La princesa de repuesto

Capitulo 34. El valor de la amistad

Lo sucedido con el pueblo que la reina escogió como su sede causo un gran impacto en gran parte del reino. Muchos aseguraron que la princesa Jade quería demostrar de lo que era capaz contra aquellos que se atrevían a desafiarla, mientras que otros pensaban que este conflicto familiar deberían solucionarlo en el ámbito diplomático, sin involucrar a los civiles.  
Pero tras la noticia de que ningún civil resulto herido en el enfrentamiento, les hizo ver a muchos que la reina Abigail si era una persona cuerda y dedicada, que pensaba en su gente y buscaba la mejor manera de culminar con un conflicto bélico sin sacrificar vidas innecesariamente.  
Una vez que se calmó la situación, la reina volvió a realizar una transmisión, dando un discurso sobre su pequeña victoria:  
- Agradezco a los soldados que demostraron valor al desviar la atención de los aviones, evitando así que dañen a los civiles. Por mi parte, hare todo lo posible para arreglar este desastre. Por eso, princesa Jade, a quien ya no reconozco como mi hija, te pido que desistas de tu ambición y te entregues a la justicia. Revela la verdad detrás del asesinato del príncipe Rogelio y deja de manchar el nombre del duque Tulio, que sabes bien que el jamás dañaría a su pupilo. Si no lo haces, me vere forzada de atacar a la Capital y ponerte en evidencia. 
Esa transmisión la vio la baronesa Montse, quien lo sintió como si le derramasen un balde de agua fría. En el fondo intuía que la princesa Leonor la recordaba y que, si se legasen a encontrar, ella la delataría sin dudarlo.  
“La princesa Jade teorizo que la reina Abigail se encontró con el duque y la niña”, recordó Montse. “? Sera que ella les dijo algo? Tenía la esperanza de que lo olvidaría dada la edad, pero seguro fue lo suficientemente traumático para tenerlo grabado en su mente. ¿Qué debo hacer?”  
Mientras pensaba, recibió una llamada en su dispositivo comunicador. Lo atendió y resulto ser Jade.  
“Montse, quiero que vayas a la ciudad X, en el edificio de control de comunicaciones. Tengo la corazonada de que buscaran acaparar la antena y, así, controlar las redes de comunicaciones holográficas del reino”  
- Si, majestad. Iré ahí enseguida – respondió Montse.  
La baronesa salió de su mansión donde vivía, se subió a su vehículo y fue rumbo a la ciudad X.  
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El duque Tulio y Jonás fueron acompañados por un grupo de soldados hasta la entrada de la ciudad X. Tal como lo previo, estaba completamente vigilado. Toda persona que intentara entra, era registrada de pies a cabeza. Y si portaba algún arma, se la consideraba sospechosa, por lo que era trasladada al palacio para su interrogación.  
Por suerte, el duque elaboro un plan para lidiar con la defensa humana. Supuso que también habría detectores antipersonas, pero ya contaban con los escudos necesarios para repelerlos.  
- En verdad este mundo es diferente al que conozco – comento Jonás – ahora entiendo por qué fue tan fácil dominar a mi gente. ¡Jamás podríamos con una civilización tan avanzada como esta!  
- Aunque no lo creas, también tuvimos nuestra crisis – dijo el duque Tulio – tratamos de no decaer, pero conforme aumenta la población, es cada vez más complicado. Pero no hablemos de esto, sino que centrémonos en ir por esa antena.  
Algunos soldados detonaron varias bombas en las afueras de la ciudad. Eso hizo que unos cuantos guardias fueran a dar un vistazo. Los que se quedaron, pelearon contra unos cuantos sargentos seleccionados, logrando así despejar el camino.  
El duque y Jonás corrieron rápidamente hacia la entrada, recibiendo al instante varios disparos de rayos láser provenientes de las torres de control y drones de vigilancia. Gracias a sus escudos proveídos por el ejército de la virreina, lograron repeler gran parte de los ataques, pero los golpes producidos por el láser eran equivalentes a múltiples golpes a puno cerrado.  
Una vez que traspasaron la barrera de vigilancia, llego la protección interna conformada por los vigilantes de las calles. Los cadetes que iban con el duque los enfrentaron, así es que el duque y Jonás corrieron rápidamente hacia los callejones, perdiéndose a la vista.  
- La torre esta casi al centro de la ciudad – le dijo el duque a Jonás – y estoy seguro de que será el lugar más vigilado. me pregunto cómo lo haremos.  
- ¿Y si detonamos otra bomba? - sugirió Jonás.  
- ¡No! - respondió el duque – fuera de la ciudad era viable, pero aquí los edificios están muy cerca uno al otro. Además, podemos lastimar a alguien. ¡No es seguro!  
Mientras discutían, sus pasos los llevaron hacia el centro. Se ocultaron detrás de unas cajas y, desde ahí, vieron a un escuadrón rodeado una alta torre de ladrillos, cuya punta se levantaba una larga antena de hierro y hormigón. No había manera de atravesar la barrera humana.  
Pero lo que más le llamo la atención al duque fue ver ahí a la baronesa Montse, dando instrucciones a los soldados.  
El duque la recordaba. Era la mujer que siempre iba detrás de la princesa Jade, como su sombra. También fue la que apuñaló al príncipe Rogelio, causando así su muerte.  
“Esa bruja!”, gruño el duque. “Por su culpa es que fui despreciado tanto en este reino como en la Nación del Sur. Si pudiera, le rompería el cuello, pero Abigail me pidió que me calmara. ¿Qué debo hacer?”  
- La reina nos dijo que podemos usar esto - le dijo Jonás a Tulio, interrumpiendo sus pensamientos.  
