La Promesa de Charlotte.

Epilogo: Cacería

—Muy bien, esperarás aquí—Andrea me da la bienvenida.

Observo a mí alrededor y quiero pensar que esto es un mal chiste.

—¿Es todo? ¿Una fría cueva y una fogata?—comento decepcionada.

—¿Acaso esperabas un departamento de lujo?—contesta Andrea de forma sarcástica.

—Para nada, pero esto no es como pintan el cielo—contraataco.

—Bueno, pues no estás en el cielo precisamente. Escucha, sé que quizá no sea el mejor lugar pero debes purificar tu alma antes de poder reencarnar, y de paso puedes esperar a Frank, matas dos pájaros de un tiro—Andrea quiere ser optimista.

—¿Y el infierno que pasamos fue gratis?—estoy muy molesta.

—Vaya, sí que te llenaron de sentimientos. Independientemente de quien o que seas, debes purificar tu alma como último escalón, especialmente si estuviste en contacto con energía demoniaca—explica Andrea.

Suspiro frustrada. Bueno, de todas formas quería esperar a Frank.

—¿Cuánto tiempo estaré aquí?—pregunto.

—Hasta que Frank muera, ya deberías estar purificada para ese entonces, aunque le tocará a él hacer la espera—contesta.

—Tienen una logística horrible—me quejo nuevamente.

Andrea niega con la cabeza.

—Bueno, tengo que irme, hay demasiados asuntos que atender a partir de ahora—ella se despide de mí.

—Claro, váyanse todos y déjenme sola de nuevo—digo en voz baja.

Andrea abre un portal y desaparece por él. Me quedo completamente sola, con el sonido del fuego consumiéndose y el frio de la cueva penetrando mi piel.

 

******

 

No tengo idea de cuánto tiempo ha pasado desde que fui abandonada en esta cueva. Nadie se ha pasado por aquí desde que Andrea se fue. Todo el tiempo está oscuro y no hay una salida, tampoco tengo forma de medir las horas o los días, solo sé que he esperado demasiado. Estoy desesperada totalmente, siento que me voy a volver loca.

Tal vez han pasado días, meses o incluso años, no tengo forma de saberlo. Solo quiero salir de aquí.

—¿Te sientes frustrada?—una voz familiar me habla.

Mi mente está demasiado atrofiada como para pensar correctamente, mucho menos para intentar recordar de donde viene esa voz.

—Sí—respondo.

—¿Quieres salir de aquí?—pregunta.

—Sí—repito.

—¿Quieres volver a ver a Frank?—cuestiona.

—Sí—contesto.

—¿Incluso si eso condena tu alma y te vuelve mi esclava?—añade.

Quiero salir de aquí. Quiero vivir. Quiero ver a Frank. ¡Quiero sentirme viva nuevamente!

—¡Sí!—exclamo con euforia.

Todo se queda en silencio.

—Trato hecho—finaliza la voz.

Unas frías manos me hunden en la oscuridad y mi mente se desvanece.



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En el texto hay: cazadores, espiritus, demonios

Editado: 18.10.2023

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