En uno de los robles gordos de Säradwer con dirección el sur habitaba un enano alegre. Su nombre era Elthiar Daltor Baratyr III y tenía la edad de cincuenta ocho años, era por consiguiente de los enanos más jóvenes en Säradwer, su apariencia no aparentaba más de los treinta años en un humano; era como el resto de sus amigos y familiares, muy feliz.
Un amanecer como cualquier otro iluminaba las coronas de los árboles de Säradwer y los bellos rayos de sol cruzaban a través de estos hasta llegar a las ventanas de sus hogares. Fue así como el brillo de la luz del sol hizo que el enano Elthiar despegara los ojos y extendiera los brazos dando un fuerte bostezo, posteriormente se sentó sobre la cama y por unos breves instantes miró a la nada, <<es demasiado pronto para despertar, unas horas más de sueño no le harán daño anadie>> pensaba él mientras sus grandes ojos con lagañas se perdían en la nada. Así que se puso de pie por fin decidido a descansar un poco más, fue hasta su ventana e iba bostezando mientras caminaba hasta llegar para cerrarla. Una vez quedó cerrada se volvió a su cama y puso su almohada sobre sus orejas, así ni el bello canto de las aves le molestaría <<descanso al fín>> se decía así mismo, deseando despertar hasta la tarde; hasta que alguien toco su puerta.
—¡Señor Elthiar! —gritaban por afuera de la puerta —. ¿Está en casa señor Elthiar? -preguntó aquella voz de un enano más joven.
—Claro que tiene que estar, a estas horas seguro está preparando el desayuno -murmuró una voz más gruesa. Seguramente de un enano entrado en años.
—Uy entonces llegamos a la hora correcta.
Elthiar no conciliaba el sueño por aquellos gritos y murmullos detrás de la puerta, haciéndolo irritar.
—¡No hay nadie en casa! —Elthiar clamó con sueño y disgusto.
—Lo ve, le dije que no había nadie —murmuró el joven enano.
—Por Dios santo, que nos libre de tu insolencia joven Frunsog —le respondió el viejo enano dando un leve coscorrón en la cabeza de Frunsog con el bastón que llevaba en mano.
El viejo enano llamado Erlod [apodado Erlod Caradura] volvió su bastón hacia la puerta y la tocó repetidamente hasta que perturbó por completo el sueño de Elthiar y este no pudo tolerarlo más. Elthiar se levantó de la cama con el sueño cargado en los ojos y la baba escurrida en su gran barba roja así que tuvo que limpiarse, se encaminó hacia la puerta a paso lento hasta llegar a ella y finalmente la abrió. Al abrirla encontró dos rostros muy familiares para él, pues eran los dos enanos con quienes él prefería pasar el tiempo, el joven que siempre tenía hambre y el viejo que tenia mas cicatrices que arrugas en el rostro.
—¿Qué hacen aquí tan temprano? —cuestionó Elthiar cual bostezo salió de su boca.
—La pregunta que es verdaderamente pertinente aquí es ¿qué te ha pasado en la cara? —respondió el viejo Erlod observando detenidamente el rostro de Elthiar. Y no era de extrañarse pues tenía tanto su cabellera como la barba muy alborotados.
—Yo solo vine por que el señor Elrod dijo que iba a ver mucha comida como recompensa si limpiabamos tu patio —interrumpió Frunsog.
—Espera un momento ¿Limpiaron mi patio?
—Pues quien más lo iba a limpiar, sino lo hacías tú seguramente tu entrada estará sellada por todas las hojas que caen de tu árbol en unos días —inquirió Erlod mientras asomaba la vista hacia las ramas de aquel roble gordo.
—Es cierto señor Elthiar hicimos muchas montañas de hojas y más hojas todavía —comentó Frunsog.
—Pues no se como pagarles mis amigos, me han quitado un apuro de encima—les respondió Elthiar con una sonrisa bajo la barba.
—No parecía un apuro contigo echado en cama mi joven amigo —prosiguió Elrod clavando la vista y una sonrisa de sarcasmo puro en Elthiar—.Pero si de pagarnos se tratase, no le diríamos que no a una buena merienda, ¿no es así Frunsog?
—Como siempre digo yo "una buena comida siempre es bienvenida" —contestó con una sonrisa y los ojos brillando pues sabía que estaba a minutos de comer.
—Pues no veo otra salida, ponganse comodos y sientanse como en mi casa —les respondió Elthiar invitándolos a pasar, haciendo una pequeña referencia y estirando su brazo señalando el interior de su árbol.
Y así entraron los dos amigos de Elthiar, uno tras el otro y con felices sonrisas en sus rostros.
Una vez estuvieron dentro no tardaron en clavar sus miradas en el hogar de Elthiar. El joven Frunsog principalmente, que a pesar de pasar allí la mayoría de su tiempo la seguía mirando con el mismo interés de siempre como si fuese la primera vez, volteaba la cabeza a todos lados mirando de entrada en el fondo la cama que estaba ubicada hacia la puerta, a su lado una pequeña mesa en la que había varios libros abiertos y otros cerrados, apilados uno sobre el otro y por supuesto no podía faltar su tasa de chocolate, la cual era la bebida favorita de Elthiar; de lado derecho se encontraba un mueble alto con varias repisas en las que se hallaban los platos y jarrones de madera para comer y beber; justo a un lado de ese mueble estaba un agujero más en la pared del roble, se le parecía a una chimenea pero era un poco más pequeña, en la que solo había piedras lisas de un color gris carbón en el interior y también un tazón de piedra negra [donde generalmente cocinaban sus alimentos todos los enanos]; de lado derecho de la cama a una distancia de unos dos metros se hallaba un cómodo sillón de madera con cojines de color verde, en el que Elthiar pasaba sentado leyendo antes de irse ala cama; a un lado de ese sillón estaba su escritorio con papeles y lápices regados sobre él y enfrente de este una pequeña silla, pues cuando Elthiar se sentía inspirado dibujaba toda clase de cosas, desde animales hasta a sus propios amigos enanos; también había una pequeña biblioteca, repleta de libros que sus padres y amigos le regalaban siempre; y de vuelta a la izquierda pero más cerca de la puerta que todo lo demás estaba un comedor de buen tamaño, tenía dos velas sobre él y un largo mantel blanco que llevaba un pino verde bordado en el y por supuesto sus seis sillas para sus recurrentes visitas, además cualquier otra comodidad que un hogar puede albergar.