La fiesta continuaba, aunque la tensión se sentía en el aire. Elior, de pie en el centro del salón, levantó su copa, atrayendo la atención de todos los presentes. Con una sonrisa sarcástica, y sin importarle las miradas preocupadas, anunció con tono despreocupado:
—No permitiré que mi cumpleaños se arruine por disputas familiares. Así que, brindemos por lo que realmente importa. En unos días, estaré de vuelta en el frente, explorando la vasta red de portales. Quizás cuando regrese, mi padre finalmente entienda mis logros y me reciba con el orgullo que tanto ansía —dijo, su voz cargada de un sarcasmo que resonó en todo el salón.
Los invitados rieron nerviosamente, sin saber cómo reaccionar. Para muchos, Elior había sido el héroe que había salvado al mundo celestial, y su tono irreverente era visto como una manifestación de confianza y audacia. Pero para aquellos que lo conocían más de cerca, había algo inquietante en sus palabras. Sin embargo, ninguno se atrevió a cuestionarlo. Al fin y al cabo, Elior el Imparable se había ganado ese título por su implacable determinación y sus logros.
Auron, en cambio, permaneció inmóvil. Aunque su rostro mantenía una máscara de indiferencia, en su interior algo se había roto. Los murmullos se extendían rápidamente por la fiesta: ¿Acaso Auron no era capaz de ver el éxito y la grandeza de su propio hijo? ¿Cómo podía no estar orgulloso del héroe que todos admiraban?
La opinión pública comenzó a virar en contra de Auron. Algunos susurraban que tal vez no era el padre adecuado para alguien tan grandioso como Elior. Otros lo consideraban incapaz de reconocer la magnitud de los logros de su hijo, y eso empezó a afectar su imagen como uno de los oligarcas más importantes de las Repúblicas Celestiales.
Elior, satisfecho con el efecto de sus palabras, se retiró de la multitud para disfrutar en privado el resto de la velada. Mientras tanto, Auron se retiró a un rincón del salón, donde permaneció sentado, solo. En su mano sostenía una pequeña figura de cristal: un recuerdo de cuando Elior era apenas un niño, mucho antes de convertirse en el héroe que todos ahora veneraban.
Auron miraba fijamente la figurita, girándola entre sus dedos. Recordaba cómo solían jugar juntos, antes de que el destino los separara emocionalmente. "¿Cuándo fue que todo cambió?", se preguntaba, mientras una lágrima silenciosa rodaba por su mejilla. Los recuerdos de su pequeño querubín feliz se desvanecían con cada día que pasaba, y el ser que ahora veía frente a él ya no parecía el mismo.
Sabía que algo oscuro había sucedido. Auron no podía ignorar la sensación de que su hijo, el querubín alegre y lleno de vida que había criado, se había perdido en algún lugar entre las sombras de los acontecimientos. "¿Quién eres realmente?", se preguntaba una y otra vez, mientras las dudas y el dolor lo consumían.
Los festejos continuaban, ajenos al sufrimiento de Auron, quien permanecía en silencio, observando cómo su hijo se alejaba cada vez más de la figura que él había conocido. Y aunque el público lo juzgaba severamente, Auron no podía dejar de pensar que quizás era el único que aún recordaba quién había sido realmente Elior.
Mientras la música seguía sonando, Auron se levantó lentamente, con la figurita aún en la mano. Se retiró de la fiesta en silencio, dejando a su hijo, o más bien a la figura que ahora llevaba su nombre, en medio de un ambiente festivo que para él ya no tenía ningún sentido.
El sol celestial brillaba con intensidad, reflejándose en las alas de los querubines que iban y venían por la vasta fortaleza. En el centro de todo aquel ajetreo, Elior supervisaba personalmente los preparativos para su próximo viaje a bordo del Invictus, su imponente coloso tecnomágico.
Diversas mejoras estaban siendo implementadas en el Invictus para resistir climas extremos. Equipos de ingeniería trabajaban sin descanso, instalando refuerzos y ajustando los sistemas de energía. Las tierras heladas, los mundos volcánicos y cualquier otro paisaje hostil que pudiera encontrarse serían ahora mucho más accesibles. Para Elior, no había tiempo que perder; cada ajuste debía ser perfecto. No podía permitirse fallos, no en su misión.
Su guardia personal, que había estado presente en la fastuosa fiesta de cumpleaños, lo acompañaba en cada paso del proceso. Aunque sabían de las tensiones entre Elior y su padre, Auron, ninguno se atrevía a mencionar el tema. Después de todo, Elior había sido claro: su destino era suyo y nada, ni siquiera las dudas de su padre, lo detendría. Sin embargo, la mirada de varios guardias revelaba una mezcla de admiración y preocupación, al ver cómo su líder parecía tan seguro y decidido, y a la vez, tan distante.
Uno de los guardias, Caelus, observaba a Elior de cerca. Había sido testigo del enfrentamiento entre padre e hijo en la fiesta, y aunque admiraba a Elior profundamente, no podía dejar de notar la frialdad que había tomado su lugar desde aquel día. “¿Sigue siendo el mismo Elior que todos conocimos?”, se preguntaba en silencio, mientras ajustaba los equipos en su armadura. Pero al igual que los demás, decidió no hablar del asunto.
Mientras los preparativos continuaban, los medios de comunicación del mundo celestial ya estaban centrados en la figura de Elior el Imparable. Los rumores sobre su decisión de partir una vez más hacia lo desconocido llenaban las publicaciones y programas de noticias. Los periodistas no paraban de hablar sobre el querubín que había desafiado todo límite y alcanzado la gloria. Algunos lo idolatraban, lo veían como el ejemplo de lo que todos debían aspirar a ser; otros, en cambio, comenzaban a dudar, murmurando sobre el precio que había pagado por convertirse en ese héroe.
Se hablaba cada vez más de lo "singular" que era Elior. Nunca antes un querubín había mostrado semejante indiferencia ante los placeres simples de la vida celestial, ni había asumido un rol tan implacable como guerrero. "Es un querubín fuera de lo común", decía una famosa reportera en una transmisión en vivo. "Algunos lo llaman un prodigio, otros una anomalía. Pero lo cierto es que Elior el Imparable no se parece a ninguno de los héroes que hayamos conocido".
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Editado: 18.11.2024