Capítulo III

Es casi media noche y las gemelas Vaughan están en su departamento limpiando sus navajas. Acababan de hacer un pequeño "trabajo". Ellas son conocidas en casi todo Zafiro por sus formas de resolver la vida de algunas personas y por sus habilidades avanzadas de combate. No hay muchas personas que sean expertas luchando. Tampoco las han visto físicamente. Cubren su cabello color cobre con capuchas negras, sus ojos azules con lentes oscuros y su blanca piel con chaquetas y pantalones completamente negros.

- Odio limpiar esto. Está seca. - Se queja Blair que está sentada en el roto sofá.

Clair le dedica una mirada severa.

- Si te quejas, no terminarás nunca.

- Lo hubiéramos limpiado con la ropa del tipo, no creo que se haya molestado. - Bromea Blair.

- Tienes razón. - Sonríe su hermana por el humor negro de su hermana - O tal vez con el pañuelo que llevaba en un bolsillo de su saco.

Ambas sueltan una pequeña risa y siguen limpiando mientras hacen una recopilación de sus pequeños favores.

- El tipo del saco amarillo horrendo fué el primero, la verdad es que me dió asco hasta quitarle la vida. - Blair puso una mueca de asco mientras Clair escribía en un pequeño cuaderno.

- Sí. Después fué la señora de las verduras podridas y por último fué el chico que ensució nuestras navajas. Era guapo... - Blair asiente de acuerdo con su hermana.

- Sí... Lástima que engañó a su esposa... - Tira la navaja reluciente en la mesa - ...Ocho veces.

- Igual y era su esposa la idiota por quedarse con él esas ocho veces.

Blair asiente y se pasa las manos por su ligeramente ondulado cabello. Su hermana termina de limpiar su navaja y también lo tira en la mesa.

- Vayamos a dormir...  Espero que mañana podamos hacer más.

Blair no se queja, porque también tiene sueño.

Las dos se despiden y se dirigen a sus respectivas habitaciones.