La prometida de mi hermano

CAPÍTULO 20. YA ERES MÍA

YA ERES MÍA

"Te deseo con una fuerza que trasciende la razón y quiero que la sientas en cada latido de tu corazón"

Su cuerpo se relaja mientras Serkan la carga entre sus brazos. Él entierra su cara en su cabello y disfruta de su aroma. El calor del momento aún palpita en la piel de Kaia.

Serkan la lleva a la cama. Ella, por su parte, no sabe cómo llega allí, ni siquiera se percata de la distancia entre la amplia cocina y el dormitorio, o cómo las sábanas acaban bajo su espalda. Solo siente cuando él se coloca sobre ella, se apoya con un brazo y con las yemas de los dedos de la otra mano le acaricia los labios, el mentón y el cuello.

Kaia aún es incapaz de moverse; los rezagos de su primer orgasmo todavía la tienen atontada. En esos momentos solo disfruta de la exquisita sensación que le está invadiendo todo el cuerpo.

Ella suspira cuando Serkan baja la mano y empieza a acariciarle los pechos, que ella siente más pesados que nunca. Instintivamente, echa la cabeza para atrás y separa los labios.

Serkan continúa estimulándola hasta hacerle sentir que ya no puede soportarlo más. Una violenta corriente eléctrica le recorre el cuerpo cuando él le acaricia la punta de los pezones.

Kaia abre aún más la boca, exhalando profundamente.

—Serkan…

—Mi Kaia… —susurra embelesado.

Su sangre hierve al verla así, sonrosada, extasiada, con el cabello desordenado y la mirada brillante producto del orgasmo. Todavía siente su sabor en su lengua, pero necesita más, mucho más. La quiere toda. La quiere toda, solo para él, y hacerle olvidar cualquier otro hombre que estuvo antes que él.

El cuerpo de Kaia se arquea, está ardiente de deseo, sin ser consciente de nada más que de la deliciosa sensación que se concentra en sus senos. Gime y jadea cuando Serkan inclina la cabeza para chuparlos, lo disfruta tanto que piensa que podría morir de placer.

Kaia presiona sus caderas contra las de él, sintiendo el delicioso contacto íntimo de su cuerpo. Serkan levanta la cara y sus miradas se conectan en una profunda conversación silenciosa.

Aquello no durará. Kaia lo sabe, aunque no le importa. Pagará el precio cuando llegue el momento de regresar a su vida real, pero hasta entonces tendrá lo que jamás pensó que iba tener ni que podría experimentar.

Durante un instante, disfruta de la sensación de presionar su pubis contra la fuerza del endurecido miembro viril. Sus caderas siguen en contacto cuando ella comienza a desabrocharle los botones de la camisa uno por uno, excitándole al hacerlo con una deliberada lentitud.

Mientras libera los botones de la parte más baja, puede sentir el calor que transmite su piel. Sus dedos acarician de inmediato la suave y firme piel de aquel bello hombre. Una vez abre completamente la camisa, lleva las manos a sus hombros.

Serkan sigue mirándola a los ojos, y ella sabe, quizás por instinto femenino, que él está tratando de contenerse con todas sus fuerzas, forzándose a estarse quieto mientras ella lo desnuda.

Kaia introduce las manos bajo la tela de la camisa y la sensación de la cálida y suave piel es embriagadora. Le acaricia los hombros antes de quitarle la camisa, deslizándola por los brazos.

Entonces, por fin, puede acariciarle el pecho. Al hacerlo, se queda sin aliento. Serkan es perfecto, realmente delicioso. Es musculoso en su justa medida. Se siente magnífico dejar que sus manos inexpertas, pero deseosas se muevan con libertad.

Pero lo mejor de todo es cuando, sus desnudos y rígidos pezones rozan el pecho de él, deleitándose al sentirlos contra la tibia piel de Serkan. La erección de él se pronuncia aún más, excitándola a ella también.

Serkan retoma el control y la abraza de una manera posesiva. Retoma la boca de Kaia con urgencia. La posee como si fuese suya. Le abre los labios sin esfuerzo alguno, haciendo el beso más profundo con una sensual maestría.

El deseo se apodera de ella, un deseo más intenso y fuerte del que ha estado sintiendo hasta ese momento. Tiene los labios hinchados, los pechos en tensión y, entre las piernas, donde la fuerza de la erección de él presiona insistentemente, siente unas ansias, un hambre, que está loca por saciar.

Serkan la suelta con suavidad y se levanta de la cama. Ella lo observa fascinada y queda sin aliento cuando él termina de desvestirse y deja a la vista el potente y fornido miembro que se alza majestuoso, casi tocando su abdomen bajo.

Solo en ese entonces empieza a sentirse nerviosa. Solo ha conocido el cuerpo desnudo de un hombre antes, pero no fue nada maravilloso; al contrario, es un recuerdo escondido en lo más profundo y oscuro de su mente. Sin embargo, aquella desnudez no es, ni un poco comparable, con la del hombre que se cierne lentamente sobre ella.

Serkan recorre con la mirada todo su cuerpo y se detiene en sus ojos. Es la mirada más íntima que él le ha dirigido y Kaia comprende entonces que, no hay marcha atrás, van a comenzar a hacer el amor. Ella será suya por completo.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.09.2024

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