La partida sin adiós

Capitulo III

El colegio era mi única prioridad, pero de la noche a la mañana cambié de parecer.
Daniela era una joven pura y hermosa, a la cual yo amaba como un loco. Puedo incluso llegar a creer que me veía como un tonto enamorado respondiendo sus mensajes.
Recuerdo haber estado acostado en mi cama aquella noche, en la cual me puse a revisar mensajes de aquel grupo. Era un grupo que habían creado recientemente; tenía alrededor de unas 20 a 30 personas; era un canal súper pequeño, a comparación de muchos otros que existían.
Entre esas 20 a 30 personas estaba ella; recuerdo que nuestra conversación en aquel grupo surgió gracias a un comentario muy gracioso que ella había hecho, en el cual decía que se casaría con un personaje ficticio y nos invitaba a todos a su boda.
La gente de aquel grupo siempre apoyaban tales locuras, tanto así que incluso yo comencé a participar activamente en aquel grupo.
Recuerdo que la conversación alcanzó tal escala que incluso estábamos buscando y enviando fotos de juguetes sexuales para su luna de miel.

Si era la primera y única vez que me porte como un maldito adolescente hormonal, la conversación era tan activa y divertida que todos estábamos pensando en todo, comida, lugar, centros de mesa etc. Cuando parecía que la conversación estaba en su punto final, Daniela nos envió las invitaciones de su boda, donde se mencionaba su nombre y la de aquel personaje. La creadora del grupo ya había decidido hacer de párroco para unirlos en santo matrimonio.

Suena tan tonto, pero así fue. Después de aquella noche y tremenda desvelada, comencé a charlar más con ella y todos los del grupo, a tal punto que ya no guardaba mi teléfono en mi mochila para no distraerme en clase, sino que en el bolsillo del pantalón para estar pendiente de los mensajes.

Aun así, mi rendimiento académico jamás llegó a ser perjudicado, pero siempre pensaba en lo que todos estarían charlando, o en lo que ella estaría escribiendo en aquel grupo.

Una noche, mientras hablábamos, decidí armarme de valor y pedirle su usuario de Instagram. En aquel entonces ella no tenía esa red social, pero se creó una cuenta para charlar conmigo. Entonces yo le escribí al privado, le envíe mi usuario, y ella hizo lo mismo.




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