Todo por lo que había luchado se había desvanecido en el tiempo, como si la vida me demostrara cuan cruel y realista podía llegar a ser.
Nicole era aquella que sabía todo sobre Daniela y cuánto la amaba; ella sabía cuán roto estaba; todo era tan doloroso.
Supongo que no lo mencioné, pero en nuestra primera ruptura Nicole estuvo apoyándome, insultándome y consolándome, pero me insultaba más que nada, sabía que había sido un imbécil, y que me lo merecía.
Como cualquier despechado en aquel entonces, me culpaba por todo, y sufría en silencio. Nicole sabía un 90% de lo que había sucedido; la verdad es que ella había dicho algo en el pasado que después me impactó.
Disfruta esos mementos, porque pueden durar muy poco.
A pesar de ser unos tontos cuando nos juntábamos, también había momentos poéticos entre nosotros.
Aquella fue la única que sabía de mi dolor; recuerdo que le había dicho en forma de broma que si volvía con Daniela me tiraría unas microondas, a lo que ella respondió que no tenía. Supongo que jamás pensamos que yo sería tan imbécil.
Cuando volví con Daniela después de la ruptura, tenía muchos problemas. Mi vida tenía tantas cosas enredadas, y bueno, Nicole, como era normal, se enojó conmigo a tal punto que puedo decir que me quería tirar del tercer piso de un edificio.
Pero yo aún tenía esperanzas, tanto así que había comprado unos boletos para un viaje hacia su país, dándome también de baja en el vóley, pero nunca emprendí el viaje, porque volvimos al mismo círculo de ignorarnos. Entonces yo volví a ser el mismo idiota despechado, excediéndome en el vóley hasta tal punto de romperme un tendón en pleno partido, terminando con mi vida de deportista.
Y cuando pensé que no podía ser más desgraciado llegó nuevamente la despedida, aquella fría despedida que terminó de arruinar mi vida. Todo se había ido al carajo.
Nicole me lo había advertido: perdí mi personalidad, mi máscara que me protegía, mi felicidad, mi bonita manera de amar, mi deporte favorito, mi vida como atleta, mi estabilidad emocional, y bueno, un tendón, jaja, lo digo en forma de broma, porque carajo, cuan más acabado podía estar...
Las palabras sabias de mi padre resonaron en mi cabeza como una banda de tambores.
Lo que pronto comienza, pronto acaba.
Más imbécil no pude ser; ahora tenía que aceptar mi realidad y aprender a vivir con ella, aún que esta fuera como una navaja en mi pecho.