La promesa de un te quiero bajo la lluvia

Capítulo VI

EVAN

Las mañanas simplemente no eran lo mío para nada.

Lo descubrí a los siete años cuando tuve que madrugar para un viaje y terminé cayéndome de la cama y terminé con un golpe que casi me deja inconsciente.

Sin embargo, hoy había despertado horas antes (eran casi las 11) para hacer algo que me gustaba mucho en New York y era correr. Me encantaba. Podía distraerme por una hora mientras escuchaba muy buena música.

Corrí por un buen rato hasta que sentí que mi teléfono vibraba con una llamada, le di un vistazo rápido y vi que era Dani, pero justo cuando decido detenerme siento como alguien choca con mi espalda y casi caigo al piso por la fuerza del golpe.

La persona suelta un quejido y me volteo. Las palabras quedan atoradas en mi garganta al verla. Tenía el cabello negro recogido en una coleta alta, pero unos mechones se le escapaban por haber estado corriendo. Tenia las mejillas sonrojadas y no sabia si era por el enojo o por el cansancio.

—Tu no aprendes ¿cierto? —es la primera en hablar.

Yo sigo embelesado viendo sus ojos azules oscuros. Tenerla tan enfrente me hacia notar sus pecas en la nariz y sus labios en forma de corazón que me hacía querer…

—Evan ¿me estas escuchando? —habla de nuevo. Tenia una voz entre ronca y suave que me encantaba.

—Si. Lo siento ¿qué decías?

—Pues que tienes un extraño don para chocar conmigo —se cruza de brazos.

Sonrío divertido.

—¿Yo contigo? Yo creo que tu adoras toparte conmigo, estoy casi seguro de que me seguías —bromeo y ella suelta una risa.

—Ah, claro. De hecho, me he detenido porque algo raro ha pasado con tu rastreador —no puedo evitar sonreír mas cuando me sigue la broma.

Entonces lo noto.

Tenia un pequeño punto rojo en la nariz. Se miraba muy reciente y me sentí culpable de saber que fue por el choque de hace rato.

—¿Eso ha sido ahorita? —le pregunto acercándome a ella.

—¿Qué cosa? —saca su teléfono y se mira en la cámara. Abre sus ojos con sorpresa—. Supongo que sí.

Acerco mi mano a su rostro y levanto su mentón. Sus labios se separan para decir algo, pero termina diciendo nada. Acerco su rostro al mío para examinar mejor la herida.

—Oye Evan, no es tan grave, me he hecho cosas peores —susurró sonriendo levemente.

Y yo sabia que no era grave, pero solo con verle ese moretón en su piel super blanca me hacia sentir incomodo. No me gustaba para nada verla herida y menos si era por mi culpa.

—Lo siento mucho Brave —me disculpo y ella abre sus ojos sorprendida.

—Eh…si…no pasa nada —balbucea y hasta ese momento me di cuenta de que mi mano seguía en su mentón y su rostro estaba muy cerca del mío.

—Te compraré un helado. El que quieras, de verdad.

—Evan, no pasa nada de verdad —murmura y la suelto con cuidado. Empieza a sonreír y muerde el interior de su mejilla—, pero si deseas comprarme un helado de chocolate con mucha crema batida no pondría ninguna queja.

Suelto una carcajada y asiento.

—Vale ¿algo más?

—Eso es todo, gracias.

Rodeo sus hombros con mi brazo y empezamos a caminar a la heladería que quedaba a unas cuantas cuadras.

 

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Brave iba muy contenta con su gran bola de helado con crema batida y chispas de colores.

Encontramos una banca cerca de un parque algo retirado y tomamos asiento. Lleva una cucharada de helado a su boca y luego mira alrededor.

—Este lugar sería perfecto para dibujarlo —comenta sonriendo.

—¿Eres artista? —le pregunto comiendo mi helado de fresa super simple al lado del de ella.

Brave borra su sonrisa y evita mi mirada.

—Algo así. Mi madre lo era, ella…—toma una gran respiración antes de seguir hablando—ella era muy buena. Varias de sus obras están en museos —juega con lo que sobre de su helado con una mueca triste.

—Suena a que tenia mucho talento.

—Y no te haces una idea. Con un solo trazo te hacia sentir conectada a ella. Dibujaba precioso —murmura.

—¿Ya no pinta? —pregunto cuando noto que habla en pasado.

Brave se queda callada por un rato. Mueve sus dedos con nerviosismo y me arrepiento de haber preguntado.

—Ella falleció hace unos años —susurra con la voz entrecortada.

Miro al frente arrepentido.

—Lo siento mucho Brave, seguro era una mujer increíble.

—Dicen que me parezco a ella —sonríe y yo hago lo mismo.

—Entonces era más que increíble —asiente y ríe un poco.

Acerco mi mano a su mejilla para detener la lagrima que se deslizaba lentamente. Brave se me queda viendo por un rato y yo hago lo mismo ¿Ya he dicho que es preciosa? Tiene una belleza demasiado…ni siquiera podía describirlo. Una vez que la miras no puedes dejar de hacerlo, me sentía hechizado cuando estaba con ella. Además, era una chica inteligente y a veces divertida, se le notaba que era demasiado buena con los que amaba y se que apenas la conocía de hace unas semanas, pero Brave tenía algo mágico que me hacía sentir en el cielo.




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