La posesión de la máscara

Capítulo IV. La oscuridad interior

Liora no dejaba de temblar. Las palabras del anciano retumbaban en su mente, enredándose con sus propios pensamientos de desesperación. «Debes luchar contra él». «¿Cómo podía hacerlo?» Era solo una joven atrapada en una pesadilla que no comprendía. Mientras tanto, la máscara, ese frío y opresivo objeto, parecía tener vida propia. Con cada minuto que pasaba, sentía cómo su control sobre su propio cuerpo se debilitaba.

Kyle la tomó del brazo con suavidad, apartándola un poco del mostrador de la tienda. Sus ojos estaban llenos de preocupación, pero también de una determinación que ella no podía ignorar.

—No estás sola en esto, Liora —dijo con firmeza—. Vamos a encontrar la manera de sacarte de esto.

Ella lo miró con una mezcla de gratitud y tristeza. Sabía que su amigo intentaba animarla, pero algo en su interior se sentía inquebrantablemente oscuro. No podía evitar pensar que todo estaba fuera de su control, que era cuestión de tiempo antes de que la máscara la consumiera por completo.

—No sé si puedo hacerlo —susurró, bajando la cabeza—. Esto es demasiado para mí. Siento que… ya estoy perdiendo el control.

El anciano, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dio un paso adelante. Sus ojos, cargados de sabiduría y misterio, se clavaron en los de la joven.

—No te subestimes —dijo, con voz profunda y tranquilizadora—. El espíritu que habita en la máscara es poderoso, sí, pero tú tienes algo que él no tiene: vida, esperanza, humanidad. Mientras sigas luchando, mientras sigas recordando quién eres, tendrás la fuerza para enfrentarlo.

Las palabras del anciano resonaron en el alma de Liora, aunque todavía no se sentía completamente convencida. Sentía la presión de la máscara en su rostro, una sensación que ya no era solo física. Era como si algo más estuviera invadiendo su mente, empujando lentamente, buscando una grieta en su voluntad, un espacio donde pudiera colarse y tomar control absoluto de su ser.

—¿Qué debo hacer? —preguntó, aunque ya temía la respuesta.

El anciano la observó en silencio durante unos segundos, como si estuviera sopesando su respuesta. Finalmente, habló.

—Para derrotar al espíritu, primero debes comprender su dolor. Esa máscara fue hecha por un hechicero que murió en agonía. Fue traicionado por aquellos en quienes confiaba; su ira y desesperación son lo que lo mantienen atado a este mundo. Si logras entender su sufrimiento, podrás encontrar la manera de liberarlo, y con él, a ti misma.

Liora asintió lentamente, aunque sentía que la tarea que le encomendaban era imposible. «¿Cómo podía comprender el sufrimiento de alguien que vivió hace siglos?» «¿Cómo podría ponerse en los zapatos de un hechicero traicionado y lleno de ira?»

Kyle, viendo su duda, la tomó de la mano.

—Liora, no tienes que hacerlo sola. Estoy aquí. Vamos a salir de esto juntos.

Esas palabras, llenas de afecto y convicción, le dieron a Liora el valor que necesitaba para dar el siguiente paso.

—Está bien —dijo, respirando hondo—. ¿Cómo empiezo? ¿Cómo me puedo conectar con él?

El anciano se volvió hacia la parte trasera de la tienda, señalando una pequeña puerta de madera que parecía aún más antigua que el resto del lugar.

—Hay una forma de acceder a su memoria —explicó—. Debes viajar a su pasado, vivir lo que él vivió. En ese cuarto, hay un espejo que sirve como portal hacia sus recuerdos. Pero ten cuidado: lo que veas no será solo una proyección. Sentirás su dolor, su ira, como si fueran tuyos. Y si te dejas consumir por ellos, será difícil volver.

Liora sintió un helado escalofrío recorrer su cuerpo. La idea de entrar en la mente de un espíritu maligno y sentir sus emociones más profundas la aterraba, pero no tenía elección. Si quería liberarse de la máscara, debía enfrentar aquello que la mantenía atada a ella.

Kyle apretó su mano antes de que ambos se dirigieran hacia la puerta. Al cruzar el umbral, el ambiente cambió por completo. La pequeña habitación estaba oscura, apenas iluminada por velas que parpadeaban, proyectando sombras que se movían de forma extraña sobre las paredes. En el centro, un espejo de marco dorado, cubierto por una fina capa de polvo, los observaba.

Liora se acercó al espejo lentamente, sintiendo cómo una energía oscura emanaba de él. Era como si el espejo estuviera vivo, como si supiera que ella estaba allí para sumergirse en los recuerdos que contenía.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Kyle, con voz tensa, manteniéndose cerca de ella.

Liora asintió. No estaba segura de nada, pero sabía que no había marcha atrás.

—Solo… mantente cerca, ¿de acuerdo? —pidió, clavando sus raros iris en él, tratando de sonar más valiente de lo que realmente se sentía.

Kyle no respondió con palabras, pero su mirada firme le aseguró que no la dejaría sola.

Con un último respiro profundo, Liora extendió la mano hacia el espejo. Al tocar la superficie fría, sintió un tirón en el estómago, como si algo invisible la hubiera jalado con fuerza hacia adentro. El mundo a su alrededor se disolvió en sombras, y lo siguiente que supo, luego de un fuerte tirón en sus extremidades, fue que ya no estaba en la pequeña habitación.

Parpadeó varias veces para concentrarse en lo que veía. Se encontraba en un lugar completamente diferente. Las paredes de piedra, húmedas y frías, la rodeaban. El aire estaba cargado de desesperación, como si el dolor estuviera impregnado en cada rincón de ese espacio. Frente a ella, una figura encapuchada trabajaba frenéticamente sobre una mesa llena de pergaminos, frascos de vidrio y velas derretidas. Liora supo de inmediato que ese hombre era el hechicero.



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En el texto hay: venganza, halloween, mascara

Editado: 01.11.2024

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