La princesa y el guardaespaldas

47. Matthew

Si alguien me hubiese dicho que esto es lo que estaría haciendo hace unos meses atrás posiblemente me hubiese reído de ellos en su cara no hay duda alguna de que lo hubiese hecho porque cuáles eran las chances de que yo me encontraría en una posición como está... Ninguna. 

-Te gusta lo que estás viendo ?- pregunto dando una vuelta por el enorme salón.

-Confieso que me está  costando trabajo asimilar lo que tengo delante de mí.Si  mí yo de pasado me viera en esta posición seguramente se me burlaria- suspire- No  tendría que estar en una sala aprendiendo pasos de baile, debería estar en un ring.

- Te estás achicando?- pregunto, enarcando una ceja mientras que sujetaba con gran maestría ese folio repleto de información en una de sus manos.

Por mucho que quisiera dar la apariencia de una chica ruda a la cual mí resignación a este trabajo no le afectaría, yo sabía que no era así, su preocupación era evidente. No quería hacer esto sola.

-Para nada-afirme- Lo cierto es que si,  se me estaba haciendo difícil compaginar estos dos mundos.

-Estos dos mundo?- repitió confundida.

-Si, se suponía que yo tenía que estar preparandome para la gran pelea del año, esa para la que….

-Para la que te convocaron ?

Asentí.

-Teoricamente yo   iba a ser un gran boxeador, iba a ganarla, y los niños me imitarian, sería su modelo a seguir en un futuro no muy lejano, con suerte y no esto, una especie de miembro de la alta sociedad- me observé de arriba abajo apabullado por el disfraz digo por la prenda que tenía puesta-Hazme acordar al señor que me dio esto que se lo agradezca cuando volvamos al recibidor y  estemos por regresar a casa- tire de las solapas del traje que me habían dado.

-Ese señor -dibujo unas comillas en el  aire- Es quien regenta este sitio y fuiste afortunado de que haya querido ayudarte... Por un módico precio -acoto por lo bajo.

- Tuviste que confesarle quien eras para que se solidarice contigo… Está segura de lo que estás haciendo? Como sabes que el no saldrá corriendo a contarle a todo el mundo quien eres.

-Primero  no podemos arriesgarnos a que nos vean mal otra vez como lo hicieron mientras estábamos en la lección de ceremonial y protocolo, aunque admito que  fue curiosa la expresión en sus rostros cuando te vieron aparecer con un traje de Taekwondo lleno  de manchas.Realmente contrastaba con la pureza de sus camisas Dior metidas dentro de sus pantalones,y  puedo apostar que si bajaban sus cuellos podían observar su reflejo en los mocasines pulidos a rabiar. 

-Que en nada se parecían a mis botas-añadí. 

-Exacto. Y no, no  me preocupa -respondió-Mí secreto está a salvo -aseguro- Si hay algo que distingue a mí gente del resto de la comunidad y de los miembros del planeta entero es que somos buenos a la hora de esconder la verdad. 

-Tu gente?

No supe porque me senti tan cabreado por el sonido de esa frase escapando de entre sus labios.

-Lo…Lo siento- murmuró en cuanto se percato de estoy- Cuando digo esto no lo hago con la intención de quedar como una perra elitista y condescendiente. La gente que viene de la realeza y se ha criado en este círculo es consciente de que las mentiras son monedas corrientes y básicamente uno encubre la de otro a modo de "hoy por ti, mañana por mí". Es un ciclo vicioso, lamentablemente- continul- Si te parece,cuando tu lo desees, puedo ponerte al corriente de ello.

-Pues cuenta con eso.

 La puerta principal se abrió y la bailarina principal y encargada de guiar a nuestros cuerpos ingreso.Tenia su cabello atado en un enorme moño, un traje que gritaba “no me toques valgo un millón de dólares” y una expresión en su rostro que dejaba en claro que ya se había dado por vencida con nosotros antes de comenzar porque nadie podía hacer esto mejor que ella.

Cada pareja conformada se quedó en silencio, y me pareció ver a una chica hacerle una reverencia. O ella estaba exagerando o estábamos frente a una inminencia de este arte y yo no me estaba comportando como se debia.

-Lo  haremos mañana después de pensar en una buena presentación original para mí.

-Para que, si eres tu quien va a comandar al grupo de muchachas. Yo solamente seré un accesorio que llevarás contigo. Cómo un bonito bolso de diseñador.

-No seas bobo- masculló poniendo los ojos en blanco- Eres mí compañero y esa noche estaremos a la par por lo que serás tratado igual que yo. Para tu información ,como la líder tengo que dar el ejemplo y eso incluye presentarte a la sociedad.Resaltando tus cualidades, logros y metas.

-Ok…Okay , ya me estás asustando. Lo reconozco, tengo miedo- fingí estremecerme.

Si, como podrán ver este era mí mecanismo de defensa. Solía enmascarar mis sentimientos detrás de bromas. Sinceramente si me preocupaba porque no me apetecía que nadie se enterase que Daphne había escogido a un fracasado sin sueños ni logros como su acompañante.

-No te sucederá nada malo, y ya verás la tortura acabará antes de empezar- dijo a la vez que observaba como todos ocupaban sus lugares sin interactuar con nadie más -Disfruta de esto,  sera tu último día en el anonimato mientras estuviera conmigo. Toma esto como lo que es, una nueva aventura, una que te permite salir de tu zona de confort. A veces las que atesoras y recuerdas con cariño en tu mente son esas que llegan a ti sin esperarlas- acomodo el moño y el leve roce su dedo con mí cuello generó que un escalofrío, esta vez real, recorriera mí espalda - No es por nada pero quien sabe esto te pueda servir para impresionar a alguna muchacha más adelante. Son muchas las que adoran que un hombre sepa bailar. Ya sabes lo que comentan por ahí, esa  habilidad era fiel  reflejo de cuan bueno un chico podía en la cama. 

Lo que ella no sabía es que a la única que me interesaba mostrarle eso era a ella, a la única que quería impresionar con cualquiera de mis capacidades era a ella.

-Hagan un saludo de cortesía - ordenó la mandona bailarina a su audiencia - Y en cuanto se reincorporen en sus lugares, tomen a sus parejas en sus brazos darle inicio a esto- sus pupilas no se separaron de los pies de cada hombre y mujer en ese sitio- Y un, dos, tres, un dos, tres- agrego, meneando un dedo en el aire.




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