La Princesa del Reino Perdido

IX

Reino de Arthegón

 

El viento sopla en mi rostro, cierro mis ojos respirando el aroma del bosque mezclado con aire fresco y el afrodisíaco olor de las flores de primavera,  abro mis ojos para apreciar el paisaje, aunque el lugar que sobrevolaba el dragón estaba plagado de naturaleza, si me esforzaba un poco más podía apreciar algo que  no era muy hermoso de ver; los árboles completamente oscuros, de un color negro intenso que no se movían ni con el fuerte soplar del viento, parecían de piedra, inertes; sin vida. Mi hermano miraba el cielo con tranquilidad, aunque su respiración era tranquila yo lo conocía demasiado bien como para saber que él estaba agobiado por todo lo que pasaba; por los secretos de nuestros padres, por lo que sea que fuéramos a descubrir en el castillo, no podía culparlo; yo estaba igual de agobiada al respecto, no había podido dormir bien en toda la noche, las preguntas sin fin no me dejaban estar tranquila, aunque quería saber todas las respuestas, estaba aterrada de lo que nos pudieran decir. Estuvimos todo el día volando, más sin embargo cayó el sol y aún no estábamos ni cerca de llegar, el dragón aterrizó en la orilla de un hermoso lago, las pequeñas criaturas se escondieron al momento de bajar a tierra, las casas son de arcilla y paja, era un campamento más grande que el de los ogros, Jorge fue el primero en bajar de Phaos, seguido del capitán quien me ayudó a bajar, el dragón azul simplemente se recostó a la orilla del lago y cerro sus ojos. Mi hermano por otro lado se acerca mas a las pequeñas casas de arcilla, se acerca a una de ellas y toca la puerta hecha de trozos de madera, todos sabemos que hay personas dentro de la casa, mas sin embargo nadie abre la puerta, seguramente estaban aterrados por el enorme dragón azul recostado a unos metros de nosotros. Mi hermano insistió en la puerta mientras el capitán Aldridge y yo solamente nos manteníamos en silencio, expectantes de lo que fuese a pasar. El joven estaba callado, había estado callado todo el día, no me había dirigido la palabra para nada, no entendía su actitud; un momento era dulce y tierno, afable y simpático, al otro momento era distante, con aire de superioridad y frio como el hielo, siempre era una ruleta rusa con él, no sabía cómo iba a actuar; era impredecible. La puerta es abierta lentamente, un pequeño hombrecillo sale de la casa; de cabello rojizo, piel blanca y ojos verdes, además de sus puntiagudas orejas. El pequeño que era de la mitad de tamaño que mi hermano nos miraba con miedo.

 

-. Disculpe señor, no queremos incomodar, solo estamos de paso. – dice mi hermano con cautela.

 

-. ¿Quiénes son ustedes? – pregunta el hombrecillo.

 

-. Mi nombre es Jorge Colingwood, ella es Eliana y el capitán Aldridge. – dice mi hermano, tanto el pequeño hombrecillo como el mismo capitán nos miraron con los ojos abiertos de sorpresa.

 

-. ¿Ustedes se apellidan Colingwood? – pregunta con sorpresa el capitán con su mirada fija en mí.

 

-. Así es. – digo con simpleza, todos se quedan en silencio, ellos solo nos miran a mi hermano y a mi con sorpresa en sus ojos. El hombrecito y el capitán se miran por unos minutos con interrogante pero ninguno se dice nada, solo se miran y nos miran a Jorge y a mí.

 

-. Mi nombre es Colin, será un honor recibirlos en nuestra comunidad. – dice luego de un rato el hombrecito.

 

-. Gracias por su amabilidad señor Colin. – dice mi hermano, el hombre hace una leve reverencia hacia nosotros y se aleja para entrar a la casa, a los minutos sale de nuevo con un cuerno en sus manos, el hombre hace sonar el artefacto, el sonido escandaloso hace que todos los que vivían en el lugar salieran; a los minutos el campo verde estaba lleno de personas pequeñas quienes me nos ven con curiosidad.

