La Promesa de Charlotte.

Capítulo 02: Leonore

—¿Qué te trae por aquí?—pregunta mientras observa sus cartas.

No tengo una respuesta que dar.

—No lo sé… creo que la curiosidad—respondo con algo de nerviosismo.

La mujer aparenta tener 30 años y parece ser alguna clase de vidente. Una tarjeta en su mesa revela que se llama Andrea. Nunca he creído en esas cosas, pero supongo que no debe ser tan diferente a ver un espectro o soñar cosas extrañas.

—Tu respuesta no me convence mucho, quizá tu destino se cruzó con este lugar—dice sin dejar de ver las cartas.

Estoy comenzando a ponerme más nervioso.

—Acércate—ordena.

—Yo… no tengo tiempo para esto—respondo.

En realidad si lo tengo, pero el hecho de ser parte de alguna brujería me deja algo inquieto.

—No te quitare muchos segundos—me tranquiliza.

Resignado me dirijo hacia una silla y me siento, no es como si tuviera algo mejor que hacer.

—Permíteme tu mano—dice.

Obedezco sin entender mucho.

—Veamos, tu hilo rojo quizá te trajo aquí—menciona examinando mi meñique.

Alguna vez escuche esa leyenda. Cada persona en este mundo tiene un hilo rojo que lo une con su alma gemela, hay algunas variaciones, como una que dice que los dioses partieron el alma de cada humano en dos partes y al unirse ambas, la persona quedará completa y encontrará la felicidad. Para mí solo son leyendas.

—No, tu hilo rojo no está conectado con esa silueta—dice soltando mi mano.

No entiendo a lo que se refiere.

—Sin embargo tengo cosas que constarte—continúa.

—¿Pasa algo?—pregunto.

—¿Crees en seres astrales? Hay uno siguiéndote—responde tomando nuevamente las cartas.

—Tonterías, eso no puede…

—Quizá hayas notado irregularidades en tu vida desde hace tiempo,  algo como intromisiones o incluso apariciones—interrumpe.

Lo único que viene a mi mente son los sucesos de hoy. Es cierto, ha sido un día completamente diferente a los otros. Si un ser astral me está siguiendo realmente entonces quiero que se vaya.

—¿Puedes hacer que desaparezca de mi vida? Me ha estado causando problemas—respondo algo cansado.

—Problemas… no creo que salvarte de una paliza sea un problema, yo diría que está velando por ti—contesta mirándome.

—Eh…          

No tengo idea de cómo lo supo. Debe de haberse filtrado, quizá alguien nos grabó y subió a alguna una red social o algo así… debe haber una explicación lógica para esto.

—Deberías ayudarle y dejar que te ayude, el universo es sabio y te ha hecho esto por algún motivo.

Estoy bastante confundido. Creo que solo seguiré el juego.

—Sí, tienes razón—respondo buscando una oportunidad para escapar.

—Tal vez deberías empezar por investigar tu marca del pecho—menciona dejándome estupefacto.

Tengo una marca de nacimiento en mi pecho. Tiene la forma de una cortada, como si fuera la herida de algún tipo de arma blanca. Nunca la he mostrado, así que no tengo idea de cómo lo ha descubierto.

—No te molestes en preguntar cómo lo sé, son cosas que pueden escapar de tu mente—finaliza.

—Yo… tengo que irme—digo mientras me levanto con algo de sospechas.

—Adelante, buena suerte, el destino te seguirá a donde vayas—dice despidiéndose.

Salgo del lugar y pongo rumbo a mi casa. Algo en el fondo de mí está aceptando que hay algo raro en todo esto y no es normal.

 

******

 

Abro la puerta de mi casa y entro.

—Llegué—grito pasando y cerrando la entrada.

Mi madre se asoma desde la cocina.

—Frank, llegas algo más temprano de lo habitual—dice mientras continua con lo suyo.

—Terminé todo lo que tenía que hacer y decidí volver—respondo subiendo a mi habitación.

Entro a mi cuarto y me tiro sobre la cama. Estoy algo cansado del día de hoy y creo que solo necesito despejar mi mente. Espero que mañana sea un día normal como cualquier otro.

«Parece que lloverá hoy», pienso mirando el cielo por mi ventana.

Y así es. En cuestión de unos minutos la lluvia empieza a caer desde las alturas. Es una brisa suave pero uniforme que provoca un sonido relajante. Empiezo a quedarme dormido.

Mirando alto…

Una voz me despierta, parece que no ha pasado mucho desde que cerré mis parpados. La voz ya la conozco, igual que el pequeño canto.

—¿Puedes callarte un poco?—digo al aire esperando que mi mente deje de estar haciéndome ruido.

—Lo siento—responden desde algún lado.



#7386 en Otros
#836 en Aventura
#5561 en Fantasía
#2266 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: cazadores, espiritus, demonios

Editado: 18.10.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.