La Promesa de Charlotte.

Capítulo 18: Los sueños rotos de una niña

Llego a mi casa a las diez de la mañana. Fue un camino largo desde la base Hunter hasta mi hogar. Me paro frente a la puerta y suspiro. Toco la puerta y espero unos segundos.

—¿Frank?—mi madre abre la puerta.

—Estoy aquí—respondo aguantando mi consternación.

—¡Frank!—mi madre me abraza fuertemente.

Ella ignora las heridas, manchas de sangre en mi ropa y lo desgastadas que están. Leonore tiene una amarga sonrisa en el rostro. Mi mamá pasa adentro y la sigo. Me pongo al tanto de todo, fui fichado como desaparecido y estuvieron buscándome estos tres días. Mis amigos de la escuela testamentaron que únicamente salí del salón de baile y no supieron más de mí.

—Dios mío ¿Dónde estuviste? ¿Por qué estás tan hecho trizas?—pregunta mi madre.

—No lo sé, simplemente me desmayé y cuando desperté estaba así—respondo.

Quiero fingir que no pasó nada. Soltar la verdad a este punto no sería nada ligero de digerir, probablemente me tomen a loco. Simplemente miento sobre lo que sucedió alegando que me desmayé y desperté en un lugar desconocido, quizá sólo termine como una historia de agujeros de gusano más del montón.

Mi madre asiente intentando creer mi historia. De todas formas no se me ocurre algo mejor. Estoy consciente de que mi excusa es estúpida, pero mi mente no puede formular algo coherente. Después de un buen rato decido subir a mi habitación, estoy completamente agotado y sólo quiero dormir. Leonore me sigue por detrás.

—Leonore—digo suavemente.

—Dime—responde.

Me quedo en silencio mientras varias lágrimas salen de mis ojos. Puedo escuchar mis sollozos. Por más que intento no puedo dejar de pensar en lo ocurrido. Tengo miedo. Miedo de no haber sentido remordimientos al matar a tanta gente. Miedo de las repercusiones que esto va a traer. Miedo de Alice. No puedo… quiero llorar pero hacerlo no me desahoga.

—Tengo miedo, Leonore—contesto entre lágrimas.

Continúo sollozando hasta que siento como sus brazos me envuelven. Nos fundimos en un largo abrazo. De vez en cuando siento algunas contracciones en ella, también llora conmigo.

—Yo igual, tengo miedo, pero no podemos hacer nada. Llorar no va a solucionar nada, pero no te detengo. Hazlo, suelta tu pesar, así como tú has aceptado cargar con mi dolor yo no dudaré en hacer lo mismo contigo—responde a la vez que acaricia mi cabeza.

Se siente bien tener a alguien que te consuele. El sentimiento no se ha ido, pero ella está haciendo más soportable todo esto. Acaricio su cabello, es suave. Observo su rostro. Es… diferente. Sigue siendo el mismo de antes, no ha cambiado físicamente, pero hay algo que me hace sentir que no estoy hablando con la misma Leonore de hace unos días.

—¿En qué momento cambiaste tanto?—pregunto.

—¿A qué te refieres?—luce confundida.

—Te ves muy diferente. La Leonore que conocí hace una semana estaría actuando muy diferente en esta situación. Has madurado y ni siquiera lo noté—explico.

—No te sientas culpable, has estado tan presionado que es normal que no hayas puesto atención en algunos detalles. Tu esfuerzo ha rendido frutos hasta este momento. Es verdad, quizá soy un poco diferente a la chica que era hace unos días, pero solo alguien tan maravilloso como tú ha podido lograr esto en tan poco tiempo.

No se me ocurre nada que pueda contestar. Hasta hace un instante me sentía devastado, y aunque el sentimiento no ha desaparecido, puedo sentir una calidez agradable que sus brazos me trasmiten. Leonore es una chica increíble, no soy el único que está sufriendo e incluso así ella ha logrado suprimir su tristeza y ayudarme, una chica que se supone no tenía sentimientos ha logrado manejarlos mejor que yo. Pero como dijo hace unos momentos, solo podemos seguir adelante y enfrentar lo que sea que sucederá en el mañana. Su amiga se ha ido, las únicas personas que no ignoraban su existencia ya no están más en este mundo. Yo aún tengo trabajo que hacer, me faltan dos emociones por estimular en Leonore y este suceso nos ha hecho retroceder dos pasos.

—Me daré una ducha, estoy lleno de sudor y sangre— anuncio entrando al baño.

Abro el grifo del agua y comienzo a ducharme. Sangre. La policía no va a creer mis palabras, no es normal que una persona desaparezca por tres días y luego llegue con la ropa llena de sangre, van a investigar pero no sabrán nada. Si algún día encuentran la base destruida probablemente no puedan hacer mucho con esa información, la sociedad de Hunters los censuraran y todo quedará como un misterio.

Por primera vez en mucho tiempo pongo más atención a mi marca de nacimiento, esa que parece una herida de arma blanca. Si fuera una cicatriz no parece hecha por un cuchillo o puñal, parece más una herida de espada o katana, pero no tiene mucho sentido...

Los misterios continúan y no parece que vaya a poder resolverlos pronto. Hoy es jueves, el domingo es el último día, me queda poco tiempo y aunque tengo ventaja la situación puede dar un giro inesperado.

A pesar de la masacre de ayer hay un único punto a favor: ya no hay Hunters ni Slayers en Utah, puedo relajarme si así lo deseo. Pero lamentablemente el precio a pagar fue muy elevado y costoso, perdí a dos aliados clave en todo esto.



#7357 en Otros
#832 en Aventura
#5531 en Fantasía
#2250 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: cazadores, espiritus, demonios

Editado: 18.10.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.