Se encontraba justo en el medio de todos, sentado en un tronco que estaba partido por la mitad y servía de plataforma, y sobre este, un majestuoso trono* para la vista de todos, de roble bien tallado. El gran señor de todos los enanos en Säradwer, su rey y señor desde hace ya ciento nueve años. Era de la estatura promedio de un enano entre el metro y cincuenta centímetros, pero sus grandes botas de hierro, una capa esmeralda que le colgaba por la espalda hasta llegar a sus talones y también por la corona que portaba, parecía más alto que cualquier otro de los enanos. Pasaba ya las veinte décadas de vida y aún así se le hallaba vigoroso y capaz; su apariencia y rasgos eran característicos de sus antecesores: ojos negros como el carbón ardiente, unas cejas pobladas se cernían sobre ellos y la barba, ¡oh su barba! Tan negra como la noche misma y reluciente como los riachuelos; y una sonrisa que había cautivado a centenares de enanas,aun con esto el se mantenía soltero y sin heredero alguno.
—¡Poned atención!, ¡poned atención! —anunciaba con voz fuerte un enano al lado de la plataforma de tronco. Pero su voz se perdía entre los murmullos de la multitud. Se trataba de la mano del rey.
Entonces sacó un pequeño cuerno de hierro y sopló a través de él y el estruendoso sonido que trajo consigo silencio a todos y capto su atención.
—¡Poned atención porque el rey dará un mensaje! —continuo.
—Gracias Sir Fradey —le contestó el rey Doltord agachando su mirada hacia el.
Después regresó su vista hacia todo su pueblo, veía a las familias de todos los enanos, al menos a las que se encontraban al frente y en medio pues eran numerosos y no se distinguían los que estaban al fondo.
¡Saludos Säraduenses, a todos ustedes, ancianos y niños, mujeres y hombres, de oeste y este, norte y sur, todos ustedes!, ¡Primero que nada quiero agradecer a todos los presentes por estar en este bello día de sordes, bello y próspero, igual que ustedes!
Anunciaba con la voz en alto esperando ser oído por toda la muchedumbre. Todos le miraban con atención, ninguno dejaba de comer o beber, pero su vista no se apartaba de su rey.
Como ya es tradición nos hemos reunido aquí hoy para discutir los asuntos que convienen en el pueblo, para escuchar la comunidad y que ustedes me escuchen a mi. Les traigo noticias dichosas, asi como tambien noticias que urge compartir con ustedes, mi pueblo. Pero no os preocupeis, cada una a su debido tiempo.
La primera, dichosa: hemos tenido una buena temporada de lluvias, ya los caminos se han secado pero la hierba verde se alza, la tierra al fin está fértil y tierna para cultivar en ella, estoy seguro de que todos tendremos alimento de sobra hasta para el próximo invierno. Y según el vigía Gernuel desde el este, nuestros ojos en los árboles: los ciervos cruzaran a finales de mes y no son pocos sino decenas de ellos, así que la caza será buena. Además, los precios de los robles morada no se incrementaran durante este año.
Regocijo y aplausos entre todos.
¡Así es mi querido pueblo!, viene un buen año, mejor que los anteriores incluso.
Tambien les tengo buenas nuevas sobre el brote de los hongos de Falgo, os digo de una vez, ha desaparecido. Ya podéis dejar que sus pequeñines más pequeños jueguen entre los árboles del oeste; no habría sido posible esta hazaña de no ser por la mano de la familia Liffra, que aportó sus estudios en herbolaria y flora para bien de la comunidad de Säradwer.
<<¡Viva la familia Liffra!>> Dijeron varios y los otros le aplaudieron y sus allegados palmearon la espalda de la familia ya nombrada.
Esperad,esperad, que aún hay más. Respecto a los meses anteriores, justo antes de que las nubes se oscurecieron y las lluvias torrenciales cayeran sobre nuestros troncos y caminos, envié cuatro grupos de enanos a talar los árboles medianos del sur, para dos cosas: primero reunir leños para los habitantes que perdieron los suyos como resultado del clima pasado, y segundo, para terminar el muro de Tróncabaz, me refiero especialmente a los bordes desnudos del bosque, de los cuales se han quejado y con justa razón. Pero no se preocupen más por el asunto, pues el mes próximo sin más retardos se colocara la última parte del muro Tróncabaz.
<<Ya era hora>> decían unos en voz baja. <<nunca dude de mi rey>> murmuraron otros.
Continuaré con las noticias esenciales amigos míos, nuestros vigías en el oeste nos mandaron el informe trimestral referente a las afueras del bosque. Sir Fradey, hacedme el favor de pasarme el pergamino.
Sir Fradey desenvolvió un pergamino que llevaba en su bolsillo para dárselo a el rey, tuvo que estirar su brazo lo más que pudo pues el tronco partido le quedaba, obviamente, muy alto.
Dice así: "Para el rey Doltord, de la manera más atenta y cordial. Hemos hecho tal como se nos ha ordenado, vigilamos el oeste del bosque,quedando a cara con los caminos que se encuentran con Ärdor en el norte, y Villanegra si nos referimos al sur. A continuación le daremos informe sobre las pocas novedades que se han presentado en los anteriores meses.
En el primer mes: Las nubes negras cesaron sus torrentes lluvias, ahuyentando así a los hombres mercaderes que se quedan asentados entre los largos senderos, unos partieron a el norte y otros al sur. Dos de ellos intentaron cruzar al bosque pero no hubo peligro pues el muro y sus letreros sirvieron de basta ayuda.
En el segundo mes: En los aires el cielo se despeja, la luz por fin se hace presente. Nada de interés ocurrió, tal vez acaso, algunos grupos de caballos que pastaban gracias a la hierba crecida por la tempestad.
En el tercer mes: En este algo paso, un pequeño grupo de soldados provenientes de Ärdor, suponemos, pasaron con dirección a Villanegra. Eran tres hombres, caballeros con espadas y les acompañaba una dama, también empuñaba su arma; no montaban caballos a excepción de uno que montaba un potro salvaje, los otros dos montaban un Marfallo cada uno, y la dama iba montada sobre un zorro, uno muy grande. Después no les vimos más y nada más pasó.