En ese momento, Dimitri entró en la sala con su característico aire de seguridad, aunque lo hizo de manera tranquila, como siempre. Era el más reflexivo de los hermanos, alguien que prefería analizar la situación antes de tomar decisiones apresuradas.
—Padre, y si no fue un secuestro? —preguntó con calma, pero su tono era firme. Todos se voltearon hacia él, sorprendidos por la sugerencia—. Lysi no es tonta. Sabe perfectamente cómo cuidarse. ¿Y si simplemente quería huir?
Su observación hizo que el aire en la sala se volviera más denso. Aunque tenía razón, nadie quería pensar en esa posibilidad. Elysia no era infantil ni irresponsable; a pesar de haber sido criada en el palacio, siempre había mostrado madurez y un profundo sentido del deber. Que actuara de manera tan descuidada simplemente no encajaba.
—¿Y si esto es un movimiento para consolidarse como una posible heredera al trono? —añadió Dimitri, sabiendo que tocaba un tema delicado, pero sin rodeos. La idea era perturbadora, pero no irracional. Elysia no solo era la princesa del imperio; su papel estratégico en la política y la economía del reino era crucial. Con su desaparición, todo el imperio se había visto sacudido, deteniendo operaciones importantes y poniendo a todos, incluido el emperador y sus hermanos, en alerta. Dimitri sabía que esta situación mostraba lo indispensable que era Elysia para el imperio, no solo como hija del emperador, sino como una figura de poder en sí misma.
El emperador Alfonso permaneció en silencio por unos momentos, procesando las palabras de su hijo. Aunque la idea de que su hija pudiera estar detrás de su propia desaparición le parecía inverosímil, no podía descartar la posibilidad. Sabía mejor que nadie que Elysia había sido una pieza clave en las operaciones comerciales y estratégicas del imperio. Tal vez, después de años de trabajo y servicio, su hija había decidido demostrarle algo, algo que él había pasado por alto.
—No lo sé, Dimitri —respondió finalmente Alfonso, con un suspiro pesado—. Pero sea cual sea su razón, tenemos que encontrarla. Solo espero que esté bien.
La preocupación en su voz era palpable. Aunque Alfonso era un hombre duro y estoico, la desaparición de Elysia lo estaba afectando profundamente. Dimitri lo observó en silencio, sabiendo que detrás de esa fachada de emperador estaba un padre que temía por la seguridad de su hija, pero también un hombre que sabía que el poder, en manos de sus hijos, podría desatar una lucha imparable.
—Recopila toda la información que puedas —ordenó Alfonso—. Apoya a tus hermanos en la búsqueda y mantente alerta. No podemos permitirnos errores en este momento.
Dimitri asintió con determinación. Sabía que la búsqueda de su hermana no era solo una cuestión de encontrarla físicamente. Había muchas capas en este juego, y él estaba decidido a desentrañar cada una de ellas. Mientras sus hermanos y Richard buscaban por las calles, él se enfocaría en las intrigas más profundas, en las motivaciones que podrían estar detrás de todo esto. Si había algo que Elysia estaba tratando de comunicar con su desaparición, él lo descubriría.
Mientras todo el palacio estaba en caos y Alfonso buscaba desesperadamente a su hija, Elysia caminaba por las calles junto a Karim, quien tenía en mente planes muy claros.
—Lysi, tenemos que hacer durar el oro que tengas hasta llegar a mi casa. Podemos quedarnos allí un tiempo, hay tierras para sembrar y un lago cercano para pescar, pero necesitamos provisiones —dijo Karim, reflexionando sobre su próximo paso—. Tu oro no será infinito, y quizás deberíamos destinar una parte para contratar seguridad. Es común que asalten carruajes en el camino.
Elysia asintió, comprendiendo los riesgos.
—¿Crees que eso sea factible? —preguntó la princesa—. Podrían atacarnos al ver que no tenemos protección. ¿Conoces a alguien confiable?
Karim frunció el ceño, pero ya tenía una solución en mente.
—Podemos presentar una solicitud al gremio Karanté. Son los más confiables por la zona. Pagamos la mitad al inicio y el resto al finalizar.
—Encárgate tú de eso —dijo Elysia—. Tengo algunas joyas que podríamos empeñar si necesitamos más dinero.
Karim asintió y se preparó para salir.
—Quédate aquí, no podemos arriesgarnos a que te vea algún guardia —le advirtió antes de salir en busca de mercenarios. Sin embargo, Karim ignoraba un detalle crucial: Richard Fitzroy, el hombre en cuya mente estaba la princesa, era en realidad el líder del gremio Karanté.
Richard había dado instrucciones claras de estar alerta ante solicitudes inusuales relacionadas con viajes largos y pagos en oro puro, y al llegar la propuesta de Karim, levantó las sospechas del gerente del gremio, quien rápidamente informó a Richard. Al recibir la noticia, Richard decidió mandar a seguirlas discretamente, comenzando a cerrar el cerco sin que las chicas lo supieran.
Mientras tanto, en el palacio, Alfonso estaba llegando al límite de su paciencia. La noche había caído, y no había nuevas pistas. Desesperado y sin idea de dónde podría estar su hija, el emperador tuvo una idea que lo sorprendió incluso a él.
—Hijos míos —comenzó Alfonso—. Dado que no hay noticias sobre su hermana, les propondré algo que, espero, los motive más. Quien encuentre a Elysia será el heredero al trono.
La declaración cayó como una bomba en la sala. Era una maniobra astuta, pues Alfonso estaba encontrando la forma de resolver la cuestión de la sucesión sin derramamiento de sangre, mientras seguía buscando a su hija. La idea sacudió a sus hijos.
Raynold, aunque nunca mostró interés en el trono, quería encontrar a su hermana por preocupación genuina. Cassian, por su parte, se alegró. Siempre había considerado la cuestión de la sucesión un dilema para su padre, y una competencia justa entre los hermanos le parecía adecuada. Sin embargo, Dimitri se mostró más cauto.
—Padre —intervino Dimitri—, entiendo tu preocupación, pero ¿dejarás a Lysi fuera como heredera al trono? Si la encontramos, ya no participaría en la sucesión.
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Editado: 13.11.2024