La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 19. UNA MARAVILLOSA FANTASÍA

UNA MARAVILLOSA FANTASÍA

«Te consumiré con mi deseo, cada rincón de tu ser será mío. Te arrastraré a las profundidades de mi alma, un lugar oscuro y tentador. Allí, te quemarás en el fuego de mi pasión, sin escapatoria».

Kaia siente que se ha convertido en otra persona. De eso está segura. La Kaia que existía antes de que Serkan Makris apareciera en su apartamento y la tomara de la mano, ha desaparecido por completo.

Esa versión de sí misma debe estar escondida en algún lugar, entre las sombras, junto con sus miedos, prevenciones, compromisos y responsabilidades.

Serkan sencillamente, ha desvanecido a esa otra Kaia. Aquel hombre es suyo en este momento, ya luego volverá a su cruda realidad. Pero todavía no. Ahora se siente flotando, como si todos sus problemas se hubiesen evaporado.

Estar ahí, con él, es un sueño breve y hermoso del cual no quiere despertar. Porque eso es Serkan para ella, un sueño. No puede ser nada más que eso. Una maravillosa fantasía.

Con su mente y cuerpo perdidos en el deseo, disfruta de los besos hambrientos de Serkan, mientras sus bocas dejan escapar sensuales gemidos. Se estremece cuando la mano de él, caliente y posesiva, se desliza bajo su blusa y acaricia su espalda desnuda, le desabrocha el sujetador y la atrae más contra sí.

Sigue besándola, robándole el aliento y ella le devuelve los besos con igual frenesí, con salvaje desesperación. Esos besos la hacen volar. La sensación de sus pezones erectos aplastándose contra el torso masculino a través de la ropa la llena de delirio, especialmente ahora que están tan cerca y puede sentir cada centímetro de su dura y anhelante erección.

El corazón le late descontrolado, como si quisiera salirse de su pecho. El deseo la rebosa. Un deseo revitalizador.

Las manos de Serkan recorren su pecho, ansiosas y delicadas, sin dejar de besarla, cada vez con más ganas, cada vez con más pasión. Se alimenta de su boca, explorándola con la lengua, rozando la de ella, mientras mueve las caderas contra ella de manera rítmica e insistente. Lo hace con seguridad y delicadeza.

Mientras Kaia siente como Serkan se contiene, ella está hilarante. Lo que él le hace sentir es poderoso, inexplicable.

Por un momento, se pregunta, ¿Cómo es posible que ella haya llegado a ese punto con un hombre que prácticamente es un desconocido? Sonríe y con sus manos le abraza el cuello y acaricia su nuca; sujetándose más a él.

¡¿Qué importa el cómo o por qué?! Ella está ahí, entregándose por primera vez a un hombre que desata su locura, que espanta sus miedos, que suelta sus riendas, que corta sus ataduras. Con eso le basta.

Serkan por su parte, no puede apartarse de ella. Es imposible. Kaia lo embriaga mucho más que el alcohol. Ella es tan suave, tan cálida. Y es suya. Solo suya.

Suelta su boca y presiona sus labios contra su mentón; deja pequeños mordiscos y baja hasta su cuello. Roza la piel con su lengua. Quiere probarla, saborearla, degustarla.

No termina de entender qué le pasa con Kaia. ¿En qué momento ella se le metió tan profundamente bajo la piel? ¿Cómo es que tiene todo ese poder sobre él? No hace nada, no le pide ni le exige nada y, sin embargo, él está dispuesto a darle todo. A poner el mundo bajo sus pies.

Cubre su cuello de besos, de arriba abajo. Repasa cada curva con sus labios. Le fascina como Kaia responde, estremeciéndose entre sus brazos. Él nota cada detalle, puede sentir sus emociones. No lo resiste, así que regresa a su boca y sus lenguas se entrelazan en un beso profundo, lleno de jadeos.

¡Joder! Como lo excitan sus pequeños gemidos. Cada vez está más loco por ella y no sabe si puede seguir conteniéndose.

Quiere llenarla de él, someterla. Entrar en ella, poseerla una y otra vez hasta que pierda la voz de tantos gritos y gemidos.

Es tan deliciosa. Se le hace imposible saciar su hambre de ella. Siente que nunca tendrá suficiente. Cada vez quiere más y más.

Sus grandes manos masculinas llegan al redondo y firme trasero femenino, lo acaricia con apremio, acercándola mucho más a su erección dura como una piedra. Kaia se estremece, plenamente consciente de lo mucho que él la desea.

Serkan suelta un momento sus bocas para tomar aliento. Sus miradas, envueltas en la espesa neblina de la pasión, se encuentran. Ambos respiran vehementemente. Enseguida, él la agarra con fuerza de la cintura y la sube sobre el mesón de mármol que está en el centro de la cocina.

—Serkan —susurra ella, acariciando con una mano su cuello, y con la otra, su nuca.

Él muestra una sonrisa ladeada.

—Είσαι πολύ δελεαστικός —susurra en griego, con voz suave y profunda.

De inmediato, en la ya humeante entrepierna de Kaia, los fluidos se desbordan aún más. Serkan la besa, esta vez suave, lento, tomándose su tiempo. Le levanta los brazos, la despoja de la blusa y el sostén, dejando sus senos desnudos a la vista. Desliza sus manos con delicadeza por la sedosa espalda femenina, desde los omóplatos hasta las caderas, y luego vuelve a subir.



#4 en Thriller
#1 en Misterio
#2 en Suspenso

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.