La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 12. NO OLVIDES LO QUE ESTÁS ARRIESGANDO

NO OLVIDES LO QUE ESTÁS ARRIESGANDO

"La vida me impone obligaciones que no puedo ignorar, aunque eso signifique renunciar a la felicidad. Es un sacrificio doloroso, un precio amargo de pagar, pero lo hago con la esperanza de que algún día nuestros caminos se vuelvan a cruzar".

Desde entonces, cada noche sin falta, Serkan regresa al casino y se sienta frente a ella en la mesa habitual. En ese instante, sin que Kaia logre comprender por qué, no se acercan más clientes para hacer apuestas. Claro que, a ella, eso es lo que menos le importa. Solo le interesa la presencia de ese hombre que cada vez que está frente a ella, la envuelve en una atmósfera especial, y el mundo entero cambia de color.

En ocasiones, Serkan ni siquiera juega. Simplemente, se sienta frente a ella y conversan sobre cualquier tema: alguna obra de teatro, de arte, de historia nacional, de eventos deportivos, lo que sea, siempre y cuando no sea algo personal.

En realidad, el tema no es lo importante, sino el tiempo que comparten y que a Kaia le parece que transcurre en un abrir y cerrar de ojos.

La mejor parte de esas noches es cuando Kaia sube al escenario a bailar. Sus movimientos gráciles y sensuales, solo son para él, y por supuesto, él está plenamente consciente de eso; la sonrisa en sus labios lo confirma. Hay algo implícito entre ellos, una conexión que no necesita palabras para comprenderla.

Kaia cree que Serkan pronto se irá de la ciudad. Atenas no es su hogar. Según lo que él le dijo, su partida es inminente, por eso, para ella, cada instante con él es un regalo. Después de haber pensado que nunca más lo vería, se permite disfrutar de su compañía, del tiempo que le queda con él, saboreando con intensidad cada momento pensando que puede ser el último.

Esa noche, Kaia espera en la parada, abstraída en sus pensamientos, cuando las luces de un auto la sacan de su ensoñación. Sabe de inmediato que es él.

—¿Me dejas llevarte? —pregunta Serkan con una sonrisa que a Kaia le resulta irresistible.

Ella lo piensa por un momento. No mucho.

—Está bien —concede con una sonrisa.

Sube al auto y de inmediato se siente cautivada por el aroma seductor de su perfume. Tenerlo tan cerca es demasiado placentero, así como sentir la calidez que emana de su cuerpo y su imponente presencia. Es una sensación única que la llena de una alegría imposible de definir.

La conversación fluye de manera natural, como siempre. Hablan de cualquier cosa que a Serkan se le ocurre en el momento.

—Esta semana se inauguró una obra de Chejov —cuenta él.

–¿Se trata de Tres hermanas? —pregunta Kaia, interesada—. He leído sobre ella en el periódico

—¿Conoces a Chejov?

—Sí —responde ella con una sonrisa—. Mi padre solía… —se detiene en seco, como si una barrera invisible la detuviera.

El corazón le da un brinco. «¡Por Dios!», se regaña duramente por su imprudencia. ¿Cómo pudo dejarse llevar?

—Dime —la alienta Serkan, desconociendo la lucha que se libra dentro de ella.

Kaia carraspea. Debe ser más cuidadosa, se repite implacable. No puede seguir dejándose llevar por la emoción que le genera estar con él, y hablar de aquellos temas que a ella tanto le agradan.

—Solía leerlo cuando era mucho más joven —continúa ella, recuperando la compostura—. Escuchaba los cuentos y las historias que me contaban de él y fui a algunas de sus obras.

—¿Con tu padre? —pregunta él con prudencia.

Ella asiente sin agregar nada más. Serkan comprende y decide no seguir por ahí. Ya ha empezado a comprender un poco la conducta de Kaia y sabe que, con ella, definitivamente, no se habla de nada personal.

Serkan continúa hablando animadamente de la obra, elogiando al director y la actuación del elenco. Kaia lo escucha con fascinación. Es un hombre culto, buen conversador. Con él, las charlas nunca decaen, siempre son amenas y agradables.

—Llegamos —anuncia él, deteniendo el auto frente al edificio.

Iba tan entretenida que el viaje se le ha hecho demasiado corto.

—Gracias por traerme —dice con una sonrisa de agradecimiento.

Serkan extiende su mano hacia ella.

—Fue un placer.

La mano de Kaia, como si tuviera vida propia, se levanta lentamente y se une a la de él. El corazón se le dispara de inmediato. Un torrente de emociones la invade al sentir su contacto. Se siente maravilloso. Serkan la mira a los ojos y cierra un poco la mano dándole un ligero apretón. Un demoledor estremecimiento la recorre de pies a cabeza.

Kaia retira la mano rozando la de él.

—Buenas noches, Kaia —dice con la voz suave y aterciopelada.

—Buenas noches, Serkan.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

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