 

-. Escuchen todos y todas; ellos son los hermanos Colingwood y el capitán Aldridge, van a estar esta noche con nosotros, tratarles con amabilidad por favor. – dice el hombre y todos asienten en conformidad.

 

Rápidamente se disperso la multitud personas, el capitán se alejó rápidamente de nosotros para acercarse a Phaos y hablar algo que no pude escuchar. Por otro lado, el señor Colin nos llevo a una casa un poco mas grande y nos asigno habitaciones, nos comento que cenan a las ocho y nos pidió con demasiada amabilidad unirnos a ellos en la merienda. Yo aun estaba un poco curiosa por lo que había pasado respecto a nuestros apellidos, pero no pude hablar con el capitán en lo que resto del día, el se mantuvo alejado ayudando a los que ahora conozco como duendes. La cena fue muy cálida, todos nos trataban de manera amable y por alguna razón nos hacían una sutil reverencia al acercarse a hablar o al terminar una conversación, no sabía si aquello era alguna costumbre de los duendes o era propio de todo el reino hacer aquello. Colin estuvo hablando ilusionado de la llegada de un guerrero que sería el fin de la era de oscuridad que por mas de quince años ellos estaban presos. El capitán no se había aparecido en toda la noche, cuando le pregunte al señor Colin de su paradero simplemente me comento que le había encargado la tarea de buscar provisiones y que el gustoso había aceptado. Por alguna extraña razón sentía que el estaba evitándome, desde el casi beso en el bosque el actuaba raro cuando estaba cerca de mí, además de que después de ese momento intimo entre nosotros jamás volvimos a sacar el tema. Andrew me provoca tantos sentimientos abrumadores que no sé cómo controlar, jamás había experimentado esa clase de sentimientos; cuando estaba cerca de él sentía que nada podía pasarme, una simple mirada suya desaparecía el miedo, su voz hace que mi corazón se acelere, no puedo pensar con claridad cuando sus ojos y los míos se conectan, me siento como una niña que no sabe cómo comportarse, pero al mismo tiempo me siento plenamente tranquila y feliz. Luego de la cena los duendes empezaron a bailar, todos estaban regocijantes de felicidad por el salvador, todos habían recuperado la fe y la esperanza de que todo mejoraría, querían celebrar con jaras de cerveza y buena música. Varios de ellos me invitaron a bailar, yo acepte y baile con cada uno de ellos cambiando de pareja constantemente, yo era más alta que ellos, pero no demasiado, mi hermano incluso era casi de mi tamaño y solo tenia once años. Me divertí demasiado, ellos iban a amanecer de fiesta, yo pude darme cuenta que mi hermano luego de unas horas había desaparecido de la zona alegre, busque con mi mirada una cabellera rubia entre las personas, lo encontré; mi hermano está sentado a la orilla del lago, junto a Phaos quien seguramente tenía un sueño profundo, solo se levantó para comer la comida que el señor Colin había preparado especialmente para él y con la misma se había dormido de nuevo, ni siquiera le despertó la ruidosa música, seguramente estaba demasiado cansado de volar todo el día, agradecía que el estuviese viajando con nosotros, el camino era largo, si volando no habíamos llegado en un día, caminando nos hubiera tocado viajar tal vez por una semana si no es que más. Me acerque lentamente hasta sentarme a su lado, las cosas entre nosotros no estaban de lo mejor, por lo que sentía la incomodidad de Jorge cuando estábamos solos; sabia que no me había perdonado por no decirle lo del trabajo en Polonia. El me veía con pena, un silencio incomodo se extendió en el aire hasta que minutos después mi hermano habla;



#25251 en Otros
#7664 en Relatos cortos
#18313 en Fantasía
#3895 en Magia

En el texto hay: misterio, segunda guerra mundial, realeza

Editado: 06.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.