La princesa y el guardaespaldas

10. Daphne

Okay la poca fortuna me había sonreído desde que me encontré con esa reina del chisme en el café arruinando mí primer día en la universidad, y fue empeorando escalonadamente dé maneras terroríficas primero con la charla con papá, quien a pesar de mis esfuerzos, continuaba llamándome, dándome a pensar que nuestro acuerdo estaba lejos de ser de su agrado, y mí cabello que estaba de un color mayonesa ocre moteado por manchas negras. Ni hablar de que temia volver a pasar una mano por mí cabello.

Y sin con tan solo tocarlo acababa con otro mechón entre mis dedos? Aparentemente el daño que le había hecho era mayor del que imaginaba.

Dfinitivamente tenía que trabajar en mis habilidades lingüísticas porque era evidente que algo había fallado al leer las instrucciones o título en el empaque o cambiar de lentes ya que podía  haber una perturbación en ellos que no me dejaron prestarle atención a las letras en el paquete y como si fuera poca mí caminata de la vergüenza fue interrumpida por Matthew en cuanto pase por una academia de karate y lo vi allí rodeado de ñiños. 

-Hey! Que estás haciendo por aquí?

Lo cierto es que podría haberme ido y seguir mí camino pero verlo así tocó algo en mí corazón y me hizo sentir algo que nunca antes había sentido con Benedict no era así los pequeños le rehuian como si fuese el Grinch y quisiera robarle sus regalos de navidad. 

Mí cerebro le dio a mis pies la orden de ponerse en marcha, lo cual fue en vano ya que en cuánto quise retomar la marcha su mano sostuvo mí brazo con fuerza, no suficiente como para lastimarme pero si la justa y necesaria para capturar mí atención.

-Prometo me atropellas en medio del campus, dejándome en ridículo en frente de decenas de estudiantes, y ahora esto- baje la vista hasta su mano. El frío contacto del anillo que llevaba en el índice puso mi piel de gallina- Que, no me digas que eres de esa clase de novios posesivos que usan la brutez para conseguir lo que quieren.

Cómo lo había suponido mí acusación tuvo el efecto esperado, sus pestañas se batieron como las alas de una mariposa por unos segundos y era evidente que estaba haciendo un gran esfuerzo para conectar las piezas de que es lo que yo había expulsado por mí boca.

-Para que quedemos claro, ya te he dicho como tres veces que eso fue un accidente y pensé que estábamos bien.Segundo… Nadie te ha explicado que no es muy sabio ir por ahí acusando a los demás de ser violentos? No te has puesto a considerar cuánto daño puedes causar por tus prejuicios?- enarco una ceja. 

De acuerdo en esto si tenía que darle la razón, mamá muchas veces me había señalado que los actos más humildes los obteniamos de las personas que lucian más peligrosas. Y lo hacía porque ella tenía conocimiento de causa. Había pasado largas horas trabajando en cárceles, enseñando a los presos a pintar y descubriendo que muchos de ellos tenían un alma bondadosa y que estaban ahí porque habían tomado una pésima decisión en un momento equivocado. La difunta reina era como la Lady Di de Dinamarca, tristemente ambas tuvieron el mismo final.

Regresando a Matthew, él ciertamente se veía enfadado y por muy extraño que sonara el enfado le sentaba bien… Se veía… Sexy.

-Ademas ya quisieras tu conocer que clase de novio era.

Lo había escuchado bien? Estaba jugando conmigo o iba en serio?

-Pfff ya quisieras- masculle - Tu no eres mí tip…

-Tu tipo? Y cuáles son esos? Los bastardos que llevan trajes de diseñador, corren por las calles con lujosos autos o llevan un Rolex que combine con el tuyo? Esos que tienen una tarjeta negra con fondos ilimitados en su cartera?

Y resulta que la que estaba mal era yo aquí. Si me piden mí opinión quien tiene la realidad alterada era él, y desmedidamente porque no se da cuenta de que está quedando como un auténtico patán.

-Me van los muchachos que mínimamente saben cuándo morderse la lengua y no faltarle el respeto a quien tienen delante o las toman presa.

-Que? Yo no te tome presa- se defendio- No te estoy manteniendo en contra de voluntad en la acera.

-Mmmm, yo creo que si.

La exasperacion se plasmó en su rostro que estaba lejos de ser desagradable a la vista.

-Que no! Te vi pasar por la puerta, me detuve, me acerque y te llamé para que vinieras a mí. Y tu preferiste ignorarme y seguir con lo tuyo…Solo quería saber que estás haciendo aquí?

-Que estás haciendo tu aquí?- repetí, ingresando sin su permiso al lugar.

Sus pasos repiqueteaban detrás de mí y tenía que admitirlo esa bata le hacía justicia a su cuerpo.

Me preguntaba cómo se vería sin ella …

No, no podía ir por ahí. Se suponía que lo odiaba, o no?

-Soy  profesor de karate,  cinturón negro-comento, el orgullo saliendo por sus poros- Este es mí cuarto año en la academia-añadio parándose frente a mí.

-Wow, eres una caja de sorpresas- dije y juro que no había ni una pizca de sarcasmo en mís palabras. Lo opuesto. La verdad es que me descolocaba que alguien que estudiaste arte y se viera como un empollon de primera de esos que se separan de sus libros, realizará una actividad como esta. Como también era interesante que usará accesorios. No tenía la pinta de que ser esos sujetos.

Quizás era cierto eso de que no todo es lo que parece.

-Sabes? Yo si quisiera, podria romperla- apunte a una tabla de madera, junto a su piernas- De hecho. Quiero hacerlo, pasamela- ordene.

-No te han enseñado las que consigues más moscas con miel que con hiel?

-Que?

-Dios- paso su palma por su cara- Eres desesperante- mascullo- Puedes pedirlo por favor”? Es una frase corta, no gastara tanta energía.

Puse los ojos en blanco.

-Me la puedes pasar, por favor?- respondí poniendo mí mejor sonrisa.

-Ahi está. Perfecto. No?  No te mató. Sigues estando en una pieza, entera. Sana y salva-hizo una pausa y me repaso de arriba abajo- Estás segura de que quieres hacerlo?

-Al 100%.




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