Después de un largo día solo me quedaba regresar a mi casa. Tenía muchas cosas en qué pensar, deseaba un poco de calma y decidí caminar, ya que no vivía muy lejos de ahí. En el camino no hice más que escuchar música, hasta que pasé frente a la casa de Vanessa.
«¿Será demasiado inoportuno pasar a verla?», pensé mientras veía por su ventana la luz encendida.
Como siempre, termine dando demasiadas vueltas a las cosas y, aunque tenía pretexto para hacer una visita rápida, termine yéndome a mi casa para solo hacerle una llamada y contarle todo lo que había pasado.
Al llegar a mi casa me puse cómodo y le llamé a Vanessa. Hablamos por bastante tiempo, le puse al corriente de todo lo que pasó a partir de nuestra platica en el trabajo. Después de ella insistir por algunos minutos, acordamos que esa sería nuestra rutina diaria, de verdad deseaba estar enterada de todo ese teatro que se estaba armando. Aunque si lo pienso bien, era bastante lógico, después de todo, ella lo había iniciado y ahora que, gracias a mis habilidades de persuasión, ya no estaba relacionada con todo ese asunto, yo era su única fuente de información, así que accedí a contarle cada detalle.
Después de eso me fui a dormir y, ya mentalizado sobre la situación que tenía encima, no pude evitar estar un poco ansioso por ver con que me sorprendería el día siguiente.
Fue imposible que la mañana siguiente fuera normal. Desde la entrada ya había cosas con que lidiar. Al entrar al edificio, saludé a las recepcionistas, quienes al principio me devolvieron el saludo como cualquier otro día, pero, antes de avanzar demasiado, una de ellas decidió que un saludo no era suficiente.
—Por cierto, suerte con esa chica — dijo, obviamente refiriéndose a la Princesa de Hielo—. No es alguien fácil.
—Gracias — dije mientras me paraba frente a su escritorio—. Ya me han informado.
—En ese caso, ¡Que valiente eres! —exclamó la otra recepcionista.
—Me gustan las emociones extremas —afirmé mientras retomaba mi camino y alzaba mi mano para despedirme de ellas.
Por alguna razón me pareció que todos me observaban diferente, como si supieran algo muy escandaloso sobre mí. Seguí mi camino, pero me interceptó un compañero que venía algo apresurado y con cara de preocupación.
—¡Qué bueno que te encuentro! —exclamó al verme—. Alguien te anda buscando, deberías apresurarte, está en tu laboratorio, no parece estar muy contento.
—¡Vaya! Gracias por avisarme, me apresuro entonces —dije mientras comenzaba a correr para llegar a mi destino.
«William», pensé mientras me dirigía hacia el laboratorio. No podía ser nadie más. En mi trabajo anterior me había hecho de varios enemigos, pero ninguno estaba lo suficientemente vivo como para causar problemas.
Caminé lo más rápido que pude y mientras me acercaba se hacía más evidente que algo ocurría. Cerca de la puerta había un grupo de compañeros expectantes a lo que ocurría dentro del laboratorio, donde al parecer dos personas discutían. De inmediato distinguí la voz de la Princesa de Hielo y de William
—¡Llamen a seguridad! —exclamó uno de los compañeros que veía todo desde afuera.
—¿Qué pasa? —Le pregunté
—No sé, ese sujeto llegó buscándote y se puso muy violento cuando vio a tu compañera de laboratorio, solo la jaló dentro y no parece que las cosas vayan bien.
—Yo me encargo —les dije a todos mientras me abría paso entre la pequeña multitud.
Llegué a la puerta y confirmé lo dicho por el compañero.
—¡No sabes quién es él! —gritaba William mientras yo abría la puerta.
Entre en el laboratorio y ambos me miraron. El rostro de la Princesa paso del enojo a la angustia.
—¡Oye, solo vete! —me ordenó, mientras se acercaba a mí, al ver que me dirigía a mi mesa de trabajo como todos los días—. Sé que piensas que puedes manejarlo, pero…
—¡Estúpida! —Gritó nuevamente William mientras la tomaba por el brazo para que se me acercara más—. Eres tú la que no sabe con quién se está metiendo.
Como siempre, mantuve la calma y me dirigí a mi mesa sin decir nada, necesitaba ver cómo reaccionaba William ante mi presencia, era importante no precipitarme. Él me miró y al ver que abría un cajón de mi mesa se puso frente a su exnovia como intentando protegerla de mí. No dijo nada más y puso toda su atención en lo que yo hacía y se preparó a sacar su arma.
—¿Qué demonios haces William? — Le pregunte mientras metía mi celular y cartera al cajón sin voltear a verlo.
Noté mucha tensión en él, su respiración era irregular, definitivamente estaba listo para enfrentarse a mí. Volteé hacia su dirección y lo vi, parado y decidido a sacar su arma. Me percaté de que su atención estaba en mi mano que cerraba el cajón. Con un movimiento un poco exagerado voltee a ver el cajón y luego regrese mi mirada hacia él para que se percatara de que yo sabía lo que él estaba observando.
—Ja, ja, ja, ¿no pensabas que yo tendría aquí un…? —hice una pausa sabiendo que él pensaba que yo tendría un arma en mi mesa—. Necesitas relajarte.
Me recargue en mi mesa y cruce mis brazos, el también relajo su postura un poco, aun así, seguía atento a todos mis movimientos.
—Sé el tipo de persona que eres y no dejaré que te acerques a ella —Dijo William sin quitarme los ojos de encima—. Sé que algo tramas y ella no será tu conejillo de indias.
—¿De qué hablas? —pregunto molesta la Princesa de Hielo—. Es solo un amigo de trabajo, nunca te habías puesto así por nadie.
No sé si fue buena idea que ella me llamara “amigo”, todos sabían que ella no tenía amigos. Era como una política personal suya mantenerse alejada de los hombres, pero por suerte William la ignoró.
—Dime de que se trata —Me ordeno él—. ¿Es el proyecto Fenix? No eres un investigador, sé que todavía te paga el departamento de…
—¡Cuidado con lo que dices! —Lo interrumpí, mientras abandonaba mi postura relajada y daba un paso hacia él para evitar que hablara de más.
Editado: 13.06.2023