La princesa y el guardaespaldas

9. Matthew

De todas las estupideces que se me había ocurrido hacer posiblemente ser el guardaespaldas de una princesa encabezaba la lista quiero decir apenas era el primer día y ya había aparecido alguien para cagarla.

¿Como era posible esto? Mala suerte, supongo sin embargo no podía quedarme ahí sentado, observando una pared como si en ella pudiera encontrar las respuestas a mis pesares. 

Por supuesto que no, siempre había creído que en la vida tienes dos caminos cuando te sientes derrotado o los planes no salen como tu esperas: puede quedarte en el pozo y morirte en esa miseria sintiéndote miserable y autocompadeciendote o puedes ponerte de pie sacudirte el polvo y seguir adelante descubriendo en el camino las posible soluciones a tu problema. Además no es como pudiera quedarme aquí tenía que ir por Zoe a la escuela y no podía quedarme aquí por lo que sujete mí morral me puse de pie y fui hacia mi auto.

Mientras recorría el camino hasta la escuela, que se salía del usual y trataba de concentrarme en las nuevas calles que recorreria de ahora en más, teniendo mí situación actual, no podía dejar de pensar en algo que me había enseñado mamá. Ella me había dado una buena lección, postrado en una silla y todo, sobre el poder de la resiliencia y el no darse por vencido.

La puerta trasera se cerró y su presencia se hizo sentir de inmediato. Su aroma a vainillas y fresas inundó el domingo escarabajo que había conseguido a un módico precio en una venga de remate y así como si de una suave brisa veraniega, de esas que son lo suficientemente soportables como para no quemar tu piel y que antecen a esas que te dan ganas de arrancartela de un tirón, la ansiedad por el futuro me embargó, pensamientos intrusivos anteponiendo se ante los cuerdos: 

Que haría cuando ella consiga a alguien y yo pasé a un segundo plano? Cuando sus amigas sean más importantes que yo y yo pasé de ser el “tío buena onda” al patán que se metía en sus asuntos ? Extrañaría a esta dulce niña que se alegraba de verme y que religiosamente venía a mí con un DVD que robaba de mí colección para que la viéramos juntos? La que se acurrucaba contra mí, temblando de miedo y buscando cobijo durante una tormenta? O la que insistía en trenzar mí cabello? Claro que si, lamentablemente tenía que lidiar con esto, era el ciclo de la vida. Simplemente lo que pasaba es que no estaba listo para dejarla ir.

Acaso todos los padres se sentían así al ver crecer a sus hijos? Asumo que si. Y entendía que podía dejarme embargar por esa nostalgia temprana o disfrutar del presente sin anticiparme a acontecimientos que aún no llegaban.

La respuesta era obvia.

-Como te fue hoy, cielo?- inquirí, ofreciéndole una sonrisa, tratando de dar con sus ojitos a través del espejo retrovisor.

-Muy bien, por suerte- abrochó su cinturón y aliso su camisa - La clase de ciencia ha estado de lo más interesante - añadio- Sabias que es posible volar.

-En serio?- dije haciendo lo posible por sonar genuinamente interesado. Todavía no sabía cómo pero ella tenía la habilidad de descubrir cuando fingía y cuando no.

-Ajam- murmuró, entreteniendose con un mechón de su cabello-Resulta que  Titán, la más grande de las 62 lunas de Saturno, es uno de los lugares más peculiares de nuestro Sistema Solar. Entre sus curiosidades más importantes merece la pena mencionar su espesa atmósfera, única en todo el Sistema y  una capa que destaca por su escasa gravedad y una baja presión atmosférica. Según la señora Modekai lo que necesitas para volar es  un pequeño impulso de tus pies.

-Woow- estire las “o” más de la cuenta -Eso si que suena interesante. Si la tecnología sigue avanzando a este paso agigantado y yo sigo aquí podríamos en unas décadas reservar un par de tickets, subirnos a una nave espacial y probar su teoría.

-Mmmm, lo dudo aunque me gusta tu entusiasmo- afirmo- No veo como eso puede ocurrir. Que tal si para el próximo Halloween nos disfrazamos de astronautas?- planteó.

Les conté que también era una niña muy astuta y racional? Pues, lo era.

-Suena como una grandiosa idea- contesté -Tendremos que ir con tiempo a la tienda para que así no nos ganen los demás y no acabemos luciendo ridículos. Tu me conoces, la costura no es lo mio- alce los hombros a la vez que giraba el volante a la derecha.Por fin estábamos en la ruta habitual- Y que ocurrió con tu trenza, luce… Distinta a como estaba cuando nos fuimos esta mañana- comenté, reparando en su particular peinado.

-El próximo mes es la muestra gimnastica anual - llevo un dedo a su boca para roer como un ratón su uña- Y como no se me  daba bien lo de las piruetas.

-Descuida, cuando tenga un respiro del trabajo , tiraremos, robare una colchoneta del estudio, la tiraré en el patio y practicaremos hasta cansarnos.

-No…No es malo robar?

Cómo señale recién, es lista como un zorro.

-Lo es. Está muy, muy mal. Nunca debes hacerlo, no obstante esto sería como un préstamo, por una muy buena razón. Aparte la cuidaremos y la devolveremos limpia.

-Si tu lo dices … Tenemos que ir a comprar los materiales para mí maqueta- me recordó.

-Anotado, esta semana iremos, sin falta - asegure, dibujando en el aire un tick imaginario.

-Recien soltaste algo sobre el trabajo… Como te fue en la entrevista? Fue amable la gente? Les gustó como ibas vestido?

Las palabras salían una tras otra, atropellandose denotando la emoción que la tenía casi saltando en su asiento.

-Bastante amables, no me puedo quejar- sentencie - Y creo que si,  porque me dieron el puesto- agregué en un tono bajo, manteniéndome neutro.

No quise dar más información, honestamente lo que Incubia a ese trabajo no era apto para una mente de un niño.

El silencio inundó el vehículo y en cuanto sentí una mano sobre mí hombro supe que la historia estaba lejos de finalizar.

-Se que me estás ocultando algo. Dime qué es? Dime, dime, dime , dime- grito, cada vez más y mas alto.




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