Eran junio, y por fin había concluido mi labor como estudiante en el colegio, y las vacaciones comenzaron. Estaba tan feliz que el estrés de mis hombros comenzaba a desvanecerse.
En la primera semana de aquella época, Daniela y yo habíamos tenido una discusión, aquella que escaló hasta tal punto que dejamos de hablar por un tiempo. Decidí no darle importancia, ya que me decía a mí mismo que era una discusión normal entre parejas, y simplemente ella necesitaba un tiempo.
En ese momento estaba tan enojado que comencé a presionarme a mí mismo en los entrenamientos. Solo quería estar ocupado para no pensar en Daniela.
Una noche mis amigos me invitaron a una fiesta, a la cual yo accedí a ir, ya que desde que comencé a salir con Daniela no les había prestado interés a los eventos sociales. Fui a aquella fiesta y bebí algunas copas; varias chicas se acercaban a charlar conmigo, y yo en mi conciencia de borracho solo les hablaba de mi novia, y de inmediato dejaba de interesarles.
Mis amigos intentaban animarme y yo solo podía pensar en cuanto la extrañaba; entonces, como cualquier persona enamorada y con datos móviles en el teléfono, le escribí a Daniela.
Y como todo hombre despechado buscando el perdón de su amada, puedo decir que me humille; muero de vergüenza por aquellos mensajes que le envíe, incluso algunos audios, los mismos en los que se me escuchaba escurrir algunos mocos entre sollozos.
Aquella mañana en la que desperté todo sobrio y resacado, pude descubrir que era capaz de sonrojarme más de la cuenta solo por estar avergonzado de algunas de mis acciones en mis momentos de alcohol, volviendo al tema.
A la mañana siguiente recibí su respuesta, y como por arte de magia todo volvió a su sitio, y nuevamente nos reconciliamos y aceptamos nuestros errores como una pareja madura.
Pero esa felicidad no duró nada; nuestra relación se había vuelto tan indiferente, que muchas veces ella solía dejarme en visto y no contestar mis mensajes.
A lo cual yo respondía de la misma manera, lo que también estuvo mal de mi parte, aún que estaba bastante ocupado en aquel tiempo con los entrenamientos, así que supuse que ella también estaba ocupada disfrutando de sus vacaciones o cosas por el estilo. Quiero aclarar que mis entrenamientos no son una justificación a mis acciones; admito que fue mi error también por no buscarle una solución madura a aquella situación, pero no era yo el único que estaba en esta relación; no quería ser el que daba todo, y también el que lo perdía todo; solo tenía miedo, miedo a perderlo todo, y volverme frágil como la cerámica.