El duque lo miro, se fijó que sostenía unos drones del tamaño de la punta de su dedo menique. Jonás sonrió y continuo:  
- Supuestamente sirve para escuchar a largas distancias. ¡Es increíble!  
- Veremos si funciona – dijo el duque, entre concentrado y admirado por la forma en que Jason se impresionaba como un niño por los accesorios tecnológicos.  
Activaron los drones y los programaron para que rodearan el perímetro. Algunos se acercaron a la baronesa Montse y, ahí, pudieron saber de lo que estaba hablando. 
- Céntrense especialmente en la entrada, laterales y salidas de la torre – indicaba Montse al escuadrón – con esto será más que suficiente para ahuyentarlos. Dudo que sepan que el ducto de ventilación subterránea está directamente conectado con el desagüe de la ciudad. Si pasaran por ahí, hasta podrían repeler los pasillos anti intrusos y llegarían directo a la sala de operaciones.  
Ambos hombres se miraron entre sí y dirigieron sus cabezas hacia una apertura del callejón, en donde escucharon el sonido del agua. No lo pensaron dos veces y se metieron ahí, junto a sus guardias.  
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La baronesa Montse se sentía agotada. Paso todo el día recorriendo la ciudad, asegurándose de cubrir los accesos más importantes y verificando la vigilancia en los alrededores de la torre. 
Ahora se encontraba en la sala de control, donde debía verificar que las conexiones de la antena fluyeran con normalidad. Los operadores de turno trabajaban como maquinas, tipeando teclas y botones sin siquiera pestañear.  
Montse miro por la ventana. El escuadrón seguía vigilando y no vio acercarse a ningún intruso. Se pregunto si decidieron rendirse cuando son su dispositivo comunicador. Lo atendió y vio que era una llamada de voz de la princesa Jade.  
- ¿Como va todo por ahí?  
- Bien – respondió la baronesa – hubo una explosión en las afueras, pero nada grave. Algunos de nuestros enemigos lograron infiltrarse, pero no se acercaron a la torre. Seguro les intimido la fuerte vigilancia que hice en ella.  
- ¿Has cubierto la zona de los desagües?  
- No, majestad. No creí necesario.  
- Ay, Montse. Recuerda que mi madre logro infiltrarse en el palacio ELLA SOLA, aun con toda la vigilancia de última tecnología que tenemos a disposición. ¿Acaso no has considerado que podrían infiltrarse por esa vía? Creo que te he sobreestimado.  
- Lo siento, majestad, yo...  
Pero no pudo continuar la comunicación porque, al instante, la apertura del conducto de aire se disparó y, de ella salieron el duque Tulio, Jonás y los guardias que los acompañaban.  
Los operarios, al verlos, dejaron todo lo que hacían y se escondieron debajo de sus sillas. Al no ser soldados, no estaban listos para pelear y buscarían protegerse por sus medios.  
La baronesa Montse se quedó helada, mientras se le caía el dispositivo de su mano. Aun con el aparato por el suelo, todavía seguía escuchando la voz de Jade.  
- Montse? Montse! ¿Qué pasa? ¡Responde!  
El duque, al ver a la baronesa, la señaló y le dijo:  
- ¡Tu mataste a mi pupilo y manchaste mi nombre!  
Estuvo a punto de abalanzarse sobre ella, cuando escucho a Jonás exclamar:  
- ¡Señor, tenemos la torre de control! Pero... ¿Que es todo esto? ¡Es tan extraño!  
El duque miro de reojo a Jonás, que procedió a tocar cada botón como si fuesen juguetes. En eso, Montse corrió directo hacia él, lo empujo y se dirigió a la salida.  
Fue ahí cuando los guardias la atraparon, tomándola de los brazos e inmovilizándola.  
El duque, ignorando a Jonás que estaba como un niño en un parque de diversiones, se acercó a la baronesa y, mirándola con repudio, le dijo:  
- Dame un motivo para no matarte.  
Montse, siendo consciente de que Jade aun la escuchaba desde el dispositivo y de que los operadores seguían ahí escondidos, respondió hondo y dijo>  
- ¡Si! ¡Yo mate al príncipe Rogelio! ¿Pero acaso alguien tiene alguna prueba? ¡Soy la mano derecha de la princesa Jade, la legitima heredera al trono del reino del Norte! ¡Ella jamás me delatara y lo saben! ¡No pueden hacerme nada sin demostrarlo!  
Tal como lo previo, Jade comenzó a gritar desde su dispositivo:  
- ¡No te delates, Montse! ¡Te están escuchando!  
La baronesa dio un último estirón y logro liberarse de los guardias, corriendo rápidamente hacia un rincón de la habitación. Ahí, tomo un cuchillo que llevaba guardado bajo el manga de su vestido y apunto hacia el duque, haciendo que este se quedara quieto.  
Pero, en lugar de asustarse, el duque le dijo:  
- ¿Vas a matarme? Adelante, hazlo. Pero ahora todos son testigos de que yo jamás toque al príncipe Rogelio.  
Ante eso, señaló el panel de control, en donde Jonás había pulsado un botón clave para activar los altavoces conectados a la antena principal. Montse palideció, jamás previo que ese salvaje podría aprender a manejar ese panel rápidamente. Así es que recordó que Jade le pidió que se callara, porque justo ahí escucho la confesión transmitida por las ciudades más cercanas de la capital.  
Su vida fue arruinada en segundos y no solo dejo que tomaran el control de la torre, sino que también se declaró culpable y, pronto, el reino entero reclamaría por su cabeza.  
Sin soltar el cuchillo, murmuro:  
- Lo siento, princesa Jade. Se que eres mi amiga, pero ya no puedo más con mi conciencia. Espero que la Diosa me perdone y se apiade de mi alma.  
Y, sin dudarlo más, doblo sus brazos y se cortó el cuello.  
 




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