La popular y el nerd

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—Espero que estos espaguetis con salsa estén bien para ti—dije poniendo un plato frente a él, tocándolo suavemente con mi brazo. Él se removió nervioso en su silla. Asumí que aquello era un toc frecuente que tenía, ya que lo había visto hacerlo en clases muchas veces, en especial cuando estaba incómodo. Eso y acomodarse sus gafas.

Las cuáles, curiosamente, hoy no llevaba lo que dejaba a la vista, sus azules ojos y dejaba ver con más detalles, como pequeñas pecas que tenía dispersas en su rostro, y una pequeña mancha, apenas imperceptible en uno de sus iris. Me preguntaba si alguien más se había percatado de este detalle.

—S... Si—tartamudeó— ¿Sabes? no creo que sea una buena idea quedarme.

Su duda fue en cierto modo algo que me desilusionó un poco, incluso me resultó insultante, no es como si fuese a hacerle daño. Solo quería estar con él y de una vez por todas sentirme acompañada por alguien real y no por las personas que cotidianamente me rodeaban.

—Vamos—dije alentándolo—Ya estás aquí, solo tendremos una charla.

—Mi madre no sabe dónde estoy.

—Pues llámala—dije señalando mi teléfono.

—Está bien—suspiró—No tardo.

Mi intención no era escuchar pero inconscientemente lo hice...

¿Mamá, cómo que está ahí?

Por el tono de su voz podía notar que algo malo estaba sucediendo.

¿Pero ella está bien?

¿Ella? ¿Qué el nerd tiene novia?...No lo creo, me recosté en la pared para escuchar un poco más. Ahora si estaba interesada. Si era así, tampoco es que detendría la marcha de mi plan, iría hasta el fondo del asunto, una McCliffiord jamás dejaba las cosas a medio terminar y esta no sería la excepción. Sabía que si él estaba involucrado en una relación, habría más daños colaterales que si no lo estaba, pero era un riesgo que estaba dispuesta a tomar. No me importaba realmente.

Está bien. Iré lo más rápido que pueda—Colgó el teléfono y apoyó a cabeza en la pared

— ¿ ¿Está todo bien?.—me acerqué a él.

— ¿Sabes que es de mala educación no?—giró a verme.

—Me preocupe por el tono de tu voz—me encogí de hombros en forma de disculpa.

—Mi hermana Ruth entro en labor de parto, pero no es tiempo de que el bebé nazca. Sus vidas pueden correr peligro.

—Vamos—dije mientras agarraba las llaves de mi auto y mi cartera.

— ¿Qué?—me miró confundido.

—Vamos—lo tomé de la mano y lo saqué de allí.

—Gracias—dijo apretando mi mano mientras caminábamos hacia el auto—Tal vez no todo es lo que parece y tú no eres tan malvada después de todo.

—Son solo apariencias—dije apoyándome mi cabeza en su hombro—Solo apariencias.

Y al escucharlo decir eso, por un minuto me sentí culpable de haber hecho esa apuesta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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