La princesa del país perdido

Capítulo 5: Aquelarre

Ya había pasado un día desde aquel encuentro entre Owen con Sally, y mis temblores productos del miedo por eso cada vez se hacían notar más. Este pavor me era comparable con aquella ocasión en la que tuve el encuentro con aquel monstruo de mi pesadilla. No supe que hacer, no sabía si contarles o no la verdad a mis amigos de lo que ocurría a nuestro alrededor, y el como lo tomarían después.

Aquella mañana salí a caminar sola por el Rumity Mundi, separándome de ellos cuando estaban distraídos para poder asimilar con más calma la situación actual. Pues aunque me había familiarizado con temas sobre misterios por culpa de Henry, estos acontecimientos pretendían rebasarme y no estuve preparada jamás para esta clase de encuentros. Ví lo vulnerable que era ante este mundo que me lanzaba a modo de burla las migajas de su lado sobrenatural en carne propia, si es que así podría llamarlo.

Por un lado habían animales que hablaban siendo incluso hasta capaces de usar magia, como el hechizo lunar que me contó aquel misterioso hombre de la máscara. Y por el otro lado tenía a una supuesta criatura disfrazada de humano de la cuál los primeros querían dar caza. Sin olvidar que también estaba la extraña relación de los sueños de Henry con mi pesadilla sobre aquella ciudad antigua.

Seguí avanzando y por el camino escuchaba uno que otro lloro acompañado de murmullos, los cuales decían algo sobre niños pequeños extraviados y el fallo del sistema con las cámaras de seguridad.

Más adelante llegué hasta una plaza de comida que el parque tenía pero no ingresé y preferí sentarme a la distancia, en uno de los bancos decorativos de piedra redondos que habían por allí. Sin embargo, dada la maldita casualidad o destino no me percaté de quién se encontraba sentado a solo unos pasos cerca mío.

Sin embargo, dada la maldita casualidad o destino no me percaté de quién se encontraba sentado a solo unos pasos cerca mío

Era el, ese misterioso hombre que cuidaba a los gatos. Aunque ahora vestía como el arquetípico capitán pirata de un programa infantil, pero sin el parche, ya que aún llevaba puesta una máscara sin rasgos. Solo que en esta ocasión ya no tenía encima los cuernos y orejas de liebre. Me fijé también que el estaba leyendo un libro, pero no cualquier libro, sino el Malleus Maleficarum (martillo de las brujas) algo de lo que mi amiga repudiaba bastante.

-- Debiste marcharte con tus amigos ni bien viste a los animales hablar, ahora temo que pueda ser tarde.-- habló de pronto provocandome un pequeño brinco del susto

Cuando le pregunté a qué se refería con lo que "temo que pueda ser tarde" el nisiquiera volteó a verme. Me ignoró por completo haciéndose el interesante conmigo. Les confieso que en eso momento quise insultarlo, en verdad quería hacerlo, pero recapacité rápido y ví que podía ser peligroso así que decidí irme sin más. No obstante el volvió hablar y de inmediato mi cuerpo dejó de responderme, era la misma sensación de aquella vez con la luna de sangre, pues ahora quien controlaba mis movimientos... no era yo.

De pronto me veo parada delante de este individuo y no podía hablar o mover un dedo por voluntad. Era como si mi cuerpo se hubiera convertido en una prisión, y solo lo veía a el cerrando lentamente su maldito libro mientras me miraba fijamente a través de los oscuros ojos de su máscara.

-- No temas, no te haré daño -- me dijo entre susurros -- Te pido disculpas por esto pero es que era la única manera de evitar que te vallas, ya que impedirlo con mis manos llamaría mucho la atención y sería malinterpretado.

Debí suponer que el también podía hacer este tipo de control sobre otros al igual que los gatos, aunque esto era plena luz del día y no en una noche con luna llena. Así dándome a entender que su habilidad era posiblemente mucho mayor que el de los animales, y acto seguido al estar bajo su dominio me hizo sentarme a su costado como si nada.

-- Tengo algunas dudas que quiero aclarar sobre tu amigo el alquimista. Y como ahora no puedes responder con palabras, te dejaré mover un dedo de una de tus manos: un movimiento será SI y dos movimientos será un NO ¿Entendiste?

Entonces el inició preguntándome sobre mis experimentos con Henry, luego sobre nuestro propósito real del porque vinimos a Rumity Mundi, sobre nuestra ambición y más que todo sobre los dibujos de aquella ciudad deshabitada.

¿Cómo el sabía todo eso?

Yo iba confirmando y desmintiedo lo que el hablaba, no me atrevía a mentirle porque sentía que lo descubriría y me iría peor. A pesar de que el me hablaba con un tono gentil que no mostraba maldad, me era imposible no sentir pánico en la situación que me puso.

Al finalizar con ese test aquel hombre comenzó a contarme lo que en verdad pasó con Henry, justo después de que el nos mandara con mi amiga de regreso al parque para buscar a Owen.

Siempre sospeché que mi amigo me estaba escondiendo algo desde que llegamos, lo dejaba entrever con esas sonrisas cómplices nada agradables que hacía.

Me enteré por este hombre que Henry estaba por ayudar a los gatos a cumplir con su venganza de la entonces Sally Rivoor. Además también me dijo que lo habían convencido con enseñarle saberes ocultos como la hechicería real y un nivel superior a la alquimia; la alquemagia. Pero el hombre con disfraz de pirata no sabía que rol ocuparía mi amigo siendo partícipe de todo eso. Era muy extraño su reclutamiento, debido a que estás criaturas solo se interesaban por seres con la magia desbloqueada de nacimiento.

Yo aún seguía inmóvil y el se puso en una pose pensativo con la mirada perdida al frente, pero no duró mucho así porque de pronto se acercaron a nosotros un par de enormes hombres calvos y gordos. Vestían lo mismo que el resto de trabajadores del parque y se veían muy enojados con el pirata.




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