La princesa del país perdido

Capítulo 10: Los antiguos y nuevos aprendices.

Todos quedaron sorprendidos al oír decir a Nhor, que ya sabía la historia de un tema supuestamente delicado y confidencial, como si fuera lo más normal del mundo. Y peor aún de que no era la única que lo sabía, ya que había mencionado a su madre como la responsable de revelárselo.

Algo que a primera instancia para Velio y compañía debía ser imposible, porque esa información solo era conocida por la realeza de Camavelia; y clandestinamente por los aprendices de Velio. Por lo que alguien ajena a estos lo supiera sin mostrar temor alguno de divulgarlo, era un peligro.

Pero claro, ninguno de los presentes tenía siquiera la mínima idea sobre quién era realmente la madre de Nhor, y que tan importante era esta para el reino.

-- ¿Que? ¿Que pasa? -- preguntó la niña al ver las caras sorprendidas de quiénes la acompañaban -- ¿Dije algo malo o es esta cosa que me hace ver rara? -- dijo tocándose la máscara mostrando una preocupación casi teatral.

-- Pequeña Nhor, ¿eres conciente de lo que acabas de decir? -- habló el maestro un poco inquieto

-- ¿Sobre que las diosas lunares están muertas a causa del Destructor? Claro que sí -- respondió -- ¿Por qué?

-- Según tengo entendido, los meirill evitan hablar de esa historia, la caída de las lunas porque reescribe por completo el origen de su raza y el reino. -- dijo Lynari dudosa de si misma mientras se posicionaba al lado de Velio -- También que modifica la religión que nos han estado enseñando por largo tiempo y demás cosas, como la magia.

-- Eso no suena tan grave. -- dijo Nhor -- Hmm vaya, así que ahora estoy llevando sobre mi rostro el objeto que antes usaba una muerta. No sé si reírme o asustarme.

-- ¿Que no suena tan grave? ¡Ja! Eso es exactamente lo que diría una ignorante. -- mencionó Vandor

Nhor apretó los puños

-- ¿Entonces por qué mejor no me lo explicas tu?, Oh gran sabio antipático.

-- No tengo porque explicarle cosas a un kryshfleim. Suficiente tengo con aguantar no atacarte y...

-- Y que sin tu varita no puedes hacerme nada ¿Por qué no sacas otra? ¿Tienes miedo de volverla a pudrir? -- lo provocó Nhor, mientras iba moviendo sus dedos comicamente como si intentara hacer magia.

-- Oigan niños no peleen aquí van a romper mis cosas. -- pidió el maestro pero fue ignorado

-- ¡Lo que la pudrió fuiste tu! La ensuciaste con tu raíz corrupta, pero ahora verás de que no necesito una varita para mostrarte de lo que soy capaz. -- la apuntó con la mano

-- ¡Yo no ensucie nada, eres tú el que no sabe cuidar sus cosas! Si tanto querías evitar problemas debiste impedir desde el inicio que esos zivsa me lastimaran ¡Tonto, tonto, tonto! -- lo apuntó también con su mano para imitarlo mientras la riña de ambos seguía y seguía.

-- Psshh... maestro -- susurróLynari -- ¿Esa máscara cambia la personalidad de quién la usa? Es que a Nhor se le oye y actúa muy distinto a como era hace poco.

-- No, de hecho esa máscara no tiene ningún poder solo era un simple accesorio que las diosas usaban. Pero mientras la niña crea que sí, supongo que su propia mente le hace sacar aquella personalidad sin saberlo. -- respondió Velio en voz baja

Lynari rodó los ojos y se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

-- Osea que la ha engañado con eso de "la máscara del valor". No lo puedo creer de usted.

-- Shh... Te van a oír. Si, lo hice pero aún no se lo digas y mejor detengamos esta discusión antes de que se lancen un rayo y destruyan mi colección.

Sorpresivamente Vandor y Nhor habían comenzado a generar cada uno desde la palma de su mano, un orbe que expulsaba chispas eléctricas y no parecían querer detenerse ahí.

  La esfera de Vandor era dorada y luminosa como el fuego, cuyas chispas eran de igual color. Por otro lado la esfera de Nhor estaba bañada por un denso humo negro que olía fatal y sus chispas eléctricas eran púrpuras. Estos dos estaban a punto de dispararse y ocasionar una tragedia, por lo que Lynari trató de intervenir pero los agresivos rayos eléctricos le impedían el paso.

  Mientras tanto el maestro Velio permanecía inmutable y simplemente se acomodó mejor en su silla, se aclaró la garganta, luego exhaló y sopló suavemente hacia la nada. Sorprendiendo así a los dos chicos, pues su poder se había desvanecido tan fácilmente como polvo llevado por el viento.

  De forma inmediata, el maestro con un tono de voz más autoritario, le dio la orden a su discípulo, que fuera por una rama de avellano por los alrededores para crear una nueva varita y de esa manera, continuar con las lecciones que tenían planeadas realizar.

  El joven dudó si irse o no. Pasó la vista en las tres personas que lo acompañaban una y otra vez sin decir nada, hasta que finalmente se detuvo en el maestro y con una sonrisa cínica dijo:

-- Supongo que con usted basta y sobra para mantenerla raya si esta kry... niña decida volver atacar.

-- Así es, conmigo será suficiente no te preocupes, Vandor y gracias por la información extra que me has brindado. Lo manejare de la mejor manera posible. -- respondió Velio

Vandor asintió y se marchó del lugar, pero durante el camino en los viejos pasillos del albergue este apretaba los puños con gran furia. Tanto así que casi se lastima las palmas de la mano con sus propias uñas. Luego se detuvo en frente de una pared antes de doblar la tercera esquina, dándole un gran golpe con el puño logrando agrietarla un poco.

  El estaba enojado pero no solo por la princesa, si no también consigo mismo debido a que una parte de su conciencia le daba la razón a Nhor.

  Pudo haber apartado a los pequeños para que no la molestaran, pero no hizo nada y se sintió como un idiota. Dió un suspiro para calmarse y se sentó en el suelo apoyando su cabeza contra la pared dañada, mientras pensaba en el sermón que Lynari le daría por su comportamiento más tarde.




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