La perla mágica, volumen I

Capítulo 2. Celeste Azulada y Pepe Tarello (Parte 3)

Ingresaron a una enorme sala de estar de estilo victoriano, de paredes celestes y sillones blancos. Al igual que en el exterior, todos los adornos y cuadros tenían un aspecto marino.

-¡Pepe, están aquí! -gritó Celeste a alguien que se encontraba en la parte posterior de la casa.

De inmediato, unos pasos apresurados se oyeron en el pasillo. Un anciano de aspecto jovial y saludable apareció en el umbral de la puerta

- Este es Pepe Tarello.

Los chicos lo observaron con asombro. Tenía la piel negra, el cabello canoso, un ojo de color gris y otro, mucho más grande, de color celeste. El mismo ojo que, horas antes, habían visto en el rostro de don Moncho.

-De antemano les pido mil disculpas -articuló el anciano cordialmente-. Pero pensé que sin un poquito de ayuda tardarían mucho más en llegar -les dijo con una sonrisa, guiñando el ojo de color-. Los estábamos esperando.

Celeste les hizo un gesto para que se sentaran. Los jóvenes obedecieron con cierta timidez. Dio dos palmadas con sus manos y, desde una puerta situada en un rincón, emergió una tortuga portando una bandeja con galletas, tazas y una tetera sobre su caparazón.

-¿Té? -les ofreció, sirviendo las tazas, lo que provocó que el lugar se llenase de un suave aroma a jazmín.

Daniela echó un vistazo a su alrededor y su atención se centró en una pintura que colgaba frente a ella. Representaba a una mujer con cabello ondulado y un vestido estampado con flores, luciendo un antiguo relicario alrededor de su cuello. Daniela sintió un escalofrío al reconocerla, era Juliette D'Aguerre.

Tocó el brazo de Valentina, que estaba sentada a su lado y señaló el cuadro. Valentina abrió los ojos, sorprendida.

-¿Quién es ella? -inquirió Valentina, a pesar de que ya sabía la respuesta.

Los otros jóvenes se percataron del cuadro, quedando boquiabiertos. Esteban palpó su bolsillo para verificar que aún tenía el relicario. Seguía ahí. Lo sacó y se lo acercó a Celeste.

-Supongo que esto les pertenece.
-Y si me lo entregan, ¿cómo pretenden volver a casa después? -respondió la mujer con voz calmada, sin aceptar el relicario. Luego señaló el cuadro:

- Juliette D'Aguerre. Algo me dice que ya la habían visto antes. -

Los chicos asintieron.

-Ella vivía en la casa que transformaron para construir nuestro colegio -explicó Valentina-. ¿Por eso enviaron el mensaje? ¿Ella está aquí?

Pepe lanzó una mirada melancólica a Celeste. Ella estaba absorta, con la mirada fija en el retrato. El marco plateado que rodeaba la imagen parecía atrapar y reflejar la luz de la habitación, iluminando el rostro de la mujer en la pintura. Celeste volvió a observar a los jóvenes, intentando esbozar una sonrisa. Sin embargo, sus ojos seguían manteniendo una sombra de tristeza tan profunda como el océano.

-Tal como desapareció en su mundo, desapareció aquí también -se antepuso Pepe.

Celeste elevó una pequeña sonrisa y asintió. Se levantó lentamente y caminó hacia el cuadro de Juliette. Sus dedos rozaron el marco plateado y, por un momento, pareció que la pintura cobraba vida. Los ojos de Juliette en el retrato brillaron con una intensidad que hizo que los jóvenes contuvieran la respiración.

-Vivió en esta casa. Hace mucho tiempo -explicó.

Esteban, con el relicario aún en sus manos, posó su vista en los ojos del retrato. Sintió como si la mujer le devolviese la mirada. Apretó temeroso la joya y percibió un leve ardor en la palma. Asustado, volvió a guardar el relicario en su bolsillo, temiendo que alguien se hubiese dado cuenta de lo que había pasado. Sin embargo, sus compañeros seguían viendo a Celeste y aPepe con confusión.

-El mensaje que recibimos -interrumpió Kathy-, decía que el fin estaba cerca. -Celeste asintió con la cabeza.

Inmediatamente, los chicos escucharon el relato del proceso "envío-mensajístico", tal como había dicho Celeste. El que se remontaba incluso hacia los albores del tiempo, cuando Hao Yachay y la tierra del otro lado de la puerta se fusionaban en un solo territorio.

Por aquellos años, el cóndor que habitaba la cordillera era hermano de la ballena azul en el océano; el copao, pariente de las altas araucarias y los seres humanos de los elfos y las hadas. La gran Diosa los había engendrado y les brindaba abrigo y sostén. Multiplicaba el ganado, hacía germinar los frutos y los cuidaba y protegía a todos. Las criaturas de ambos reinos eran capaces de cruzar de un lado a otro, manteniendo el secreto del mágico mundo a salvo. Sin embargo, mientras en Hao Yachay el equilibrio se mantenía, del otro lado la historia comenzó a teñirse de sangre.

Dos mil hombres montados a caballo y utilizando ropas de acero ingresaron, arrasando con todo a su paso. Ambiciosos de poder y riquezas, llegaron con sus armas, trayendo enfermedades, ron y barbarie. Creando fuertes y cambiando ciudades. Al ver las ramificacionesde la destrucción, la gran Diosa decidió proteger Hao Yachay y cerró la entrada del portal para siempre. Sin embargo, no alcanzó a prever que un fragmento de su magia quedó atrapado en una hermosa perla hundida en la profundidad del mar.

Oculta entre la arena, la perla aguardó hasta que un joven pescador la sacó a la superficie. Al rozar el aire costero, la perla pudo atraer al primer humano hacia el mundo mágico. Con el pasar del tiempo, fue conquistando a más mentes desprevenidas, quienes, sumidos en la desesperación o la tristeza, caían fácilmente engañados por su magia poderosa. Uno de ellos, Kurt Andler, un joven migrante alemán, ingresó con su corazón partido en dos, después de haber perdido a la mujer que amaba. Colmado de pena, se escondió entre los bosques hastaque encontró un poder aún más profundo, oculto en los ojos de Dahlia, una oscura hechicera. Ayudado por su magia, el joven fue adquiriendo riquezas y tierras, hasta que, finalmente, tomó el mando de Várrestir, la ciudad más grande de Hao Yachay, y se hizo aclamar por todos como el Supremo Gobernante de todo el territorio.



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En el texto hay: fantasia, adolescentes, worldbuilding

Editado: 30.01.2025

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