La perdición de Zakarius

28 La Gran Expedición Imperial II

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Las investigaciones y observaciones de las centurias especializadas en exploración estaban llenas de detalles valiosos así como un mapa detallado de la entrada sobre los tres planos restantes que aún no habían sido visitados por el imperio.

Si bien está claro que si Elior dividiera su ejército para abarcar una mayor cantidad de planos el imperio podría crecer exponencialmente pero no sabían qué peligros aguardaban tras los portales, para Zakarius era mejor que la punta de lanza fuera la elite consigo a la cabeza pues le hervía más la sangre al ver a sus adversarios enfrentados a él directamente y tal vez podría encontrar más vestigios de las fuerzas nigrománticas…

Frente a él sus generales de la legión imperial esperaban ansiosos su decisión. Cada plano presentaba un desafío distinto, pero también una oportunidad única.

El primero de los planos fueron identificadas como unas vastas llanuras extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Sin accidentes geográficos significativos, parecía un lugar interminable, carente de obstáculos naturales pero también de recursos visibles. La vegetación que cubría el suelo era baja y uniforme, y aunque el terreno parecía fértil, era un lugar desolado y vacío. Elior frunció el ceño mientras pensaba en su utilidad para el imperio. ¿Qué podría ofrecer un mundo tan vacío? Tal vez serviría como punto de paso o entrenamiento para las fuerzas imperiales o tal vez había mucho más de lo que se veía a simple vista…

El segundo informe fue sobre un plano volcánico inhóspito y hostil. Los serafines habían encontrado vastas cantidades de recursos minerales, los cuales podrían ser esenciales para la expansión industrial del imperio. Sin embargo, el peligro estaba latente en cada rincón: elementales de lava, criaturas formadas en las entrañas ardientes del planeta, surgían de los volcanes y fumarolas, protegiendo sus territorios. Sería una conquista dura y sangrienta, pero el beneficio sería grande. Elior sabía que sus colosos podían enfrentar a estos seres, pero el costo de las bajas sería elevado.

Por último, un plano pantanoso cubierto de ciénagas infectas presentaba un desafío muy diferente. La ciénaga pestilente estaba infestada de criaturas venenosas y mortales, pero lo más inquietante era la sensación que reportaron los serafines: algo más grande acechaba en las profundidades. Este mundo parecía el menos deseable de los tres, pero Elior sabía que la decisión no podía basarse únicamente en la dificultad. Lo que se ocultaba en ese pantano podía ser un enemigo formidable, algo o alguien capaz de ser un digno contrincante…

Con los informes en mano, Elior se levantó de su asiento. Sus movimientos parecían ligeros, casi infantiles, pero su mirada denotaba una concentración férrea. La legión imperial había confiado en su liderazgo hasta este punto, y no había duda de que lo seguirán hasta el fin del multiplano.

—Primero tomaremos las llanuras —dijo Elior, con una decisión firme—. Aseguraremos ese terreno como base para futuras operaciones. Necesitamos un punto de apoyo en este nuevo territorio, y las vastas llanuras serán ese lugar. Además, podremos estudiar mejor los recursos de la región y quizás encontrar algo más…

Los generales asintieron, aunque algunos se veían sorprendidos por la elección o por la posibilidad de que hubiera al oculto en este lugar...

—Después, dirigiremos nuestras fuerzas al mundo volcánico. Los recursos minerales que allí se encuentran fortalecerán la industria imperial y las forjas eternas. Sé que los elementales serán un desafío, pero confío en que nuestros colosos y nuestras legiones podrán enfrentarlos. Será un combate feroz, pero estoy convencido de que prevaleceremos.

Elior hizo una pausa, observando las caras expectantes de sus oficiales.

—Finalmente —añadió—, exploramos más a fondo el pantano. No podemos subestimar lo que acecha allí, pero confío en mi capacidad para salir invicto, confío en vuestro sacrificio y devoción por Elinvictus…

Al oír esto, Helios uno de los generales presentes y comandante de la legion Elinvictus no pudo evitar esbozar una mueca de envidia, admiraba a Elior pero sentía que era imposible alcanzar su confianza siquiera.

—Helios, quiero que prepares a nuestras fuerzas para la marcha. Nos dirigiremos a las llanuras y estableceremos nuestra primera base allí. Asegúrate de que todo esté en orden. Mañana mismo, partimos hacia la conquista de este plano, que las tropas descansen.

Helios asintió con seriedad, aunque en su interior sentía la emoción de la aventura que aguardaba. Las tropas estaban listas, y él sabía que, bajo el mando de Elior, no había desafío demasiado grande ni enemigo demasiado poderoso.

Mientras los preparativos comenzaban, Zakarius observó una vez más los mapas ante él. Sabía que la conquista de estos mundos no sólo expandirá el imperio, sino que también consolidaba su poder como un líder supremo Y aunque su apariencia seguía siendo la de un querubín, su mente la de un ángel marcada por siglos de lucha, lo mantenía firme en su propósito.

El imperio debía seguir creciendo. Y nada, ni nadie, se interpondría en su camino.

La vasta Legión Elinvictus avanzaba, con el imponente Invictus liderando la marcha. La armadura dorada del coloso reflejaba la luz proveniente del portal recién cruzado, mientras la atmósfera cargada de expectativas envolvía a las tropas. Las llanuras, que parecían interminables, ofrecían un escenario desolado, un mundo vacío. No había animales, montañas, ni siquiera un árbol que rompiera la monotonía del paisaje. Aunque las misiones de reconocimiento habían recorrido grandes distancias, todo lo que encontraron fue un silencio inquietante.




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