La princesa y el guardaespaldas

39. Matthew

Cómo fue que eso ocurrió no tengo ni idea fue como si un condenado demonio se hubiese puesto en mí interior, y me hubiese poseído, como si el diablo sobre mí hombro izquierdo hubiese ganado la batalla y me hubiese susurrado al oído que la mojara.

Como podrán adivinar las razones de este no eran puras sino todo lo opuesto. Eran malvadas... su propósito era que su camiseta se trasluciera y su brazier se viera a través de ella.

Les dije las intenciones no eran buenas.

-Te juro que te las haré  pagar, Matthew Russell -dijo mientras nos íbamos acercando al bar, su cabello aún húmedo el cual iba secando con una toalla que habíamos logrado recuperar del refugio.

- Oh, eso es una amenaza?-  pregunté.

 Mí mente trastornada se cuestiono si era de las que hacían a los hombres pagar con sufrimiento o con placer... Algo me decía que definitivamente la segunda opción era la correcta. 

-En  más de una ocasión te  he demostrado que tengo las herramientas necesarias para acabar contigo,y no tengo miedo de emplearlas nuevamente.

-Se supone que debo de  temerte?

-Temerme no- respondió-Pero si guardarme respeto- sentenció y por su tono de voz podía notar que lo decía en serio.

-Lo que usted quiera su majestad - afirme haciendo una reverencia. 

Su silencio y el bufido que le siguió   fue la señal que me estaba haciendo falta para que me diera cuenta de que la había cagado. 

-Lo siento - me disculpé - No estaba buscando molestarte- confesé.

 Le di un vistazo rápido de reojo, estaba hermosa , más que eso, parecía un condenado sueño hecho realidad.

 Ese conjunto blanco resultaba cada una de sus curvas en especial la curva de sus pechos que sobresalían escandalosamente por su escote. 

-Honestamente no me entra en la cabeza cómo ha  sido posible que pudieses meter todas esas cosas en un bolso tan pequeño- espete, señalando el que colgaba de su hombro.

-Nunca  tendría que dudar de la habilidad de una chica en ese terreno. Una  vez empaque  medio clóset para un viaje de cuatro días a Estambul en una valija de mano. 

-Me estas jodiendo, no hay chance de que eso haya pasado.

-Lo hizo . Cuando quieras te puedo demostrar ese talento oculto. 

-Tienes algún otro? - consulte.

-Y a ti  que te importa capullo?- masculló  dándome un codazo amistoso - Ya quisieras saber si soy de esas.

-Una de esas?- repetí, confundido- No se a que te refieres.

-De  esas tipas que emplean técnicas mortales en la cama, en especial a la hora del oral- refufuño- No me va eso-admitio- No me interesa volverse inolvidable para un tipo por lo que haga o deje de hacer en la cama. Eso es facil. En realidad me gusta ser de las que son  difíciles de olvidar por lo que hacen fuera de ella- suspiro- Conquistarlos con el sexo es sencillo, después de todo los hombres son criaturas débiles. Y básicas.

-Me ofende- toque mí pecho- Aún así lo tomo, principalmente porque estás en lo cierto… Ya que lo mencionas, no me sorprendería si ese bastardo se queda babeando cuando te vea con eso que te has puesto hoy. Para ser alguien a quien detestas has puesto demasiado esfuerzo en tu outfit.

-Celoso?- inquirió riendo- Te molesta acaso si es así?

Para que mentir no me simpatizaba la idea de que un capullo la desnudarse con la mirada. A decir verdad me encantaría ser yo quien pudiera hacerlo. Con mis manos también, desplazar las de arriba abajo, oír su respiración agitada, mí nombre distorsionado, sus uñas en mí espalda, sus piernas en mí cadera, exigiendo que me acercara a ella y me metiera hasta el fondo.

Si… En efecto, la había cagado, no? Tener esos pensamientos no podían ser una buena señal.

-En absoluto. Sencillamente me das la sensación de que quieres impresionarlo. No sé si te percatas de que con eso podrías darle la impresión equivocada. 

-Cual sería esa?

-La que gira en torno a recuperarlo, a que deseas y ansias compartir tu futuro con él, ser la madre de sus hijos y envejecer a su lad…

-Por favor, detente-ordeno pegando su palma a mí rostro- Si continuas con eso se que terminaré vomitando aquí y no puedo estropear mí ropa ni entrar oliendo asqueroso.

-Lo ves? Me demuestras que no estoy equivocado con eso.

Que demonios sucedía conmigo? Por qué me estaba comportando de esa forma.

-Lamento informarte que lo estas. No es lo que planeo. Lo que si quiero es enseñarle lo bien que me ha sentado alejarme de Dinamarca, del palacio y de ese estilo de vida. Puedo asegurartr que ellos han apostado a mis espaldas que a esta altura sería la encarnación del desastre. Quiero probarle que sus suposiciones eran erróneas. Que puedo cuidarme de mí misma y que no me hace falta para prosperar. Puedo ser independiente.

-Y si que puedes hermana - grite mientras nos de teníamos en la puerta-Estas lista? - añadí- Recuerda que si no lo estás podemos irnos de aquí.

Asintió.

-Lo estoy. Solo será una hora de tortura y podré volver a ser yo. Por suerte solo estará aquí este fin de semana por lo que Rachel me informo y hará visitas esporádicas de tanto en tanto. No tendré que lidiar con su desagradable presencia a mí alrededor- paso una mano por su frente en señal de alivio- Podemos repasar el plan?

-Mi turno no comienza hasta dentro de una hora y media por lo que tenemos 90 minutos para llevar a cabo esto. Yo me sentaré una mesa detrás de ustedes y pretendere ser uno más de los clientes a la par que tomo nota de cada uno de sus gestos, de su modo de hablar y sus expresiones. Si quiero triunfar en esta misión, debo entregarme al 100%.

-Eres un payaso- soltó una carcajada.

-Un payaso que te aguanta y haría lo que fuese por ti - sostuve la manija para desbloquear la entrada- Le damos inicio a este show?

-Hagamoslo, camarada- afirmó.

-No prefieres que te tenga tu bolso? No es que sea un experto en el departamento de moda sin embargo desentona mucho con lo que llevas puesto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.