La Promesa de Charlotte.

Intermedio 02: La niña y la bruja

La aldea se ha puesto bastante sombría desde hace tiempo. Tuve muy mala suerte de nacer en esta época. No solo eso, mi clarividencia y poderes psíquicos me trajeron tanto cosas buenas como malas. Actualmente son más cosas malas.

Maldigo a la iglesia, incluso creo que buscan a esos cazadores acusándolos de herejía y demás estupideces, como si su religión fuera perfecta. Y ahora que lo pienso mejor ¿no se supone que su dios también hace milagros y cosas fuera de lo común? ¿Qué tiene de malo que alguien haga algo similar?

No importa, solo se dedican a quemar y asesinar a la gente, su influencia es tan grande que hasta esos Hunters les tienen cuidado.

Y hoy es uno de esos días sombríos. Venía de buscar algunas cosas del bosque y cuando llegué a la aldea me encontré con un alboroto total… y una de las cosas más crudas que me ha tocado presenciar. Frente a mí, una turba de personas furiosas lanza piedras a una niña amarrada a una cruz, bajo ella hay un montón de leña, paja y demás materiales que prenden fuego fácilmente. Estos bastardos de seguro la han acusado de brujería.

—Contemplen todos, la Santa Iglesia de los 8 tronos condena el día de hoy a esta bruja, acusada de practicar magia negra, herejía y blasfemia hacia nuestros queridos y adorados dioses—un sacerdote dicta la sentencia de muerte.

Me da asco ver lo podrido que está el mundo. De pronto la niña comienza a reír ligeramente, sin que el miedo se marque en sus gestos.

—¿Los dioses de los 8 tronos? No me hagan reír—dice más para ella misma que para la turba. La gente se indigna más.

—¡Quémenla!—grita una persona.

—¡Yo mismo la vi entrando y saliendo de un espejo! ¡Es una bruja!—se suma otra acusación.

¿Saliendo de un espejo? Eso me ha sorprendido. Bueno, yo no soy una bruja realmente, solo me dedico a sanar personas y hacer una que otra sesión espiritual a escondidas de la iglesia, no puedo saber realmente si las acciones que las personas demandan son reales pero ciertamente me levantan curiosidad. Creo que lo mejor es seguir mi camino si no quiero ser acusada también.

—¡Muerte a los herejes! ¡Vivan los dioses sagrados! ¡Caza a los demonios y sus malditos hijos!—grita el sacerdote con energía.

Doy una última mirada hacia la multitud. La niña cruza sus ojos con los míos y sonríe. Solo ignórala y vete, Cecily, no ganarás nada interfiriendo en la ejecución.

—¡Muere bruja, que los pozos más profundos del infierno te hagan arrepentirte de tus blasfemias!—el sacerdote levanta su antorcha.

La ejecución está por comenzar en unos segundos…

—¡Alto!—grito.

Casi me arrepiento de haberlo hecho. Ahora estoy condenada yo también.

—¿Qué asunto es más importante que la eliminación de una esposa del demonio, mujer?—pregunta un miembro de la iglesia.

—¡Es solo una niña, no pueden juzgar y quemar a una persona tan joven con argumentos tan vacíos!—contesto con lo mejor que se me puede venir a la mente en estos momentos.

—Las enseñanzas del rey demonio empiezan en cualquier edad, mujer, es nuestro deber aplastar a quien sea el enemigo de Dios—responde el sacerdote.

—¡Debe ser una bruja también! ¡Entre ellas se cubren las espaldas!—grita una persona.

—¡Es verdad, esa mujer es sospechosa, nunca sale de su casa y cuando lo hace se dirige al bosque, solo Dios sabe qué clase de maldiciones conjura allá!—más acusaciones me señalan.

Ya estaba preparada para esto. Sabía que en algún momento la iglesia daría conmigo, pero nunca esperé que yo misma fuera quien se pusiera la soga al cuello por una niña a la que ni siquiera pude salvar. Ni siquiera me resisto cuando las piedras me golpean, los trinches me perforan y las antorchas me queman. En cuestión de momentos estoy amarrada junto a la pequeña por la que interferí. Parece que mi vida ha llegado a su fin.

—Ambas arderán en el infierno, que Dios perdone sus pecados—el sacerdote vuelve a levantar la antorcha.

El fuego comienza lentamente a subir.

—Así que su deber es aplastar a los enemigos de Dios ¿no es así? No recuerdo haberles pedido algo como eso—la niña a mi lado comienza a emitir una luz.

Una corriente de aire bastante potente apaga y se lleva el fuego. La gente comienza a aterrorizarse.

—En ese caso ustedes son mi enemigo—las cuerdas que la sujetan se queman permitiendo que ella baje de su prisión. Comienza a caminar hacia la multitud de personas.

—¡Monstruo!—uno de los pastores de la iglesia arroja agua bendita sobre ella.

Naturalmente eso no la detiene. La niña se desvía un poco de su camino y cruza detrás de un árbol y al salir por el otro lado ahora es una anciana. La gente está aterrada y debo confesar que incluso yo estoy sorprendida.

—Respeto el libre albedrío, no puedo interferir en el mundo ya que eso sería violar el tratado de paz con los demonios, pero quiero que sepan que estoy profundamente decepcionada de las acciones que hacen en mi nombre—dice la ahora anciana.

—¡Q-qué eres?—pregunta el sacerdote con pavor.



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En el texto hay: cazadores, espiritus, demonios

Editado: 18.10.2023

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