La partida sin adiós

Capitulo I

Relaciones a distancia: cuan difíciles pueden llegar a ser, pero suelen decir que solo los fuertes sobreviven. Yo quería ser de los fuertes, y demostrar que la distancia no define la cantidad de amor que das o recibes. Así quise ser yo, aquel que se mantiene firme en la tierra y persevera como el más fuerte, pero me equivoqué; aquella bella mujer me hizo sentir inseguro, débil. Pude sentir por primera vez en mi vida ese miedo de perder algo o a alguien a quien aprecias.

Yo era una persona de carácter frío; la mayoría de mis amigos de ese entonces me conocían por mi gran frialdad al hablar sobre el amor. Podía ser muy animado, feliz, gracioso, social, pero cuando se trataba de hablar del amor era una persona completamente diferente. Cuando mis amigos y amigas me contaban sus problemas amorosos, yo me convertía en un filósofo, aquel que busca dar respuesta a tus incógnitas y busca darle una razón de ser a las cosas. Era muy maduro y serio con ese asunto, porque sabía que era el amor, y cuán inservible podía llegar a ser.

Vivía en aquella época en la cual el amor ya había pasado de moda; ahora todos al apenas conocerse en una fiesta se besaban sin pudor alguno; había jodas, pegues, ligues y todo tipo de "vínculos" por así decirlo, porque, haber no nos equivoquemos, aquellas cosas no eran ni relaciones amorosas ni nada que se le parezca; simplemente era relacionarse con otro ser vivo porque tal vez te gustaba físicamente.

El amor era una palabra que no existía ni tenía sentido en mi época. Se trataba solo de buscar al más guapo, popular, al de más dinero, y muchas cosas así. La palabra amor se le podía decir a cualquiera, incluso si no lo amabas de verdad, porque así eran los sentimientos de las personas en aquella época, o bueno lo siguen siendo. Lo más importante era ser un chico guapo, popular y simpático, y si eras una chica, tenías que ser bonita, popular y social, y si eso no aplicaba contigo, al menos debías tener las reglas básicas que todo hombre busca tener de una mujer, el 60, 90, 60.

El amor era simplemente asqueroso para mí, y podía demostrarlo con tan solo mirar a muchos de mis conocidos, los cuales podían llegar a tener una doble moral detrás de cada uno de ellos, alagando, juzgando, opinando o sexualizando los cuerpos de las mujeres.

En aquel entonces ser una chica podía llegar a ser un asco, y más si tenías amigos o compañeros con mentes lo suficientemente sucias como para sentirte insegura al comer un helado junto a ellos.

Por eso y mucho más, yo era una persona cerrada al amor, porque yo era el único que buscaba algo auténtico y duradero. Recuerdo salir con varias chicas, las cuales jamás me vieron por mis sentimientos o por mis cualidades; simplemente les gustaba físicamente, y era alguien de quien se puede presumir y usar para dar celos a tus amigas.

Solo era un joven con problemas de apego emocional hacia las pocas personas que me mostraban afecto real, y eso me cautivo de ella, ella era aquella mujer que me haría pensar que casarme no era tan mala idea, lo cual jamás estuvo en mis planes...




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