Auron: Orgullo y Desconfianza
Auron, el líder querubín de las Repúblicas Oligarcas y padre de Elior, recibió la noticia de la fundación de Elinvictus con una mezcla de orgullo y preocupación. Desde que Elior había desaparecido en su expedición para conquistar nuevos territorios, Auron había sentido una creciente desconexión con su hijo. A pesar de esto, no podía evitar sentir un profundo orgullo al enterarse de que Elior había logrado lo que muchos consideraban imposible: convertir un mundo congelado y desolado en una próspera colonia celestial.
En su corazón, sin embargo, algo no encajaba. Desde la última vez que habló con Elior, Auron no podía dejar de notar una frialdad en la forma en que su hijo se dirigía a él, como si el antiguo Elior, el querubín valiente y humilde, hubiera sido reemplazado por alguien más calculador y distante.
—Elinvictus... —murmuró mientras observaba el holograma de la estatua de Elior en la capital recién fundada—. ¿Qué ha hecho que mi hijo cambie tanto?
Auron sentía una presión constante de los otros oligarcas y de la opinión pública. Como el líder científico de las Repúblicas, se suponía que debía estar orgulloso del avance de su hijo, pero en el fondo, temía que Elior estuviera jugando con fuerzas que no comprendía del todo. La ambición que veía crecer en Elior le recordaba demasiado a los antiguos nigromantes que habían amenazado a su mundo siglos atrás.
Decidió seguir apoyando a su hijo públicamente, sabiendo que su reputación dependía de ello. Pero en privado, Auron ordenó a sus científicos y espías que observaran de cerca a Elinvictus, buscando cualquier signo de actividad sospechosa o señales de la influencia de la magia oscura.
—Mi hijo es un héroe —se decía a sí mismo, más para convencerse que por verdadera certeza—. Pero debo estar preparado para lo peor.
Kael: Ambición y Estrategia Militar
Kael, el poderoso ángel que lideraba el ejército de las Repúblicas, respondió de manera muy diferente al nacimiento de Elinvictus. Desde el primer momento en que Elior había informado sobre el descubrimiento de nuevos portales y territorios inexplorados, Kael había visto una oportunidad estratégica incomparable. Para él, Elinvictus representaba mucho más que un simple territorio; era una puerta abierta hacia una expansión militar y económica que consolidaría a las Repúblicas Oligarcas como una potencia más formidable en el plano celestial.
—Elior ha logrado lo que pocos pueden siquiera imaginar —dijo con admiración mientras observaba un mapa holográfico de los territorios conquistados por su sobrino—. Este es solo el comienzo. Con más recursos y mundos bajo nuestro control, las Repúblicas se convertirán en la fuerza dominante.
Kael no tenía las mismas reservas que Auron. Para él, la ambición de Elior no era motivo de desconfianza, sino de admiración. El joven querubín había demostrado ser mucho más que un guerrero; era un líder visionario, alguien que podía convertir sus hazañas en poder político.
Kael vio la oportunidad perfecta para aumentar su propio poder a través de la conexión con Elior. Comenzó a enviar tropas y recursos a Elinvictus, sabiendo que una alianza fuerte con su sobrino podría asegurar su control sobre los ejércitos de las Repúblicas. Si Elior consolidaba su imperio, Kael podría posicionarse como el comandante supremo de todas las fuerzas celestiales.
—Debemos prepararnos para la expansión —ordenó a sus generales—. Elinvictus será nuestra base de operaciones para futuros territorios. Nadie podrá detenernos.
Kael también consideró que el crecimiento de Elior podría fortalecer la posición de los ángeles dentro de las Repúblicas. Si bien los querubines y serafines tenían roles importantes, él estaba convencido de que los ángeles, con su fortaleza militar, debían ser la columna vertebral de cualquier imperio en crecimiento.
Myrta: Pragmatismo y Oportunidad
Myrta, la serafín empresaria encargada de la economía de las Repúblicas, tuvo una reacción mucho más pragmática ante la noticia del crecimiento de Elinvictus. Como una comerciante astuta y calculadora, su primera preocupación fue cómo podría beneficiar económicamente a las Repúblicas la fundación de esta nueva ciudad.
Desde su punto de vista, Elinvictus era una oportunidad de oro. Los recursos de un mundo recién conquistado, combinados con los portales que conectan a otros lugares desconocidos, representaban una fuente ilimitada de comercio y riquezas. Si bien el ascenso de Elior parecía estar envuelto en una creciente ambición, para Myrta lo más importante era que su éxito estaba directamente vinculado al crecimiento económico de las Repúblicas.
—Si Elior logra estabilizar ese territorio y abrir más portales, nuestras rutas comerciales crecerán exponencialmente —pensó mientras examinaba los informes sobre los primeros envíos desde Elinvictus—. Este podría ser el inicio de una nueva era dorada para los negocios.
Myrta no compartía las dudas de Auron ni la ambición militar de Kael. Para ella, Elior era simplemente una inversión que había dado frutos. Enviaría caravanas, comerciantes y embajadores para establecer relaciones sólidas con la nueva colonia, asegurándose de que las Repúblicas obtuvieran su parte justa de los recursos.
Sin embargo, también comprendía que un líder demasiado ambicioso podría convertirse en un problema si sus intereses comenzaban a entrar en conflicto con los de las Repúblicas. Por ello, decidió mantenerse cercana a Elior, enviando emisarios para establecer acuerdos comerciales beneficiosos para ambas partes, pero siempre manteniendo una distancia estratégica.
—Elinvictus crecerá, y con ello, nuestra influencia —dijo a sus socios—. Pero debemos ser cuidadosos. Las ambiciones desmedidas a veces conducen a la caída de imperios.
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Editado: 18.11.2024