SAMORA
Hace algunos años, vi desde una tienda de ropa cómo una joven sirvienta —que parecía de mi edad— era maltratada por haber cometido un supuesto error. Su único pecado parecía ser el de ser huérfana.
Jamás habría imaginado lo doloroso que era... porque yo soy Samora, hija de un poderoso duque y prometida del príncipe heredero. Nunca sufrí maltratos como ese.
—¿Princesa? ¿Desea saber qué sucede con esa joven? —me preguntó una doncella que trabajaba para mi familia.
—No. Iré yo misma a averiguarlo.
Tan pronto como me acerqué, soltaron a la muchacha y todos se inclinaron ante mí. Al hablarles, noté que sus palabras no eran más que adulaciones por mi posición. Decían estar "disciplinando" a una sirvienta huérfana por haber cometido un error.
Durante todo ese tiempo, ella mantuvo la cabeza agachada, sin decir una palabra.
—Levanta la cabeza. Quiero que me digas exactamente lo que pasó... y sin mentiras —le ordené.
Cuando alzó el rostro, vi sus mejillas hinchadas y rojas por las bofetadas.
—No hubo ningún error, princesa heredera —dijo con voz temblorosa—. Estaba sirviendo a la señorita que acompañaba al joven maestro, como era costumbre. Pero al acercarme a él, su pie me hizo tropezar. Me apresuré a limpiarlo, pero la señorita me insultó y me golpeó. Luego usted intervino...
Se inclinó tras hablar, con respeto y miedo.
—Discúlpela, Alteza. Es una niña maleducada. No tiene quién le enseñe a comportarse, como es de esperarse de una huérfana —dijo la acompañante del noble, con desdén.
El joven no dijo nada. Solo sonrió con arrogancia y asintió.
—Ya veo... déjenmela a mí. Yo le enseñaré a comportarse adecuadamente —dije con una sonrisa tensa. Estaba furiosa por dentro.
—¡Por supuesto, señorita! Déselo merecido. Se la regalo para que haga lo que quiera con ella —dijo él, satisfecho.
"Igual que cualquier noble codicioso..."
ABBIE
Aquella habría sido solo una situación más en mi vida... de no ser porque la princesa heredera intervino. Esperaba un castigo, pero...
—Lo siento. No quiero asustarte ni castigarte. Solo estaba actuando como lo haría un noble común —dijo ella, algo apenada.
Pensé que era como los demás... pero era diferente. Amable. Bondadosa.
—Gracias... ¿Princesa heredera? —pregunté, sin saber bien cómo dirigirme a ella.
Ella soltó una risa ligera.
—No me gusta que me llamen así. Pero frente a los nobles, debo parecer alguien firme. Cuando estemos solas, puedes hablarme con confianza. Somos de la misma edad, ¿no?
Asentí tímidamente.
Desde los catorce años estoy en deuda con la actual reina Samora. Ella me salvó de una vida de malos tratos solo por ser huérfana. Ahora, trabajo como su sirvienta personal.
Antes de cumplir los diecisiete, viví en un pequeño cuarto que la reina me ofreció. Cuando ella se trasladó al palacio, me consiguieron una casa cercana para que pudiera servirle sin estar lejos.
Mis compañeras en el palacio no fueron amables... excepto la marquesa Ema, dama de escolta de Su Majestad. Tenía diecinueve años, pero se preocupaba por mí como una hermana.
Después de tres años en el palacio, se anunció al pueblo que la reina Samora estaba embarazada. Por azares del destino, la marquesa Ema también esperaba un hijo. Estaba feliz; sería su primer bebé.
Los días pasaron hasta que llegó el gran día.
Ema dio a luz a una niña. Pero en lugar de alegría, se la notaba apagada... como si lamentara que fuera una niña. Me desconcertó. Al mismo tiempo, llegó la terrible noticia: la reina Samora había perdido a su bebé.
La marquesa Ema no quería ver a su hija.
"¿Será porque deseaba un varón?", pensé. Me parecía absurdo, pero... yo sabía, mejor que nadie, lo común que era eso en nuestro imperio, especialmente entre nobles.
Entonces surgió una idea en mi mente:
"¿Y si cuido yo de la pequeña? Así Ema no tendría que preocuparse, y yo podría enseñarle todo... y amarla."
Tenía experiencia: antes de servir en el palacio, trabajé como niñera para una familia noble.
Pero... ¿Cómo podría decirle eso a Ema? No podía pedirle algo así. Porque al final del día... por muy indiferente que estuviera, seguía siendo la madre de aquella niña.
"Pero si ella no la amaba... yo lo haría."
#1712 en Fantasía
#2339 en Otros
#392 en Novela histórica
intercambio de identidades, relaciones madre-hija, protagonista fuerte pero humilde
Editado: 21.07.2025