El viento de la tarde soplaba suavemente, levantando las hojas secas que cubrían el suelo en un mosaico de tonos dorados y rojos. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de matices anaranjados y rosados, mientras las calles del pueblo se llenaban poco a poco de niños disfrazados, listos para una noche de Halloween.
Liora caminaba junto a Kyle, sintiendo la calidez de su presencia. Habían dejado atrás la tienda del anciano y el peligro que la máscara representaba. Aunque solo había pasado un día desde aquella experiencia aterradora, todo se sentía distinto. Había una ligereza en el aire, una sensación de renacimiento que Liora no podía explicar del todo, pero que le hacía sonreír.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Kyle, mirándola con preocupación, pero también con un cariño tan palpable como el roce de sus dedos entrelazados.
Liora respiró profundamente, llenando sus pulmones. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía miedo, ni ansiedad, ni el peso de algo oscuro, acechando en las sombras de su mente.
—Libre —respondió girándose hacia él con una sonrisa—. Me siento libre, como si todo lo malo se hubiera desvanecido. Es como despertar de una pesadilla.
Kyle la observó en silencio por un momento y luego sonrió con esa sonrisa que siempre tenía el poder de hacer que su corazón latiera más rápido.
—Sabía que podías hacerlo —dijo suavemente—. Siempre has sido más fuerte de lo que crees.
Liora desvió la mirada, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban por el cumplido. Aunque había pasado por tanto, saber que Kyle siempre había creído en ella le daba una sensación de seguridad que nunca antes había experimentado. No solo había superado la maldición de la máscara; en ese proceso, había descubierto algo más profundo: su propia fuerza, su capacidad para enfrentar el miedo… y su conexión con Kyle.
Las luces de las farolas comenzaron a encenderse a su alrededor, iluminando las calles mientras los niños reían y corrían, tocando puertas en busca de dulces. La atmósfera festiva de Halloween contrastaba con los recuerdos de lo que había sucedido, pero, al mismo tiempo, esa alegría le daba a Liora una sensación de normalidad que agradecía.
—Es increíble pensar en todo lo que pasó —dijo, rompiendo el silencio—. Pero ahora, todo parece tan lejano, como si fuera parte de otra vida.
Kyle la miró con seriedad, sus ojos reflejando la luz cálida de las farolas.
—Tal vez fue otra vida —dijo en voz baja—. Lo que viviste con la máscara te cambió, y cambió todo a tu alrededor. Pero lo más importante es que sigues aquí. Has dejado atrás la oscuridad y ahora tienes una nueva oportunidad.
Liora asintió, mirando el horizonte, donde el último rayo de sol se desvanecía en el cielo. Las sombras de la noche comenzaban a alargarse, pero ya no les temía. No más.
—Y creo que esta nueva oportunidad se siente mucho mejor —añadió, sonriendo con gratitud.
Caminaron juntos en silencio un rato más, disfrutando de la compañía mutua. Las luces naranjas y púrpuras que adornaban las casas creaban una sensación de magia en el aire, y Liora se dejó llevar por la tranquilidad del momento. Kyle no soltaba su mano, y, aunque no necesitaban palabras para expresarse, su cercanía lo decía todo.
Finalmente, llegaron a un pequeño parque en el centro del pueblo, donde las luces tenues de los faroles iluminaban un viejo quiosco. Estaba vacío, y el ambiente a su alrededor tenía un toque casi místico bajo el cielo oscuro, ahora salpicado de estrellas. Las calabazas talladas que adornaban el lugar emitían una luz suave que proyectaba sombras danzantes sobre el césped.
—Es tan bonito aquí —comentó Liora, dejándose llevar por la magia del lugar. Giró hacia Kyle con una sonrisa juguetona—. ¿Qué opinas? ¿Es un buen sitio para celebrar el final de todo?
Kyle soltó una risa suave, mirando alrededor como si estuviera evaluando su entorno con un toque dramático.
—Diría que es perfecto —respondió—. Aunque, en realidad, lo que lo hace perfecto es que estés aquí conmigo.
Liora lo observó en silencio por un instante, sus palabras resonando en su corazón. La forma en que Kyle la miraba, la suavidad en su voz… todo le decía lo que no había querido admitir hasta ahora. Durante toda esa travesía, él había estado a su lado, siempre firme, siempre creyendo en ella. Y en ese momento, bajo las estrellas, Liora comprendió que no solo había superado la oscuridad; también había encontrado algo más.
Se acercó a él, dejando que el silencio entre ambos hablara por sí solo. Kyle la miró con intensidad, como si también estuviera comprendiendo algo que había estado allí todo el tiempo. Cuando él levantó la mano para apartar un mechón de cabello de su rostro, Liora sintió un cosquilleo recorrerle la piel, una electricidad que solo él podía provocar.
—Kyle… —murmuró, su voz suave, casi un susurro entre ellos.
Pero antes de que pudiera decir algo más, él se inclinó hacia ella, sus labios rozando los suyos con delicadeza. El beso fue suave, dulce, pero lleno de una promesa. Una promesa de nuevos comienzos, de amor y esperanza. Liora cerró los ojos, permitiéndose perderse en ese momento, en el calor de su abrazo, en el latido firme de su corazón al compás del suyo.
Cuando finalmente se separaron, Kyle apoyó su frente contra la de ella, ambos respirando profundamente, como si hubieran estado reteniendo el aire por demasiado tiempo.