La Promesa de los 18 Años

La Doble Cara de Alexander

Después de la tensa conversación con sus padres y la promesa de casarse con Alexander, Samantha se encontraba más confundida que nunca. La presión de su familia, el compromiso inminente y la creciente duda sobre lo que realmente sentía por él la atormentaban. Al despertar al día siguiente, la sensación de estar atrapada en una jaula invisible le pesaba más que nunca. ¿Realmente quería casarse con alguien como Alexander? Aunque él parecía la opción perfecta, la máscara de perfección que él mostraba parecía desmoronarse cada vez que se quedaba a solas con ella. Samantha no podía dejar de pensar en lo que había sucedido la noche anterior en la fiesta, cuando sus conversaciones parecían tan vacías, como si todo fuera parte de un guion.

Esa tarde, después de la escuela, salió al jardín con su amiga Valeria, buscando un poco de aire fresco para calmar su mente. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Valeria la observaba en silencio.

—Sam, parece que tienes mucho en la cabeza, ¿todo bien? —preguntó Valeria mientras se sentaba a su lado, cruzando los brazos sobre las piernas.

Samantha suspiró, sintiendo el peso de la conversación pendiente.

—No estoy segura de qué pensar, Val. Ayer... en la fiesta con los Belmont, Alexander me mostró una cara que no había visto antes. Parecía... más interesado en los negocios de nuestra familia que en mí. —Samantha se frotó los ojos, frustrada. —Es como si todo fuera un acto, como si estuviera jugando un papel para agradar a todos. No sé si soy yo la que está viendo todo mal, pero algo no encaja.

Valeria la miró fijamente, entendiendo las tensiones internas que su amiga estaba viviendo. Después de todo, Valeria siempre había sido más directa con las cosas, sin miedo a enfrentar la realidad.

—Sam, no eres la única que ve las cosas así. He notado lo mismo. Todos están tan obsesionados con las apariencias y lo que los otros piensan, que nadie parece ver lo que realmente importa. Y si Alexander tiene esa actitud, no es tu culpa. Tal vez él también está atrapado en esta red de expectativas.

Samantha la miró confundida, pero Valeria continuó.

—Creo que deberías dejar de buscar algo más en Alexander y empezar a pensar en ti misma. Tú no eres un peón en este juego. Si él realmente está interesado en ti, lo sabrás sin que tenga que mostrarte una versión falsa de sí mismo. Tú misma has dicho que no quieres ser parte de ese mundo. Entonces, ¿por qué seguir en algo que no te hace feliz?

Las palabras de Valeria llegaron al corazón de Samantha. Mientras ella hablaba, un pensamiento se le ocurrió con fuerza. ¿Por qué seguir aceptando todo lo que se le impone, cuando hay algo más que ella desea? Las expectativas de su familia no tenían que ser su destino.

Samantha se recostó en el banco del jardín, mirando las nubes como si buscaran respuestas en ellas.

—Lo sé, Val. Pero, ¿y si esto fuera todo lo que tengo? Si mi familia, Alexander, y todo esto son lo único que me queda, ¿qué debo hacer?

Valeria la miró con una mezcla de compasión y determinación.

—Sam, lo que te queda eres tú misma. No todo en la vida se trata de cumplir con lo que otros esperan de ti. Tienes un futuro que no debe depender de un compromiso que ni siquiera has elegido. No todo es dinero, poder o la imagen perfecta que tu familia quiere mostrar al mundo. La verdadera libertad está en tus manos.

El silencio que siguió fue pesado, pero lleno de significado. Samantha pensaba en lo que Valeria había dicho, sintiendo cómo esas palabras comenzaban a calar en su corazón. ¿Realmente debía continuar con este compromiso? ¿O había algo más allá de esta vida que debía explorar?

Esa noche, mientras se preparaba para la cena familiar, Samantha recibió un mensaje de texto de Alexander. Decía:

"Espero verte mañana, Sam. Sé que las cosas han estado un poco tensas, pero prometo que todo se aclarará. Mañana tenemos una reunión importante. ¿Te gustaría acompañarme?"

Samantha miró la pantalla del teléfono, sintiendo una mezcla de desconcierto y molestia. ¿Por qué ahora? Después de lo que había sucedido en la fiesta, ¿realmente valía la pena seguir pretendiendo que todo era normal? ¿Acaso Alexander realmente la veía solo como una pieza más en el juego de poder de sus familias?

La respuesta de Samantha fue rápida y clara:

"No estoy segura de querer seguir este camino. Necesito tiempo para pensar."

Al enviar el mensaje, una sensación de alivio la invadió. Estaba comenzando a soltar lo que no le pertenecía, lo que no le daba paz. Ya no podía seguir viviendo en las sombras de lo que los demás querían para ella.

Esa misma noche, antes de dormir, Samantha se encontraba mirando una foto vieja de Petunia. La promesa de su hermana seguía viva en su mente: "Cuando cumplas 18, iré por ti."

Mañana, después de todo lo que había sucedido, tal vez era el momento de comenzar a buscar la verdad.




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