Conflictos y Confesiones
El sol brillaba con fuerza aquella mañana, pero Valeria apenas lo notó mientras se dirigía a la oficina. Su mente estaba ocupada en los detalles del proyecto y en su creciente relación con Alejandro. Las revelaciones sobre su pasado la habían conmovido y, aunque sentía que su conexión se profundizaba, también sabía que debían enfrentarse a algunos desafíos.
Esa semana, Valeria y Alejandro se encontraron más a menudo para avanzar en el proyecto. Cada encuentro se volvía más personal, y aunque ambos intentaban mantener la profesionalidad, la atracción entre ellos era innegable.
Una tarde, después de una intensa sesión de trabajo, Alejandro la invitó a cenar. Valeria aceptó, sintiendo mariposas en el estómago. Eligieron un restaurante tranquilo, con una atmósfera íntima, perfecto para una conversación más profunda.
—Me alegra que hayas aceptado venir a cenar conmigo, Valeria —dijo Alejandro, rompiendo el hielo mientras se acomodaban en la mesa.
—A mí también. Necesitaba un descanso de todo el trabajo —respondió ella, sonriendo.
La cena transcurrió de manera agradable, con risas y anécdotas compartidas. Sin embargo, Valeria notó que Alejandro parecía estar luchando con algo. Después del postre, él finalmente se decidió a hablar.
—Valeria, hay algo más que necesito contarte. Algo que ha estado pesando en mi mente.
Valeria sintió un nudo en el estómago, pero asintió, animándolo a continuar.
—Antes de regresar a la ciudad, estuve en una relación complicada. Fue una etapa difícil de mi vida, y no terminó bien. Ella... ella me dejó con muchas dudas y miedos sobre el amor. Desde entonces, he tenido problemas para confiar completamente en alguien.
Valeria tomó la mano de Alejandro, mirándolo a los ojos.
—Gracias por decírmelo, Alejandro. Entiendo que hayas pasado por momentos difíciles, y no quiero presionarte. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, y que estoy dispuesta a tomar esto un paso a la vez.
Alejandro apretó su mano con fuerza, agradecido por su comprensión.
—Gracias, Valeria. Eres increíble. No sé qué haría sin ti en este momento.
La noche continuó, y aunque la confesión de Alejandro había arrojado una sombra sobre la velada, también había fortalecido su vínculo. Ambos sabían que el camino no sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.
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Los días siguientes estuvieron llenos de preparativos para la presentación del proyecto. Valeria y Alejandro trabajaban codo a codo, cada vez más sincronizados tanto en el ámbito profesional como personal. Pero, a pesar de sus esfuerzos, las inseguridades de Alejandro empezaron a manifestarse.
Un día, mientras revisaban unos documentos en la oficina de Valeria, Alejandro recibió una llamada. Su expresión cambió al instante al ver el número en la pantalla. Se levantó y salió de la oficina para contestar.
Valeria lo observó desde la ventana, viendo cómo Alejandro discutía con alguien al otro lado de la línea. Cuando regresó, parecía perturbado.
—¿Todo bien? —preguntó Valeria con preocupación.
—Sí, solo un asunto personal. Nada de qué preocuparse —respondió Alejandro, aunque su voz no era convincente.
Valeria decidió no presionar, pero no podía dejar de pensar en lo que había visto. Sabía que había más en la historia de Alejandro, algo que aún no le había contado.
Esa noche, mientras intentaba dormir, su mente no dejaba de darle vueltas a la situación. ¿Quién había llamado a Alejandro? ¿Y qué le habían dicho para ponerlo tan nervioso?
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Al día siguiente, Valeria decidió hablar con Alejandro. Lo invitó a dar un paseo por el parque, un lugar tranquilo donde pudieran hablar sin interrupciones.
—Alejandro, hay algo que quiero preguntarte —dijo Valeria mientras caminaban por el sendero arbolado—. Ayer te vi muy alterado después de esa llamada. Quiero ayudarte, pero necesito saber qué está pasando.
Alejandro se detuvo y la miró con una expresión de angustia.
—Valeria, no quiero arrastrarte a mis problemas, pero creo que tienes derecho a saber. La llamada de ayer fue de mi ex. Ha estado intentando contactarme desde que volví a la ciudad, y no sé qué quiere.
Valeria sintió una punzada de celos, pero también una ola de comprensión.
—¿Qué piensas hacer?
—No lo sé. Parte de mí quiere ignorarla, pero otra parte siente que necesito cerrar ese capítulo de mi vida de una vez por todas.
Valeria tomó las manos de Alejandro, mirándolo con determinación.
—Alejandro, enfrentarlo es la mejor manera de seguir adelante. Si necesitas mi apoyo, estaré aquí para ti. Juntos podemos superar esto.
Alejandro asintió, sintiéndose reconfortado por las palabras de Valeria.
—Gracias, Valeria. No sé qué haría sin ti.