La otra cara del príncipe

Capítulo 14

Alimceceg sonrió complaciente cuando Bortei abrió los ojos. En la tienda solo quedaban ellas dos.

 

Todo había salido como se planeó, la actuación de Bortei había sido muy convincente, incluso Alimceceg tenía que reconocer que, de no haber sabido que su prima fingiría un desmayo, habría caído redondita en el juego.

 

 

Era algo inherente en Bortei, su engaño era sutil como el de una víbora de mil colores. Pero allí se encontraba su prima débil, delgada y con los ojos nublados de miedo. No parecía ser la misma Bortei que la molestaba años atrás.

 

 

A Alimceceg se le había demasiado difícil adaptarse al extraño comportamiento de Bortei. Era muy perturbador pensar que una persona ardiente y revoltosa se había convertido en un mar de nervios cada vez que su nombre era pronunciado. Algo era certero; Torgan tegim había ido más allá de lo que se podía permitir.

 

—Tengo miedo, Alimceceg —susurró con los ojos empañados de lágrimas—, ¿qué me va a pasar cuando todos se vayan? ¡Torgan me matará!

 

—No te debes preocupar… Simplemente, recuérdale quién eres y de lo que eres capaz de hacer si se atreve a ponerte un solo dedo en ti.

 

—Me encantaría recordar quién soy, Alimceceg —murmulló roncamente—. Pero no pensé que un matrimonio sería tan cruel… Debí haber hecho algo para impedir casarme cuando tuve la oportunidad.

 

—Bortai, no todos los matrimonios son crueles ni aportan amargura —respondió nada segura y solo para tratar de calmar a su prima—. Creo que no pueden ser tan malos si se escoge a la persona correcta.

 

Bortei esbozó una sonrisa tenue y sin forma.

 

—¿Es así? —reprochó con burla—. Mi padre nunca amó a mi madre y solamente se casó con ella porque lo obligaron a hacerlo, gracias a ella es que se convirtió en khan. Mi padre ha tenido muchas esposas en su vida y te puedo asegurar que no ha amado a ninguna… Ahora, tu padre no es tampoco la imagen de un esposo ejemplar, fue capaz de encerrar a tu madre alegando que ella estaba demente —expresó con tristeza y un poco de rabia—. No hemos crecido con un ejemplo que nos haga pensar que nuestros matrimonios serán diferentes… Mi matrimonio y el de mi madre fue idéntico, nada más hubo una diferencia: de que no creo poder hacer de mi marido el khan Karluk —dijo mientras se secaba las lágrimas con la manga de su vestido. Cuando terminó volvió su mirada a Alimceceg—: En verdad espero que tú no termines como tu madre; encerrada y aborrecida por todos.

 

 

Alimceceg quedó petrificada. ¿Podía pasar eso que decía Bortei?, ¿en realidad estaba destinada al fracaso como su madre?

 

 

 

 

[…]

 

 

Alimceceg, Ockchi y Khozul se escondieron tras un matorral de arbustos mientras observaban a lo lejos un pozo alejado al campamento. Estaban allí porque querían hablar con la amante del tegim antes de que Bortai hablara nuevamente con el khan Karluk.

 

—¿Cómo haremos esto, Alimceceg? —se quejó Ockchi, pues a su parecer lo que planeaban hacer era algo arriesgado—. Si esa mujer resulta del agrado del khan Karluk, entonces es muy posible que le dé la razón a su hijo por tener otra mujer.

 

—Eso es imposible —sentenció Khozul—. El khan Karluk sabe cuáles son las cláusulas del matrimonio… Él no actuaría tan imprudentemente, pues sabe que el tegim solo puede tener una esposa, es decir Bortei.

 

—¡Esto es una locura, no va a funcionar! —volvió a vociferar Ockchi. Pero Alimceceg simplemente dejó de escucharla, no le interesaba en absoluto las palabras sin sentido de Ockchi.

 

—Va a funcionar —respondió Khozul muy convencida.

 

Alimceceg asintió dándole la razón y miró una vez más en dirección de uno de los pozos del campamento Karluk. Según lo dicho por Bortei, la amante del Torgan tegim, que era una esclava de nivel raso, siempre recogía agua durante la mañana.

 

 

El lugar era perfecto para la maniobra que planeaban hacer; era solitario y sobre todo alejado. En pocas palabras, simplemente adecuado.

 

 

—¡Ahí está, debe ser ella! —exclamó Ockchi.

 

Alimceceg levantó la mirada y reparó en la mujer. Recordó la descripción que le había dado Bortei sobre dicha esclava y empezó a buscar cada similitud en la que tenía delante de sus ojos.

 

Primero, la amante de Torgan tegim tenía el cabello cortado a la altura de la nuca. Era el indicador de que era esclava, y efectivamente la mujer llevaba aquel corte. Segundo, la mujer siempre llevaba dos colgantes en forma de lobo en sus muñecas, y nuevamente se volvía a rectificar la identidad de la mujer.

 

—Es ella, apresémosla antes de que se nos escape —advirtió en un susurro.

 

Las tres dieron pasos largos y silenciosos hasta poder ubicarse alrededor de la esclava.

 

—Así que eres tú la que ha causado todo este alboroto —inició Khozul mientras ponía sus manos sobre los hombros de la esclava y la obligaba a arrodillarse. Sin embargo, no tuvo éxito. La mujer se liberó del agarre y se echó hacia atrás.

 

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó con una mueca de desagrado y enojo—, ¿no saben quién soy?

 

La mirada de Ockchi se agudizó sobre la esclava mientras sonría con diversión.

 

—¿Quién eres tú? ¿Acaso eso importa? —se burló Ockchi mientras rodeaba a la mujer para buscar intimidarla. Alimceceg sabía sus juegos y su estrategia sí que era efectiva—. Aquí lo importante es que sepas quienes somos nosotras y lo que esperamos de ti.

 

—¿Quiénes son ustedes? ¿Es que son princesas? —refutó en son de burla.

 

—Oh, ¿qué comes que adivinas? Por supuesto que lo somos… Ahora, ¿qué haces tú todavía de pie?

 

—¡Es mentira! El khan Karluk solo tiene dos hijas.




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