La otra cara del príncipe

Capítulo 15

Alimceceg ingresó al salón del trono y se ubicó tras su padre mientras veía que Bortei avanzaba hacia adelante hasta sentarse justo al lado de Torgan tegim. Por las expresiones tensas de su rostro, Alimceceg supo que Bortei estaba demasiado nerviosa y que trataba de contenerse frente a todos.

 

—Bien, la princesa Bortei hoy está más calmada. Iniciemos con las preguntas, princesa —inició el khan Karluk—. ¿Por qué lloraste tan desconsoladamente ayer?

 

Bortei suspiró nerviosamente mientras trataba de respirar con tranquilidad.

 

—Gran khan, como esposa del tegim y parte firmante del contrato entre ambas tribus, me siento humillada.

 

—¿Qué quieres decir? Torgan tegim dijo que no ocurría nada entre ustedes —inquirió el khan Karluk confundido—, ¿qué está pasando?

 

—Ese es el problema, gran khan. Entre Torgan tegim y yo no pasa absolutamente nada, porque él ni siquiera ha puesto sus ojos en mí y sigue tras una esclava cada día —expuso sin mirar hacia al lado, pues sabía que Torgan estaría enfurecido y de solo pensarlo, le daba pánico—. El tegim ha incumplido una de las cláusulas del contrato, así que yo puedo solicitar un acta de separación consensuada. Torgan tegim tendrá el camino libre para estar con su amante y yo podré descansar de verlo en brazos de otra mujer mientras a mí me aborrece con todas sus fuerzas.

 

 

Bortei trató de verse lo más segura y amenazante posible. Sin embargo, su voz la traicionó, pues tembló del miedo.

 

 

El khan Sekiz Oghuz apretó los puños. Le enojó saber que su hija estaba siendo tratada sin honor. ¡Su hija estaba siendo despreciada! Por su parte, el khan Karluk miró a Torgan tegim seriamente. Pues, aunque trataba de esconder su ira, se sabía a leguas de que el hombre quería explotar, pero que no lo hacía por respeto a sus invitados.

 

—Torgan tegim, ¿qué tienes para decir? —interrogó el khan Sekiz Oghuz—. Si esto resulta ser cierto, este contrato se puede dar por terminado —sentenció enojado—. ¡No permitiré que trates a mi hija de esa manera!

 

 

Torgan tegim miró de reojo a Bortei. Se notaba que quería ahorcarla frente a todos.

 

—¡Esto no es cierto, son suposiciones de la princesa!

 

Hubo un silencio incómodo en la sala, que solo se rompió cuando el khan Karluk decidió hablar:

 

—Esto es una acusación seria, y por eso me gustaría saber si tienes algún testigo que respalde tu teoría.

 

 

Bortei asintió de inmediato. Lo que más quería la mujer era deshacerse rápido de aquel interrogatorio. Odiaba verse tan vulnerable frente a otros.

 

—De hecho, he traído a la mujer. Ella misma podrá dar testimonio de lo que yo le digo, gran khan —habló finalmente—. Por favor, considere la cancelación del matrimonio.

 

—Haz pasar a la mujer —ordenó seriamente. Cualquier gobernante lo estaría al saber que la aparente paz hecha con matrimonios se le estaba desmoronando a pedazos, a grandes pedazos—. Quiero ver quién es y qué va a decir.

 

 

Bortei miró cuando la esclava entró a la sala y suspiró nerviosa, pues no sabía exactamente como su prima había convencido a la esclava de hablar. Aunque, ella ya sospechaba que Alimceceg había utilizado amenazas, pues de lo contrario aquella mujer simplemente se habría negado o hasta suicidado con el objetivo de llevar el secreto a la tumba.

 

 

La esclava se postró ante el khan y ni siquiera fue capaz de levantar su rostro.

 

 

—Me han dicho que te ves con mi hijo, ¿eso es cierto? —preguntó mientras trataba de oírse calmado—. ¿Es cierto que el Torgan tegim se ha fijado en ti?

 

 

La esclava tembló en el suelo. El miedo la consumía.

 

 

—Gran khan, eso es cierto —declaró fácilmente, sin atreverse a negar—. El Torgan tegim se ha fijado en mí.

 

El gran khan se levantó del trono aceleradamente. Estaba rojo de la ira, pues la jefatura se le estaba saliendo de las manos. Ya ni siquiera su hijo lo respetaba y se atrevía a tener mujeres a sus espaldas.

 

 

—¡Él prometió que se casaría conmigo! ¡Me lo prometió! —aseveró con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas.

 

 

Torgan tegim, quien se había mantenido en silencio hasta ese momento, no siguió conteniendo su furia y le gritó a la esclava:

 

—¡Mujer estúpida! —vociferó—, ¿Cómo puedes decir que yo te prometí un matrimonio? ¿Cómo puedes siquiera pensar que eso pasará? ¡Soy un príncipe, un heredero y tú, una esclava!

 

 

La esclava bajó la mirada confundida, pero de una vez halló la estocada final con la que librarse de la culpa.

 

—¡Él me engañó! —gritó mientras lloraba ruidosamente—, y yo fui tan tonta de creerle. Gran khan, sé que el Torgan tegim es su hijo, pero yo aquí también soy víctima.

 

 

El khan Karluk miró a su hijo. La intensidad de sus ojos igualó a la mortalidad de las espadas. Una mirada que nadie quería recibir por parte de uno de los gobernantes de la extensa estepa.

 

—Llévensela fuera de aquí, sáquenla del campamento. ¡Qué nunca vuelva a pisar esta tierra! —advirtió enojado mientras bajaba las escalinatas y se posaba frente a la esclava. Se agachó hasta quedar a la altura de la mujer y susurró en su oído: —si vuelves a entrar a este lugar aseguro que no dudaré en matarte.

 

 

La esclava se echó para atrás impulsivamente y empezó a alejarse del khan a rastras hasta conseguir salir del salón del trono.

 

 

—Ahora, teniendo en cuanta las leyes, los términos del matrimonio y la solicitud de la novia sobre la separación consensuada, he decidido que debe aceptarse. Nosotros los Karluk estamos de acuerdo con esto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.