Zakarius, con su nueva identidad y renombre en el campo de batalla, había comenzado a ganar una serie de victorias que parecían imposibles. Las criaturas nigrománticas caían ante él, y su capacidad para purificar el miasma, sin revelar del todo su naturaleza, lo había convertido en un héroe legendario entre las tropas. A lo largo de las semanas, su apodo comenzó a circular entre los soldados: "El Imparable", un piloto que nadie podía detener.
Cada victoria reforzaba su estatus, y los comandantes militares no tardaron en darse cuenta de su potencial. Aunque Zakarius evitaba mostrar su verdadero rostro, los altos mandos lo observaban con creciente interés. Sus tácticas eran impecables, y su habilidad en el manejo del coloso tecnomágico superaba las expectativas. Pero más allá de sus habilidades, empezaban a surgir preguntas sobre su verdadera identidad.
El heroísmo de Zakarius era demasiado perfecto, demasiado misterioso. Su reticencia a socializar, su negativa a ser visto en momentos de descanso, y su insistencia en mantenerse alejado de los demás pilotos generaron murmullos entre los oficiales superiores. Los comandantes comenzaron a debatir en privado quién era realmente este "Imparable".
—Sabemos que hay algo extraño en él, pero no podemos negar sus resultados —comentó uno de los generales en una reunión secreta con el alto mando de las Repúblicas—. Si sigue ganando batallas, ¿quiénes somos nosotros para interferir?
Sin embargo, a pesar de las dudas, los altos mandos no estaban dispuestos a investigar más a fondo. La guerra contra los nigromantes iba mal, y un piloto como Zakarius era invaluable. Si se enfrentaban a un escándalo familiar con el oligarca Auron, las consecuencias políticas podrían ser devastadoras para las Repúblicas Oligarcas Celestiales.
—Quizás, si le damos una misión más notable, podríamos ver de qué está hecho realmente —propuso uno de los generales más veteranos—. Si tiene éxito, no habrá motivo para dudar de su lealtad. Y si fracasa… bueno, tal vez no sea quien pensamos que es.
Los comandantes coincidieron. Zakarius recibiría una misión especial, una que pudiera cambiar el curso de la guerra.
El objetivo era audaz: penetrar el corazón de las líneas nigrománticas y destruir uno de los nexos principales de poder, un sitio que mantenía al ejército de los nigromantes organizado y coordinado. Sin este nexo, las fuerzas oscuras caerían en el caos, y las Repúblicas podrían ganar tiempo valioso para reorganizar sus defensas.
Zakarius, informado de la misión, supo inmediatamente que esta era su oportunidad. Si lograba esta hazaña, no solo consolidaría su posición en el ejército, sino que también ganaría una nueva oportunidad para escapar de las dudas que lo rodeaban. Pero al mismo tiempo, reconocía el peligro. Si fallaba, no solo lo perdería todo, sino que también Eliorquedaría marcado como un traidor, lo que complicaría aún más su situación.
No obstante, Zakarius aceptó sin dudarlo. Esta era la gloria que anhelaba, la oportunidad de ser nuevamente el guerrero que fue en su vida anterior.
A medida que se preparaba para la misión, los oficiales continuaban vigilándolo de cerca. Algunos comenzaron a notar incongruencias en su comportamiento, pequeños detalles que no cuadraban con el resto de los pilotos. No mostraba el mismo miedo al miasma que los demás, su eficiencia parecía casi sobrehumana, y sus reacciones en combate eran más rápidas de lo que deberían ser para alguien de su edad.
Los rumores entre los soldados también crecían. "¿Quién es realmente el Imparable?", se preguntaban algunos. Pero los altos mandos, conscientes de las sospechas, decidieron mantener el secreto. No podían permitirse una división interna cuando la guerra se encontraba en su punto más crítico.
Por su parte, Zakarius también notaba la creciente desconfianza. Sabía que estaban observándolo, pero confiaba en que su éxito en la misión lo exoneraría. Y más allá de las suspicacias, no podía evitar sentir una extraña emoción: el deseo de ser aceptado. A pesar de sus planes de venganza, una parte de él —una parte que tal vez pertenecía a Elior— quería que esta vida fuera real, que su leyenda como héroe pudiera darle una nueva oportunidad, un nuevo propósito.
La misión comenzó al amanecer. Zakarius lideraba un escuadrón de colosos, todos avanzando hacia el corazón del territorio enemigo. El miasma era espeso, pero su cuerpo seguía purificándolo con cada paso que daba. A medida que avanzaban, el terreno se volvía más oscuro y hostil, con criaturas cada vez más grotescas surgiendo del suelo para detener su avance.
Pero El Imparable seguía su curso, destruyendo todo a su paso con una ferocidad implacable. Su coloso brillaba con un aura intensa, y los demás pilotos lo seguían, inspirados por su destreza.
Finalmente, llegaron al nexo de poder, un enorme monolito que irradiaba una energía oscura y densa. Zakarius sabía que este era el momento decisivo. Si destruía el monolito, las fuerzas nigrománticas se desmoronarían, y su victoria sería recordada para siempre.
Activó los sistemas de ataque de su coloso y lanzó un asalto devastador sobre el monolito. Sin embargo, algo inesperado sucedió. El miasma comenzó a intensificarse en torno al monolito, como si estuviera reaccionando a su presencia. Los demás colosos empezaron a fallar, sus motores detenidos por la energía oscura.
Pero Zakarius no se detuvo. Con el cuerpo de Elior, el miasma no podía tocarlo. Aprovechando esa ventaja única, lanzó un ataque final, destruyendo el monolito en una explosión de luz y oscuridad.
#1480 en Fantasía
#115 en Ciencia ficción
ciencia ficción fantasía y magia, guerra y mechas, construccion de sociedad y conquista
Editado: 29.10.2024