La Promesa de Charlotte.

Capítulo 04: Alice

—Volví—anuncio mientras entro donde están mis amigos.

—No te tardaste mucho, llegas a tiempo para recoger todo e irnos—responde Rick.

Suspiro y comienzo a trabajar en lo poco que queda del día de hoy. Empieza a oscurecer para cuando terminamos.

—Creo que nos demoramos demasiado—dice Mike al ver todo terminado.

—Holgazaneamos mucho, ya estaríamos fuera de aquí si no hubiéramos hecho tanto tiempo muerto—argumenta Gustav.

Salimos del recinto ya con la luna en el cielo. Quiero llegar a mi casa a tirarme a descansar del trabajo de hoy. El ambiente es un poco pesado en mi opinión, pero nadie más parece notarlo. Hay algo turbio aquí.

—Leonore, no deberías separarte mucho…

Volteo y no la encuentro. No parece haberse quedado atrás, venia al mismo paso que todos.

—¿Leonore?—llamo en voz un poco más alta al no encontrarla.

—¿Pasa algo?—pregunta Johnny.

—No, nada—respondo.

Finalmente veo una silueta mirándome desde la distancia. Me hace una seña burlona y luego se interna entre unos árboles que se secan a su paso. No logro identificar bien qué clase de cosa es la que me ha provocado.

«Solo sigue tu paso, si se ha llevado a Leonore te ha hecho un favor», pienso haciendo esfuerzos por caminar.

Algo en mi mente no me deja en paz, sé que está mal lo que estoy haciendo, pero no puedo arriesgarme a ir allá.

«Vamos, ni siquiera la conozco como para ayudarla», pienso sin detenerme.

Mi conciencia me obliga a hacerlo.

—Maldita sea—exclamo dándome la vuelta.

—¿A dónde vas?—pregunta Rick.

—Olvide algo, los alcanzo enseguida—respondo.

Empiezo a correr hacia donde vi la silueta. Aún no es tarde para salvar a Leonore. Al llegar veo como varios árboles parecen estar secos siguiendo un camino. Me interno en el bosquecillo y comienzo a seguir el rastro del espectro.

«No pudiste ir demasiado lejos», pienso mientras busco.

Finalmente puedo ver un sitio que parece ser el corazón del lugar.

—Tú ¿Quién eres?—pregunto acercándome.

Una chica de cabello oscuro flota en medio del sitio, con dos largas coletas en los laterales de su cabeza. Su vestido tiene un estilo gótico victoriano, mezclando colores rojos y negros. El tono de sus ojos es rojo, tiene un aspecto imponente, amenazante. En una de sus manos gira una llave dorada, como si estuviera aburrida de esperar.

—Eres una persona asquerosa, ¿De verdad pensabas abandonarla a su suerte?—pregunta mientras señala a Leonore.

Ella está en el piso, tirada como si estuviera inconsciente. Me pregunto si es posible eso en alguien como ella.

—Eso… yo…

—Cállate, no tienes derecho de defenderte si pensabas en deshacerte de la chica—interrumpe molesta.

Una fuerza me levanta del piso. Empiezo a asustarme.

—¿Eres un ángel o algo parecido? ¿Vas a juzgarme por lo que he hecho?—pregunto tratando de bajar al suelo.

—Todo lo contrario, venía a matarlos a ambos—dice con una sonrisa burlona.

—¡¿Qué?!—pregunto aterrado.

—Me parece un momento perfecto para presentarme, me llamo Alice, soy un demonio al que se le ha encomendado comerse las almas de personas que se han convertido en espíritus, no tengo obligación de matar a aquellos que los ayudan pero lo hago como parte de mi diversión—responde haciendo una reverencia.

Le creo. Después de lo vivido no me extraña que algo así aparezca. No me gusta nada lo que me está diciendo, no tengo posibilidades de salir con vida de aquí.

—Basta de hablar, a lo que vine—finaliza.

—¡Espera, no lo hagas!—grito mientras trato de liberarme de la fuerza desconocida.

—Esta chica se ve… deliciosa—dice recargando la cabeza de Leonore en su piernas.

—¡Escúchame!—vuelvo a gritar.

—Primero estimulo su cuerpo para sacar su alma—continua mientras le da un masaje en su frente.

—¡Maldita sea, hazme caso!—hago otro intento.

—Y… aquí está—anuncia.

De los labios de Leonore sale una pequeña luz, demasiado tenue y débil.

—Esto no es ningún banquete como me imaginaba—gruñe Alice.

—¡Déjala en paz!—grito.

—Como sea, a comer—vuelve a ignorarme.

Observo como la introduce en su boca y la saborea.

—¡NOOOO!—grito rindiéndome.

—Puaj, está completamente sin sabor… oye tú, eres el peor Portador que he visto en mi existencia—responde dirigiéndome una mirada molesta.

—Eres una perra…

—Cállate, si ni siquiera puedes compartir tus sentimientos con alguien que los necesita entonces no puedes ser un Portador—me interrumpe.



#7355 en Otros
#832 en Aventura
#5533 en Fantasía
#2251 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: cazadores, espiritus, demonios

Editado: 18.10.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.