La princesa del país perdido

Capítulo 12: ¿Merrick o Catalina?

No recuerdo realmente cuánto tiempo pasó hasta que el huevo eclosionó, ya que di una vuelta completa a la habitación mientras Hendrika y su compañero conversaban. Curioseaba entre las pequeñas y disecadas figuras que se encontraban allí, desde diablillos hasta lebrilopes, desde piedras garabateadas hasta hermosos cristales. Este oscuro ambiente de alguna manera me recordaba al pequeño museo que Henry y yo habíamos montado en el sótano de su casa hace mucho tiempo, aunque nuestros críptidos eran falsos, ya que los habíamos creado nosotros mismos. En cuanto al resto de las cosas esotéricas, tenían el beneficio de la duda, ya que Henry las obtuvo en mercados negros y en páginas de la web profunda.

  Luego, quise asomarme por la ventana para comprobar en qué lugar estaba, si era el castillo o no. Sin embargo, no pude hacerlo porque mi estatura no era suficiente para alcanzar la ventana. Era obvio que estaba diseñada exclusivamente para la altura de un Meirill. Ojalá Bram me hubiera enseñado a levitar, ya que éramos como unos espíritus aquí.

  Cuando llegó el momento de ver el resultado, el huevo desarrolló una fisura de la cual emergió pus en grandes cantidades, dejándolo tan seco y arrugado como una pasa. Finalmente, de lo que quedaba de eso, surgió una criatura humanoide, mitad hombre y mitad cuervo. Tenía cierto parecido con las antiguas representaciones de los dioses egipcios, como Thot y Horus, combinado con las arpías voladoras de los mitos griegos.

   Esta cosa se incorporó dando sus primeros pasos, parecidos a los de un no-muerto, dejando atrás su cascarón que ahora no era más que un montón de piel podrida. Su altura, según lo que podía percibir, rondaba el 1.80 metros y sus ojos eran completamente blancos, carentes de alma. Era un ser contrario a la vida y, sin embargo, estaba vivo. No podía hallar respuesta coherente para explicarlo.

  Hendrika se mordió el pulgar derecho, causándose una herida fresca nuevamente, y se acercó a la criatura. Presionó su dedo sangrante contra la cabeza de este y pronunció:

  "Me perteneces, ahora eres como mi hijo, eres sangre de mi sangre. Sigue mi aroma hasta la antigua torre, bajo la constelación de la Logia de los Inefables, y espera allí hasta que el hombre sin rostro te permita cruzar la puerta.

  Cuando él sienta el permiso que la esencia de mi sangre te otorga, ingresarás para encontrar a tu hermana, la Brinivoor de Camavelia, y la dejarás consumirte como alimento mientras duerme sin darse cuenta. De esta manera, su enfermedad no la atormentará durante un tiempo a cambio de tu vida.

  ¡Ve, vuela!

  ¡Búscala!

  Yo te lo ordeno..."

  Dicho eso, la criatura salió volando por la ventana, rompiendo el cristal en el acto, y su silueta se perdió en la distancia. Por mi parte, estaba asombrada por lo que acababa de presenciar, y ahora comprendía mejor por qué Nhor seguía viva a pesar de su frágil estado de salud. Era su madre la que estuvo enviando a varias de estas cosas en el pasado para mantener a la muerte alejada de su hija.

– Usar ese pequeño ritual de sangre te está desgastando mucho. – dijo el gato – Prolongas sus vida a cambio de acortar la tuya. A este paso las dos morirán en el mismo día, pues no creo que encuentres un reemplazo que acepte reducir su esencia vital por otro. Tu método no me parece el más inteligente amiga mía.

– Es lo único que puedo hacer, ya que de nada me sirvió aprender una basta cantidad sobre la medicina si no puedo salvar a mi hija.

– Pero no todo fue un desperdicio. Gracias a tus conocimientos adquiridos, tus pociones y pomadas han ayudado a mucha gente a sanar de sus malestares. Pienso, pienso, pienso que deberías revelarte al fin como la creadora de estas cosas y dejar atrás tu otra identidad.

Ella lo miró con un gesto de aburrimiento.

– ¿Para qué? Me gusta que me conozcan como la bruja 'Neuvirina', me siento más segura saliendo así a las calles. Nadie sospecha que soy yo. Literalmente me transformo en una zivsa cuando me pongo ese collar que me diste. Además Jadinrid dijo que el cabello negro me resaltaba mejor los ojos.

– Ojalá el también estuviera de acuerdo con lo de exterminar a las hijas del Cabal – suspiró el gato.

– ¡¿QUIERES YA DEJAR DE MENCIONAR ESO?!

– Como tú ordenes. Pero, por favor, recuerda que no siempre podré estar a tu lado para protegerte de las energías del otro lado cada vez que dibujes y abras un portal.

– Sí, sí, como digas. Ya pareces mi papá. ¿Alguna otra palabra de sabiduría para la reina novata? – bostezó con sarcasmo.

  Esta Meirill era asombrosa; a pesar de no contar con los poderes sobrenaturales de su casta, ya que Durlin se los había llevado, lograba hacer magia con la ayuda de objetos y rituales. Sin embargo, mi admiración por ella se vio eclipsada cuando 'aquello' que dijo que me encontraría, finalmente ocurrió.

   No pude darme cuenta a tiempo de que desde el suelo detrás mío, emergía un humo negro más oscuro que la misma noche. Algo se acercaba hacia mí, algo que desconocía por completo, más allá de ser una entidad que previamente se me había manifestado en una pesadilla. No tenía conocimiento de sus verdaderas intenciones, pero mi instinto me decía que no eran buenas.

– Así que estabas aquí. – habló por fin él. – Observando a Berbelion y a la primera esposa del último rey de Camavelia, eres tan patética como ella y su hija.

  El monstruo intentó atraparme con su enorme mano izquierda, pero logré esquivarlo y corrí desesperada hacia la puerta sin preocuparme por si podía abrirla de un empujón o no. Fue entonces cuando descubrí que podía atravesar las cosas como un fantasma, lo cual tenía mucho sentido, ya que al separarme de mi cuerpo, me había convertido en un espíritu. Me sentí un poco tonta por no haberlo recordado antes.




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