mucho tiempo de anticipación… Dieciséis años para ser exactos.

 

Finalmente, ese día fue el escogido por los hermanos para ir a visitarlo. Los tres hermanos presentes en el campamento, entraron por la puerta principal de la torre para ir a verlo por primera vez en 16 años.

 

Al primero que vio Tuva Eke fue a Torgan tegim, el mayor de todos. Los ojos de Tuva Eke ardieron de una manera diferente en cuanto la mirada de posó sobre Torgan. Nadie se dio cuenta del fulgor que lo quemaba por dentro, de la ira que arrasaba con todo y no dejaba nada.

 

Torgan nunca iba a poder pagar la afrenta que había cometido contra Tuva Eke, porque la movilidad de la pierna del segundo hermano nunca más iba a regresar.

 

¡Era un lisiado gracias a Torgan! De eso estaba seguro Tuva Eke.

 

—¡Segundo hermano! —saludó Altai tegim, el último de los hermanos.

—No seas estúpido, Altai. Ni siquiera te entiende —respondió Amgalan tegim, el cuarto de los hermanos.

—Es un maldito, pero ahí es donde debe estar y no aspirar a lo que no le pertenece ni le pertenecerá jamás —aceptó Torgan.

—No sean crueles con Tuva Eke, tal vez pueda sentir la mala actitud de ustedes hacia él.

—No tiene mente, ¿acaso tendrá sexto sentido? —burló Amgalan.

 

Los tres hermanos terminaron de hablar cuando vieron salir al señor Yul detrás de uno de los espejos cubiertos con lonas oscuras. Pocos se habían dado cuenta de su presencia detrás de las supuestas paredes.

 

—Herederos —saludó respetuosamente—. ¿Qué los trae por aquí?

—Hemos venido a visitar a nuestro hermano —respondió Torgan como vocero del resto—. Usted debe ser el señor Yul, ¿verdad?

—Así es.

—Bien, ya que usted está presente, le haré saber que quiero ofrecer una fiesta en honor a mi hermano Tuva Eke, su regreso a la familia, su salida del olvido.

—Torgan tegim, no creo que sea una buena idea… Su hermano no está en condiciones de asistir a fiestas.

—Bueno, entonces se hará aquí, ¿le parece?

 

El señor Yul giró el rostro hacia Tuva Eke esperando la señal de aceptación o rechazo de lo propuesto. Su rostro indeciso escondió perfectamente su intención. Y regresó la mirada cuando Tuva Eke movió ligeramente los dedos; había aceptado.

 

—Torgan tegim, estoy indeciso, pues Tuva Eke tegim no ha recibido muchas visitas desde que ha estado viviendo aquí. Debe saber que hace poco salió del letargo… No creo que su salud permita su fiesta.

—Será algo moderado, no me excederé en los límites que tiene mi hermano.

 

El señor Yul quedó en silencio por unos breves momentos antes de aceptar:

 

—Está bien.

 

Los hermanos de Tuva Eke no tardaron más tiempo dentro de la torre y cuando ya hubieron establecido la fecha de la fiesta que harían en honor a Tuva Eke, se marcharon sin muchas despedidas.

 

El señor Yul supervisó la salida de los hermanos de su amo mientras Tuva Eke miraba la salida de los caballos pura sangre pertenecientes a sus hermanos. Cuando el señor Yul regresó, no pudo evitar preguntar los juicios sacados e impresiones que dieron los hermanos a su amo.

—Joven amo, sus hermanos al parecer siguen siendo de poca confianza… Aunque, Altai parece que lo defiende.

Tuva Eke esbozó una débil sonrisa.

—No es lo que parece, señor Yul —respondió sin alterarse.

—¿Por qué lo dice? —interrogó lleno de curiosidad.

 

Tuva Eke se levantó del lecho con la ayuda de su bastón y caminó con dificultad hasta llegar al espejo trasero al que utilizó el señor Yul para esconderse.

 

—Mis hermanos no son de confianza, pero en cuanto a Altai noté algo diferente —Indicó mientras señalaba con su dedo, la esquina del espejo que estaba descubierta de la lona—. Es astuto. Desde el lugar donde estaba él, de seguro te vio.

—Él ya sabía de mi presencia —aceptó sorprendido.

 

Tuva Eke asintió con la cabeza mientras caminaba hacia el lugar donde se había ubicado Altai tegim, y desde ahí observó la esquina del espejo

 

—Señor Yul, ve tras el espejo —ordenó

 

El señor Yul así lo hizo, de inmediato la figura del hombre se reflejó en la esquina inferior del espejo. Tuva Eke sonrió satisfecho por la comprobación de su teoría.

 

—Altai será un personaje difícil de predecir, porque mientras Torgan y Amgalan demuestran abiertamente su desprecio hacia mí, Altai lo esconde.

—Tal vez él no lo odie… ¿Y si quiso congraciarse con usted?

—Eso tocará descubrirlo —confirmó mientras regresaba al lecho y se sentaba—. En cuanto a mis otros dos hermanos, ¿qué ha pasado con ellos?

—Tanto el tercer hermano, como el quinto se han reunido en el ejercito desde que cumplieron catorce y trece años respectivamente —avisó el señor Yul—. Escuché en boca de las esclavas, que el tercer hermano es el de más confianza en el campamento del lobo.

—Veamos si podemos conseguir acercarnos a ellos.

—Joven amo, escuché también que el tercer hermano regresará del ejército para visitar al gran khan, de seguro esta será su oportunidad para establecer algún vinculo con él.




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