La Princesa de Hielo

Capítulo 13: Señuelo

Con el auto listo y la princesa al volante, estábamos listos para partir, sin embargo, eso no sucedería sin que los guardias de la entrada ejecutaran su protocolo de seguridad para la salida de un automóvil de la casa.

El procedimiento exigía una revisión del vehículo por parte del personal de seguridad, quienes registraron el estado de este con fotografías, también revisaron un sistema de seguimiento GPS y terminaron con interrogatorio acerca del recorrido que seguiríamos y el destino al que nos dirigíamos. Todo esto lo hicieron de manera muy eficiente, no tardando más de 5 minutos.

Todo indicaba que los encargados de la seguridad de aquel castillo eran personas muy capaces y bien instruidos, sin embargo, y pese al poco tiempo que les tomó realizar todo, la princesa parecía algo fastidiada por el hecho de tener que esperar.

—¡Diablos!, olvidaba que tenían que hacer todo esto cuando salía en mi auto— se quejó mi compañera mientras esperábamos a que terminaran la revisión.

—No parecen estar tardando tanto— dije al ver a los guardias terminar de llenar sus listas de cotejo— supongo que no quieren que el auto sea usado como arma o para secuestrarte.

—Sí, algo hay de eso, pero es un fastidio. Es por esto que dejé de salir en auto y comencé a viajar en taxi. Costó trabajo que lo autorizara la agencia de seguridad que contratamos, pero al tratarse de sitios de transporte bien monitoreados, me dieron luz verde.

—Y ¿Qué pasa con el que tomas al salir de trabajar? Son taxis comunes que encontramos afuera del edificio —pregunté al ver un hueco en su protocolo de traslado.

—He de admitir que ahí me estoy saltando varias reglas —afirmó de manera despreocupada.

—Con que eres una chica rebelde ¿Eh?

—No te negaré eso —dijo mostrándose orgullosa de su desobediencia a las reglas de su propia casa.

Al terminar la inspección del auto, del sistema GPS y finalizar el breve cuestionario, los guardias nos dieron luz verde para dejar la casa. La princesa parecía muy impaciente por salir y al abrir la reja aceleró más de lo necesario, como queriendo irse pronto del lugar.

Condujo por las calles privadas de la zona rebasando los límites de velocidad señalizados en los postes hasta llegar a la caseta de vigilancia que controlaba el acceso principal. Ahí simplemente registraron los datos del auto, de la propietaria y la hora de salida.

De esa manera nos alejamos de su casa. Ella no sabía dónde vivía yo, pero simplifiqué las instrucciones lo más que pude para no agregar tensión al hecho de que era la primera vez que ella conducía en mucho tiempo. Únicamente le dije que se dirigiera hasta el edificio donde trabajábamos y que de ahí ya le daría indicaciones más detalladas.

El camino era algo largo. Traté de no distraer mucho a mi compañera hasta estar seguro de que tenía todo bajo control, sin embargo, tuve que darle indicaciones antes de lo previsto, una situación inesperada se presentó. Un auto sospechoso nos seguía de lejos. Aunque la princesa estaba conduciendo llevando el auto siempre al límite de velocidad permitido, aquel vehículo extraño se las había arreglado para no perdernos.

Al principio pensé que podría encargarme de la situación sin decir nada ni armar alborotos, pero después de pensarlo un poco decidí no hacerlo y advertirle de la inusual situación.

 —Oye, tengo que decirte algo —dije mientras verificaba por los espejos que el auto aún nos seguía.

—Vaya, pensé que no dirías nada hasta llegar a tu casa —contestó ella sin apartar su vista del camino.

—Lo siento, no era mi intensión, pero, antes que nada, tu sigue conduciendo de acuerdo al plan y en cuanto puedas ve por el retrovisor, hay un auto gris que nos ha estado siguiendo —le indiqué mientras analizaba un poco más nuestra situación.

—Ah, eso, debe ser alguien de seguridad, a veces lo hacían —explicó mientras revisaba los espejos en busca del auto.

Su respuesta me tranquilizó un poco. Si se trataba de otro de sus protocolos de seguridad, todo estaría bien, pero esa tranquilidad no duraría mucho.

—¡No puede ser! —exclamó ella al ver el auto que nos seguía por el retrovisor.

—¿Qué pasa? —pregunté al ver su reacción.

—No son de seguridad, no es la primera vez que veo al que conduce ese auto. Es trabajador de uno de mis tíos, nunca lo mandan con buenas intenciones —El nerviosismo y tención se veían en su rostro y pude ver que sus manos comenzaban a temblar.

—Tranquila, concéntrate en el camino y haz lo que te diga, confía en mí —dije ya con un plan en mente.

—William me dijo que si ese sujeto regresaba le llamara de inmediato, creo que deberíamos…  —Supe de inmediato que tenía miedo y que llamar a su exnovio le parecía una solución razonable, pero no se trataba de algo con lo que yo no pudiera lidiar.

—Nada de eso, déjamelo a mí, estaremos bien, te lo prometo —dije tratando de tranquilizarla.

Me sentí un poco mal al verme aprovechando esa situación que a mi compañera le había causado tanto estrés, pero no había vuelta atrás. Ella me miró por un instante y al parecer el verme tan relajado le dio algo de confianza.



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En el texto hay: amor, orgullo, metiras

Editado: 13.06.2023

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